Una forma de saber si un sistema de selección está escogiendo a los aspirantes equitativamente, desde la visión académica, es comparando el perfil de quienes aspiran con el de quienes resultan seleccionados o, si se quiere utilizar un método más sensible, la comparación se haría con el perfil los primeros un mil seleccionados. Esto se puede realizar para cada una de las características inherentes a los perfiles en cuestión. En los estudios académicos, sin embargo, se estudian sólo aquéllas relevantes al proceso de selección.
En la selección universitaria, nos limitamos a estudiar: Extracción socioeconómica de los estudiantes, divididos en los cinco estratos del método de Graffar; la proveniencia de los estudiantes de planteles oficiales o privados, su procedencia de los distintos estados del país, su sexo y si se trata de bachilleres recién graduados o graduados en años anteriores. Si ninguna de las características estudiadas influyera en la selección, la diferencia entre los porcentajes de cada característica para aspirantes y escogidos sería de cero o tendería a serlo; estaríamos en presencia de un proceso justo de selección en relación con los aspectos investigados.
Así, tomando la selección de aspirantes del año 2002 y estudiando la influencia del tipo de plantel de proveniencia en la conformación de los primeros un mil estudiantes seleccionados, encontramos que 61,78 % de los estudiantes venían de planteles oficiales, pero sólo 21,40 % se encontraban dentro de los primeros un mil seleccionados; en el caso de los estudiantes de planteles privados, eran sólo el 36,59 % de los aspirantes pero constituyeron el 77,9 % de los primeros un mil escogidos. Como se verá, los aspirantes de colegios oficiales perdieron 40,38 puntos porcentuales en el proceso, mientras los aspirantes de los planteles privados ganaron 41,31 puntos, por lo que fueron grandemente favorecidos por el proceso de selección.
Con la influencia del sexo en el mismo proceso 2002, hallamos que las hembras fueron favorecidas en 3,42 puntos, pues constituyeron el 62,10 % en los primeros un mil escogidos y eran 58,68 % en los aspirantes. Los varones, por su parte, fueron perjudicados en 2,61 puntos, al reducirse de 40,41 % en los aspirantes a 37,8 % en los seleccionados. Estos resultados demuestran que el sistema selectivo, en un 80 % en manos de las universidades, es injusto con respecto a estas dos variables comentadas, pero lo es también con respecto a todas las otras señaladas y no mostradas (Experiencia Universitaria, vol. 1, Nº 2, pp 9-36, Caracas).
Estas injusticias fueron eliminadas o atenuadas en la selección de 2003, luego de cambiar las formas de calcular los resultados de la PAA y normalizar nacionalmente el promedio de notas de los aspirantes de colegios oficiales y privados.
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