Es ingenuo pensar que las recientes marchas estudiantiles y los hechos de violencia que se generan de ellas, son producto de la expresión sincera y espontánea de los estudiantes. La violencia responde al llamado de grupos oscuros que pretenden crear caos y desorden para desestabilizar el país. No puede considerarse democrática la actitud de sectores que llamen a manifestar “pacíficamente” y luego radicalicen sus protestas fomentando riñas callejeras, ataques a quienes les adversarmos o simplemente impidiendo el libre tránsito, derecho consagrado en la Carta Magna.
En estos días en que se propone la reforma de la Constitución Nacional, han aumentado los esfuerzos de la extrema derecha para crear en Venezuela una situación de violencia. Los medios de comunicación social comprometidos con el golpismo siguen confabulándose y conspirando pues intentan buscar una salida de facto al gobierno establecido por la vía del sufragio en Venezuela. No es extraño observar a periodistas desgarrarse las vestiduras y hablar en nombre de la ética que su profesión les impone. Sin embargo, cuando cubren manifestaciones, no sólo emiten opinión con respecto a la noticia sino que lo hacen de manera sesgada para favorecer a quienes les conviene. También resulta sorprendente la rapidez con que llegan a los sitios donde se producen hechos violentos, incluso pareciera que cámaras de televisión y periodistas conocen de antemano los sucesos por venir. ¿Acaso están ya informados? o ¿Están participando en la agenda oculta del golpismo?
No nos oponemos a la discusión - además en necesaria – que genera la reforma constitucional; al contrario, estamos interesados en que el debate se dé pues es nuestra alma jurídica la que cambiará y nos regirá en el futuro próximo. Sin embargo, violentar el derecho de los demás al libre tránsito por las vías de la República, sabotear las marchas pacíficas de su mismo bando aún exponiendo la vida de sus correligionarios, esparcir rumores malsanos con la intención de desestabilizar emocionalmente a los venezolanos no pueden considerarse formas democráticas de proceder.
Las marchas estudiantiles siempre se han usado como medio de protesta. Algunas con argumentos suficientes para ser apoyadas, otras cuyo trasfondo político sólo busca generar caos, zozobra e incertidumbre. En los últimos días ciudades como Caracas, San Cristóbal y Mérida se han visto sacudidas por las acciones de los estudiantes. Grupos minoritarios salen a las calles a imponer su propia ley en menoscabo de los derechos del colectivo. Si ellos son los que se presentan como defensores de los valores democráticos y conculcan los derechos de los demás, entonces estamos ante la presencia de fascistas que disfrazados de demócratas pretenden tomar el poder para imponer una férrea dictadura donde el acceso al bien común estará supeditado a sus antojos.
El porvenir de la nación está en juego. Si queremos un país próspero con capacidad para resolver sus problemas y marchar hacia un futuro que le brinde a sus ciudadanos la posibilidad de vivir en paz y armonía, debemos hacer un frente común para luchar contra cualquier forma de filo fascismo que intente esclavizar el pensamiento y la voluntad del pueblo.
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