El espacio político del vacío: el fascismo desde la UCV hasta Santa Cruz

 10 de mayo de 2008

En estos momentos hay elecciones en la UCV. Candidat@s al rectorado y decanatos se disputan el gobierno universitario. Seguramente ya las seis de la tarde los resultados nos confirmarán la victoria arrasante de la derecha enquistada dentro de la casa que vence las sombras. La ilustradísima academia ha llegado por conducto astuto de la razón dialéctica al climax de su propio espíritu. La universidad es la nada, el buda por síntesis fenomenológica se filtra entre los cerebros despojando de idea toda su corteza material, conectándose así con la suprema trascendencia. Es la paz del vacío, donde el orden ya no necesita luchar con nadie, donde los choques, los antagonismos y las contradicciones desaparecen para reencontrarse en la unidad absoluta de la individualización perfecta; donde exactamente no hay nada salvo el propio placer de vivir el pleno vacío existencial.

Las formas externas lo confirman. Las paredes universitarias se han blanqueado,  tan solo quedan despojos aislados de alguna pinta atrevida o un afiche mal pegado. Quizás aún en los baños, por el costado interno de las escondidas puertas que nos permiten vivir sin público los placeres de la defecación aún subsisten algunos rayones con palabrotas sádico-deseantes que nos recuerdan cuan animales y pervertidos somos. Pero cuidado esto no tiene que verlo el espíritu que solo defeca excelentísimos saberes, en la plenitud de la idea; ergo, en la plenitud de la nada. A la par un orden perfecto se impone: una fábrica que no produce nada solo “fabrica” valores vacíos, inservibles a la obra colectiva, solo funcionales al monstruo de la acumulación por la acumulación: una película sin argumento y en tiempo infinito. Es así, fabricaciones estériles de estudios nadificados en su intención día a día llegan encarnados en los cuerpos de profesores que dictan sus maestrías sapientes sin cuestionamiento alguno por parte de estudiantes que han sido vaciados por completo de toda pasión que no sea el yo humillado y el masoquismo de quien vive a placer su propio sometimiento. Todo es excelencia, nadie cuestiona absolutamente nada, ni desde arriba ni desde abajo. La jerarquía esencial del orden académico del “yo sé, tu no” se desliza tranquila y divinamente al interno de un espacio que solo oye el murmuro lejano de las conversaciones arriconadas. Nadie grita, nadie canta, se acabaron las consignas y los papelógrafos, los cuerpos no se unen salvo en el momento de la clase garantizadas por silencio de los pupitres, de un café o una comida de amigos sin sabores, o en la salida y entrada de decenas de miles al interno de un espacio hermosísimo en su viejo diseño modernista pero que ya no es nada. Es decir, ya no hay comunidad alguna.

Quizás queden recuerdos de otros tiempos en alguna pared aislada donde un mural nos devuelve la presencia de Sergio Rodríguez, asesinado por los malditos; él, quien fuera la alegría, la inspiración y la pasíón de la lucha personalizada. Pero eso es solo el recuerdo de algunos sobrevivientes que también se han callado; que miran a Sergio y aún vuelven a callar: ya ni la rabia palpita. La izquierda universitaria se ha hecho pura paja; materia de desecho sin vitamina y sin sabor: pura verborrea secreta de conciábulos frustrados que no se atreven siquiera a prender una fogata por Bolivia o acompañar con su propia huelga a los obreros de Sidor. ¿Será que la mimetización con una burocracia que los llaman a hacer foros y programas televisivos también les llegó a ell@s?. ¿Dónde estás Domingo Alberto Rangel, tú que eras capaz con tu sola palabra dura y revoloteante, en el mas estupendo florero de adjetivos y verbos, llenar de llamas rojas y de lágrimas verdaderas un auditorio entero de estudiantes que luego cantaban por la liberación de Palestina y la muerte al sionismo?. ¿Dónde estás rebelde y desobediente encapuchado?.

