Pueden darse con una piedra en los dientes y dar gracias al cielo, ustedes los opinadores de derecha, educastradores adecos y copeyanos, maestros que no leen, profesores que no piensan, vanos analfabetos angloparlantes, ignorantes graduandos de la falsa “comunicación social”, políticos de tercera de la Cuarta, viejas babosas de la educación católica, plumíferos de la “prensa libre” que pagarían por venderse, caterva de fascistoides que hoy se oponen a la nueva Ley Orgánica de Educación, bien conservadora y tolerante.
FÍJENSE
Fíjense: seguiremos encerrando a los niños en aburridos aposentos durante los mejores años de su vida, les dejaremos la aventura y la naturaleza para sus días y horas libres, no les impondremos la crítica del Estado, la Religión, la familia y la propiedad privada (ojo, dije crítica y no destrucción, imbéciles), no los haremos aprender oficios manuales, seguirán por un tiempo sin saber cómo se cultiva la yuca y que los cambures crecen hacia arriba en el racimo, y manchan.
Y SIN EMBARGO…
Y sin embargo, la nueva Ley Orgánica de Educación tiene lo suyo: define la autonomía universitaria como libertad de pensamiento y discusión académica, no como patente de corso para pícaras autoridades universitarias que roban a sus anchas los recursos de la educación, transforman en automóviles y turismo de lujo el dinero de los laboratorios. Elimina lo que la mafia académica desvergonzadamente llama “autonomía administrativa”.
La nueva Ley de Educación iguala el valor del voto del alumno con el del profesor, aclarando de una vez por todas que el bien más preciado de la República son los y las jóvenes, no un profesorado conformista, reaccionario e ignorante.
La nueva Ley de Educación regula las matrículas de la escuela y colegio privados, acaba con el vil chantaje a padres y representantes. Lo que el rico aporte libremente no debe ser obligatorio para el pobre. Se acaba con aquella educación que un ministro del ramo calificó de “estafa”. La educación debe dejar de ser negocio.
LA HUMANIDAD: UNA ESCUELA
La nueva Ley de Educación no mete a la comunidad en la escuela, lleva la escuela a la comunidad a la que pertenece, a la que se debe y para la cual existe. El contrato no es individual y privado entre la institución y una familia, sino entre la institución y la familia que formamos todos.
La nueva Ley de Educación prepara al joven para los retos del Milenio, para que se sepa protagonista en la crisis terminal del capitalismo financiero, la catástrofe climática, el negocio de la guerra imperialista, el hambre, la contaminación de los alimentos. Los padres deseosos de hijos “triunfadores” que se eleven aplastando la cabeza de los otros, que los envíen a Estados Unidos. Aquí formaremos jóvenes que se pregunten por qué, sabiendo que con 200 kilos de maíz anuales por cabeza se acaba el hambre en el planeta, el hambre continúa y crece aunque producimos 300 porque estos se venden al mejor postor para producir ganado de carne de buen sabor para los ricos y combustible para las camionetas.
LA ESCUELA UNA PATRIA
La nueva Ley de Educación da a la juventud la Patria que no tenía, Venezuela, la América, la Humanidad. Le ofrece vocaciones y misiones a la altura de la imaginación y el gusto más exigentes. Los libra de ver la vida a la escala mediocre de una inquietud privada y del individualismo sin individuo de la sociedad de consumo. Les permite criticar con benevolencia el fracaso de las generaciones anteriores y convertirse en una raza heroica libre de la ignorancia y superstición del mercantilismo. La educación venezolana dejará de producir seres-mercancía entrenados para consumir mercancías.
EDUCACION MILITAR
Me limito a recordar lo que vieron mis ojos envidiosos, en 1956 o 1957, en las canchas de futbol del Colegio San Ignacio de Loyola en Chacao, Caracas. Los alumnos de 5to. Año, tendidos en la hierba, cada uno con una carabina belga FN y unos cuantos cargadores de largos cartuchos metálicos con balas de madera (de práctica), recibiendo instrucción premilitar. Los curas, padres y representantes encontraban aquello normal. Era cuando la dictadura de Pérez Jiménez todavía era “un mal necesario” a la sombra de la cual se hacían buenos negocios, y los Estados Unidos aún no habían decidido reemplazarla por un gobierno “democrático” más capacitado para enfrentar la creciente crisis económica y reprimir al pueblo.
DIOS VA A LA ESCUELA
El inquisidor mayor y los sacerdotes de la Santa Hermandad de la religión como negocio y el negocio como religión dicen que se quiere “sacar a Dios” de las escuelas. Confunden mala e intencionalmente lo divino de los grandes misterios del alma humana que el pueblo intuye y nombra en Dios, con lo “sagrado” de su obsceno ministerio de traficantes de la culpa, sindicaleros del perdón y sanguijuelas del tesoro.
La jerarquía católica está dolida porque no podrá enriquecerse educando a los hijos de la oligarquía como futuros dirigentes y a los hijos del pueblo como futuros obedientes; porque ya nadie los considera ni necesita como intermediarios entre la humanidad y el universo, entre el pueblo y Dios. Un pueblo con el corazón en la mano desprecia a los obispos que tienen a Dios en el banco y al crucifijo en el bolsillo.
TARDE PARA MENTIRAS
Todo lo anterior explica qué quienes se oponen a la Ley de Educación, balbucean incoherencias, repiten mentiras y esgrimen amenazas son prueba viviente del fracaso de la educación anterior. Basta recorrer nuestro imperfecto país en movimiento para ver hermosas viceministros como recién salidas de bachillerato, directores y directoras, voceros y voceras que no llegan a 30 años, una juventud encendida de patria en cuyos ojos brillan los horizontes de la historia, dispuesta a morir defendiendo lo útil, lo justo, nuestro derecho inalienable a ser mejores. Ante esto, triste escaramuza de retirada la de la oposición contra la nueva Ley Orgánica de Educación.
Es tarde para mentiras. ¡A callar, burgueses!
rotheeduardo@hotmail.com