El conductor de “Cayendo y Corriendo”, programa transmitido por VTV, lanzó la fórmula electoral para hacer posible la victoria de la opción chavista el próximo 6 de Diciembre. Dijo, sin más ni menos: “que se detenga la inflación y aparezcan los productos”.
Dirán al respecto Jorge, Diosdado y Nicolás ¡No me defiendas compadre!
No se vislumbra por ninguna parte que, de la noche a la mañana, se presente el Jefe del Estado con una varita mágica produciendo el milagro que pide Pérez Pirela.
Tal como están las cosas económicas en el país no pareciera poderse hacer más nada, por ahora, que seguir achicando el agua que está ahogando la confianza y la credibilidad. Los daños producidos a la economía del país son estructurales y necesitan de reparaciones mayores imposibles de solventar en sesenta días o menos.
Entonces, en parte tiene razón nuestro camarada con la salvedad de estarle pidiendo al gobierno algo imposible de cumplir con resultados en tiempo real.
El aporte político del comunicador televisivo a la campaña electoral del PSUV y sus aliados es sin embargo estimable y digno de ser tomado en cuenta por el Comando de Campaña chavista.
Se trata de agregar, según Pérez Pirela, un componente pragmático a la campaña electoral que complementen la exaltación del Comandante Eterno y al discurso político partidista que por sí solos son insuficientes. Si esta propuesta no es factible habría que darle más que una explicación al país. No habría otra alternativa que asumir, por parte del gobierno, la responsabilidad por lo que está ocurriendo con el desastre económico. Lamentablemente no basta con echarle las culpas del desaguisado a la guerra económica, vale decir al imperialismo y al capitalismo, ésta es parte de la verdad pero no toda. También son ciertas la ineficiencia, la corrupción, la burocracia, las decisiones equivocadas y la prepotencia existentes.
La revolución bolivariana tiene que asumir la responsabilidad autocrítica de su crisis propia y no esconder la basura debajo de la alfombra. El problema es que los votos del chavismo duro, muy significativos por cierto, no son suficientes para una victoria popular. Hay una periferia que siempre ha acompañado al chavismo, electores ganados por la política de inclusión, pero ese respaldo no es automático ni irreversible y está afectado como toda la sociedad, en esta coyuntura, por el descontento y la frustración. Se trata de un denso sector popular que no se puede llevar vapuleado, manipulado ni con los ojos vendados a las urnas electorales. Es una masa de votantes que padece, piensa y carga sobre sus hombros el peso de la crisis la cual debe ser planteada con claridad y sin tapujo. Se necesita coraje y valentía para afrontar las culpas que haya que reconocer con propósitos de enmienda y rectificación. De esto depende posiblemente que renazcan la confianza y la esperanza puestas en duda.
El gobierno y mucho menos la oposición han presentado al país un plan práctico coherente y realizable para enfrentar la crisis con medidas inmediatas más allá de la generalización de aumentar la producción. Mientras tanto la economía hace agua por todas partes y el país se hunde en el desasosiego y la incertidumbre.
En estos momentos de angustia y desilusión recomiendo leer, analizar y discutir la autocrítica de Fidel Castro por el fracaso económico de la Zafra de los 10 millones. Allí reconoce el fracaso del aparato burocrático de la revolución, de él mismo y de sus dirigentes. Desenmascara los errores de la economía sin importarle que los enemigos exploten la vergüenza producida a la revolución si esa vergüenza se sabe convertir en fuerza, en espíritu de trabajo, en dignidad y en moral.