En definitiva, la universidad que fue ha concluido, y la que es no es. Claro que lo digo desde la nostalgia, desde la rabia de entrar y ver lo que hoy es un lugar que algún día fue el punto primario de un estallido popular tan inmenso que llegó a destrozar esa cochinada de régimen que llamamos cuarta república, y ni hablar de tiempos mas antaños. Pero no es solo la nostalgia, es también la preocupación actual al ver como esa universidad, ese inmenso centro de estudios que es la UCV, así como ayer sirvió para generar un modelo de lucha frontal, valiente y sin conciliaciones contra el sistema, hoy se transforma en su estricto contrario: en un modelo de dominio propio de una derecha naciente y neofascista que se extiende por todo el continente. En Bolivia se trata de una derecha que sin mayores formalidades sincera desvergonzada su verdadera condición racista y fascista; en actos que no dejan lugar a discusión. Al menos el contexto socio-político de Santa Cruz y las indefiniciones del gobierno boliviano se lo permiten. En Venezuela su par ontológico no se atreve aún a la violencia abierta y directa, actúa por intermedio de dos violencias enmascaradas: la violencia asesina del paramilitarismo y la violencia mediática. Pero los resultados son muy parecidos no solamente en lo que respecta a las estrategias geopolíticas de recuperación de hegemonía y dominio concreto de las sociedades, también hay una condición humana, desgraciadamente humana, que se impone. El vacío universitario es a su vez una manera de inaugurar un nuevo fascismo en América que se mueve por estos lares en lo que llamaríamos el vacío estético y la nada existencial (y que nada tiene que ver con Sartre, por si acaso).

El comunismo politiza la estética, el fascismo estetitiza la política, decía Walter Benjamín. Y en efecto, el modelo de nueva obediencia académica, de privatización total de los saberes, de limpieza muerta -a modo de una empresa corporativa o de los nuevos escenarios mediáticos- del espacio colectivo, no es sólo una forma externa, ella se interioriza al interno de la carne, produciendo un efecto subjetivo impresionante. Ya de hecho, el fascismo de los años veinte y treinta para poder destrozar la insurrección obrera, libertaria y comunista de aquellos años, sobremontó sobre las formas simbólicas ya existentes y el inconciente colectivo una estética de poder que iba vaciándolo todo hasta llegar al nudo gordiano del jefe, la nación, la raza, la fuerza por la fuerza, es decir, el acumular por acumular, el deseo invadir, saquear, dominar: una euforia por la maldad. Utilizando claro está, un híbrido entre los elogios a la fuerza nacional-colectiva, los odios sociales con los tradicionalismos culturales, religiosos, etc. A la final todos estos contenidos condensados en formas estéticas y comunicados a través de la mediatización que ofrecía la propaganda y la manipulación de todo mensaje, vaciaba el ser social de toda identidad auténtica, autoproducida y por tanto de todo deseo de rebelión y de bondad. Digámoslo así: el pueblo fascista se rebela contra su propia rebelión hasta llevarlo a la locura totalmente destructiva de sentir un inmenso placer al estar incluido al interno de energías productoras de una fuerza que así lo disuelvan, lo exploten, lo sometan al infinito, destrocen a su hermano de clase, son definitiva algo que nunca tuvieron: el derecho a destruir lo que odias (por manipulación de ese mismo odio)  y a continuación el delicioso y masivo terror ante la presencia del jefe que facilitó esa “liberación” frente a los deseos de libertad: no se distribuye, federaliza y autogobierna esta fuerza, se condensa sobre un UNO absoluto y personalizado. De allí que los símbolos y esta estetización de todo acto político hayan jugado un papel fundamental dentro de esta maquina infernal de destrucción que fue el fascismo, el nazismo, el franquismo, etc.

