Los nubarrones se montaron temprano, presagiando lo que vendría después. Sin embargo, mucha gente no les prestó atención a las advertencias y los signos evidentes y salió a la calle confiada e inerme. Craso error…
En pocas horas ya caía sobre esta tierra el agua bendita del cielo, primero en garúas imperceptibles, esas que llaman “moja pendejos” y luego en brutales chaparrones que lastimaban el rostro terroso de los cerros, haciéndolo ajarse y derretirse. Comenzó a acumularse el agua entre los múltiples “diques” que artificial e inconscientemente habían construido las gentes al lanzar basura en caños, quebradas, lechos de ríos, etc.
Es que somos así: nos ocupamos de dañar nuestro entorno, construimos en sitios vulnerables, atropellamos la tierra que es nuestra madre, obviamos las advertencias y el lenguaje de la Pacha Mama, creemos que nunca nos pasará nada…
Y, sin embargo, nos pasa! No oímos consejos, ni tenemos memoria histórica. Con esto le hacemos el juego a quienes desean y luchan porque nos olvidemos del pasado y no tengamos referentes que nos permitan comparar y sacar cuentas. Lo importante es que seamos consumistas, individualistas y egoístas. Que no tengamos conciencia ambiental ni social. Que creamos en lágrimas de utilería, en emboscadas simuladas, en progresos que son atrasos, en ofertas engañosas, en propuestas supuestamente novedosas envueltas en papel oloroso a naftalina.
Mientras seguimos creyendo en este tipo de subterfugios, la misma naturaleza nos habla y nos dice que todo lo que hacemos - o dejamos de hacer- tiene un saldo y que las principales víctimas siempre somos nosotros y nosotras mismas…
Así, una pequeña nube, toda tierna ella, hasta linda, se presentó en el cielo haciendo promesas de mejores tiempos. Dejaba escapar unos rayitos de sol y se pintaba de rosas y naranjas. Y ¡zas! Cuando la gente se confió, dejó salir su verdadera naturaleza: Vaguada de impronosticables consecuencias, cargada de mucha fuerza telúrica y arrasadora. Algún vecino de Maracay, Ramón para más señas, la bautizó Maricori…ya saben, por aquello de la apariencia y la realidad…
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