En una de sus acostumbradas alocuciones, el presidente de la república, Nicolás Maduro, indicó que a Venezuela había llegado la tercera ola de la Covid. Siguiendo a tal afirmación, pidió, como es costumbre, el máximo cuido a la población.
Unos días después de haber hecho esta declaración tan preocupante, que todos debemos tomarnos en serio, y viendo el aumento de los casos de la Covid en el país, sobretodo en Miranda, Caracas y La Guaira, el presidente anuncia dos cosas con pocos días de diferencia. La primera que anuncia es la vuelta a clases presenciales, y, la segunda, la flexibilización de la cuarentena durante los meses de noviembre y diciembre. Cabe preguntarse entonces, ¿es coherente decir que estamos en una tercer ola para luego decir que se iniciarán las clases presenciales y que habrá flexibilización de las medidas de seguridad anticovid durante los dos últimos meses del año?, ¿no es acaso, a las claras un acto de irresponsabilidad que puede traer nefastas consecuencias?, ¿el desastre futuro no está cantado?, ¿no va a ser suya (del gobierno) la responsabilidad de lo que ocurra?.
Traigo a colación lo hecho por países como China y Rusia, donde ante un aumento de los casos del virus, enseguida recogieron a su población y los encerraron de nuevo para protegerlos y así controlar los rebrotes, ¿no era esto lo que había que hacer en Venezuela?, ¿por qué el gobierno se empeña en nadar contra la corriente? Pienso que la respuesta a esta irresponsabilidad y decisión desacertada se encuentra en el ámbito político. Sí, el gobierno quiere dar una apariencia de normalidad ante la cercanía de las elecciones y la navidad, así, cree, que conseguirá mayor cantidad de votos y alzar un poco la debacle en su popularidad.
Resumiendo, se trata de una decisión incoherente y muy irresponsable a la vez que política. Se colocan los intereses políticos por encima de los humanos. Se envían a los niños y adolescentes a clases, para que estos se conviertan en vectores de contagios.