Evidentemente a la final lo que tenemos es un culto a la autoridad y la obediencia donde no media razón o argumento alguno. Autoridad, fuerza, obediencia, son hechos no palabras, no escritos, que se explican a sí mismos; y de allí el elogio a los instintos entendidos solo como instintos destructivos. Hoy tenemos exactamente el mismo modelo solo que en lugar de “llenar” de nuevos-viejos símbolos míticos el espacio formal de las representaciones, los signos y las palabras, lo que tenemos es un vaciado total desde lo virtual audiovisual, el espacio físico hasta las ideas como tal; la estatización de la política se juega directo por una estética del vacío, manos blancas entonces: se grita ¡libertad! pero se grita sin saber que se esta diciendo con ello, se trata entonces de destrozar el deseo libertario con la palabra libertad y en su lugar vaciarlo todo de contenido: dejar la palabra, la pared, la cara, el gesto, totalmente en blanco en incomunicante (¿se han fijado en los gestos, las palabras y la cara linda de Goicochea?).

Efecto final: quiero la excelencia, quiero el orden, me sublevo contra la revolución, me sublevo contra lo colectivo, no quiero a muchos siendo, quiero a pocos en el mando y a muchos obedeciendo. Quiero toda seguridad, no quiero libertad para producir, quiero libertad para consumir porque no soy nada. Claro, necesito que lo productos me llenen y me abulten cual animal inconciente que solo acumula, por tanto, quiero la libertad de no saber nada, de no tener conciencia de nada, quiero que nada me digan, quiero desesperadamente no ser, y a la final callado me quedo si todo es orden, mi grito solo se lo reservo a mi odio frente a todo acto de liberación que sea antagónico a mi deliciosa nada. Marcho y no lleno con nada las paredes, al contrario destruyo los murales y limpio todo lo que esta a mi lado, todo lo dejo en blanco, en el mas absoluto vacío, para que sea igual de nada que yo: el perfecto “ciudadano” de la posmodernidad imperial. Igual que la pantalla mediática o el cuerpo femenino mercantilizado, igual a las reglas de orden, a la incomunicación, que me nadifican.

Y si mi esfuerzo no basta y no calla la sublevación colectiva, entonces apelaré también a la fuerza, pero esta vez no soy yo quien la ejerce o por lo menos no tanto (una palazos con clavos en Santa Cruz, una barricaditas de sifrinos en Caracas, y ya). Mi vacío, mi absoluta falta de pasión ética y vital, mi completa cobardía, la estricta ausencia de toda idea en mi, me lo impide; apelo entonces, y como siempre, a los adorados militares; si no funciona, a los marines, a la flota norteamericana; y si todavía no llegan, serán entonces los máximos salvadores criollos de la obediencia social, mis amados paramilitares; o en último término a una combinación de todos ellas; y todavía, si esta aún no llega, no puede articularse como lo desearía, pues utilizaré la misma delincuencia asesina, hijos de la sociedad drogada e hiperexplotada, como herramientas transitorias para mi autodefensa. Hoy en día todos ellos son el UNO absoluto que condensa a mi placer la fuerza disolvente en la cual participo. Y ese UNO a las últimas ya ni necesita personalizarse ni siquiera territorializarse, en esencia ellos no son otra casa que el dinero mismo, el dinero virtual que en el tiempo cero del intercambio financiero inmediato y en el espacio vaciado de lo virtual ya no producen otra cosa que la propia nada: la mismísima muerte.

Pero es aquí donde ellos se enredan, porque no logran colectivizar el odio a la liberación y el placer de destruirla. No pueden de esa manera incorporar al pueblo “negro”, al pueblo “indio”, al trabajador, como sí hicieron al menos en mucho con los obreros, con los pueblos campesinos, con los bajos funcionarios, con ilustradísimos intelectuales, los viejos fascistas. Hoy tan solo han logrado la colaboración inmediata de una amplia y traidora inteligencia y de frustrados políticos, gozan de los acuerdos por debajo de mesa con la burocracia populista y corrupta, de una clase media aterrorizada por des-orden de la revolución por venir, pero esto no es suficiente. Necesitan de una suerte de “lumpen” desclasado que se rebele contra toda rebelión, pero a desgracia de ellos, este también anda buscando cómo sublevarse por estas tierras. Algo se ganan por aquí y por allá, para eso utilizan lo único que les sobra que es el dinero, pero la falsa y malvada identidad fascista-liberal no logran hacerla cuajar en estas tierras y convertirla en una auténtica contra-revolución.  Con buenos votos a favor pero así mismo están enredados aquí y en Santa Cruz, quizás con un poco más de éxito en Colombia, pero eso lo lograron a punta de puro terror y a la larga eso también va contra ellos y ese bumeran ya comenzó.

No obstante esto no quiere decir que su empresa haya fracasado del todo. Por estos lados nuestros, la fallida estrategia de buscar los malos menores, las cortinas de humo de una palabrería subversiva pero indispuesta a la verdadera subversión, la respuesta al vacío con la pesadez que significa de “llenar” lo que ellos vacían a través de la burocratización de la vida social como el poder masivo que se subleva, el propagandismo acrítico, increativo e igual de hueco, la manía de hacer todo tipo de conseciones a la burguesía rapaz en la búsqueda de la “paz”, pone en riesgo nuestra propia respuesta ante monstruo humano que vienen construyendo. Pestes oligárquicas y esclavistas como la de Santa Cruz me perdonan el “violentismo” pero lo único que merecen es la guillotina. Las frustraciones colectivas ante semejantes fenómenos, que a la final no hacen mas que “vacíar” la propia revolución,´pueden llegar a hacer tentadora la alternativa del “vacío fascista”. Al fin y al cabo somos humanos “demasiado humanos” y el dinero, mas concretamente los medio de producción de vida, están y parece que seguirán en sus manos y por tanto el poder real. Por ahora nos preocupa en todo caso que una universidad tan querida, con una memoria tan bella y digna, sirva en estos momentos de laboratorio cultural y político de semejante proyecto de indignificación absoluta de la vida humana. ¿Algo pasará en la UCV?, que al menos hablen los estudiantes.

De todas formas, por allí apareció en estos días una microrebelión territorial donde unos muchach@s con su arte y mensaje rebelde llenaron de sentido y belleza el espacio caraqueño. En estos días una verdadera “toma” de la red nacional de radio de YVKE Mundial por parte de compañeros de colectivos libres y alternativos de comunicación nos ofrendaron una auténtica “microrevolución” comunicacional. Desapareció el “periodista”, desapareció el “intelectual” que interpreta la realidad sin ningún compromiso concreto con ella; solo estaban juntas, coordinadas e iguales las voces del compromiso, de la acción concreta hablando y preguntando acerca de lo que pasaba el fin de semana anterior en Santa Cruz, acoplando en menos de ocho horas radios y voces de todo el país y el continente. Un divino acontecimiento comunicacional aunque no sé si se tiene mucha conciencia de lo sucedido. Esta semana los trabajadores (mil doscientos en nómina) de las salinas de Araya al fin tomaron lo que es suyo y de su pueblo acabando con el negocio mafioso que el gran izquierdista del gobernador Martínez tenía a su gusto y riqueza. Otra vez los trabajadores dando la línea. Los corredores territoriales de liberación, los actos concretos y absolutamente LLENOS de vida, de bondad, de deseo de liberación, de inteligencia colectiva, de ideas y razón, que los acompañan, es la única salida contra estos malditos que los tenemos en puertas. Que viva y se rebele el ser de tod@s.




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Roland Denis

Luchador popular revolucionario de larga trayectoria en la izquierda venezolana. Graduado en Filosofía en la UCV. Fue viceministro de Planificación y Desarrollo entre 2002 y 2003. En lo 80s militó en el movimiento La Desobediencia y luego en el Proyecto Nuestramerica / Movimiento 13 de Abril. Es autor de los libros Los Fabricantes de la Rebelión (2001) y Las Tres Repúblicas (2012).

 jansamcar@gmail.com

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