La socialdemocracia y el socialcristianismo, han sido los movimientos doctrinales, más impulsores de la vía electoral, como camino a una presunta justicia social. Este determinismo electoral, conduce a la clase trabajadora a luchas sólo economicistas, al respeto del orden burgués imperante, y a la conciliación de clases con la burguesía. La Revolución Bolchevique Rusa, exploró otra vía, y resucitó la lucha de clases como la mayor y eficiente arma de la clase trabajadora.
El reformismo socialdemócrata, se reactiva en los años ochenta del siglo decimonónico, con el aparecimiento del “fabianismo inglés”, lo que fortalece el reformismo en el seno de la socialdemocracia mundial. Años después será “el revisionismo” a los clásicos marxistas, lo que se pone de moda. Para los fabianos, al socialismo se llega por cambios progresivos y graduales dentro del sistema capitalista, considerando que el capitalismo traía consigo el socialismo. Esta tesis ha alimentado el reformismo socialdemócrata hasta hoy.
En 1896, Eduardo Bernstein, escribe en la prensa alemana su trabajo “Problemas del socialismo”. Este astuto personaje llegó a ser muy amigo de Federico Engels. Engels naturalmente tuvo acceso a toda la obra de Marx, y después de su muerte fue el encargado de velar por su obra y elaborar los tomos dos y tres del Capital para su publicación. En esta delicada labor estuvo metida la mano fétida de Bernstein. Después de muerto Marx, las ideas socialdemócratas merodearon frecuentemente en el pensamiento de “El General” (Engels), entre ellas la vía electoral que al igual que el cientificismo positivista, en particular la biología, la química y las matemáticas, llamaron su atención. Los manuales rusos terminaron “acomodando” el marxismo al interés estalinista, así, “La evolución de las especies” de Darwin, es asimilada a la misma lucha de clases en el plano de la política. Con estas mentiras se “formó” mi generación.
Desde la visión hegeliana de la historia, la idea de que la historia marcha por etapas, tuvo un importante éxito, hasta que el genio de Marx, descubrió la falsedad de esta afirmación Engels sutilmente sostuvo éste criterio hegeliano y después de muerto Marx, dio rienda suelta a su creencia “etapista”, coincidiendo con los socialdemócratas. La vía electoral era incorporada como contrabando marxista. La lucha de clases podía ser suplida por la lucha electoral, y los éxitos electorales producirían reformas que conduciría al socialismo. Tremendo contrabando teórico diría el Comandante Chávez. Las luchas de clase y la violencia social, quedaban relegadas. Que hoy nuestro gobierno, insista en “el desarrollo de las fuerzas productivas”, y la vía pacífica electoral y reformista para supuestamente llegar al socialismo, ya sabemos de dónde viene. No es de extrañar que los mejores asesores del Presidente Maduro sean socialdemócratas. En parte, esto explica los errores en política económica que tienen al gobierno al borde del abismo.
En 1899, la polaca-alemana Rosa Luxemburgo, con su “Reforma Social o Revolución” enfrenta el reformismo de Bernstein, señalándolo como un peligroso traidor a la clase trabajadora. Contra los fabianos de ayer y los de hoy, que dicen que no se conoce a ciencia cierta cómo se construye el socialismo y cuál es su camino, y por lo tanto en este adivinar todo vale, podemos aclararles y acortarles el camino con las apreciaciones del filósofo Ludovico Silva, quien afirma categóricamente que sí hay un camino al socialismo, pero “muy imperfecto”. ¿Cuántos hipócritas fabianos tenemos hoy en el gobierno? La Revolución rusa vino a demostrar que la historia por “etapas” (Modos de Producción) no es válida universalmente. Por esto más que el desarrollo de la fuerza productiva, prefiero el desarrollo de la consciencia de clase. Si aún quedan dudas, recuérdese la Revolución bolchevique de Lenin, la China de Mao o el Vietnam de Ho Chi Min. Lo que hoy ocurre en Rusia, China y Vietnam, está distante de sus inicios revolucionarios. De continuar “el reformismo” en Cuba, Fidel no será absuelto por la historia.
El reformismo no pretende erradicar los problemas esenciales creados por el capitalismo, extirpándolo de su raíz. Prefiere los cambios pacíficos permitidos, no porque sean ignorantes, imbéciles o torpes, sino porque precisamente se proponen salvar al capital, adormeciendo la conciencia de los trabajadores.
La II Internacional (1889-1914), consideró que la cuestión de clases es apenas algunas diferencias ocupacionales, contradicciones que se diluirán en el vientre del capitalismo, y colorín colorado, estaremos en “La paz perpetua”. Por cierto “La coexistencia pacífica”, fue en Venezuela “la paz democrática”, que terminó por apagar (momentáneamente) los sueños de mi generación. ¿Y qué será de la vida de nuestra izquierda?
Será la revolución bolchevique (1918) la que implosionara el comportamiento conciliador de fabianos y socialdemócratas. Los reformistas defendiendo la vía pacífica electoral y la revolución bolchevique empujando su “Dictadura del Proletariado”. Trotsky aupando la sentencia de Marx: “La revolución es permanente”. En la Rusia de entonces no había el fulano “desarrollo de las fuerzas productivas”, por lo tanto un país industrialmente atrasado, pero fue “el eslabón más débil” por donde reventaron las esperanzas socialistas. Es decir, se demuestra que no es rigurosamente cierto el transitar de todo el desarrollo del capitalismo para construir el socialismo. Que después de muerto Lenin en 1924, este socialismo se desviara y terminara siendo un brutal capitalismo estatista y burocrático, será tema para otro artículo. La revolución rusa se detuvo en Rusia y el reformismo alemán le preparó las condiciones al cruel fascismo.
La II Guerra Mundial (1939 al 45), dejó casi 50 millones de muertos, lo que permitió al capitalismo un largo periodo de crecimiento, y a los soviéticos la urgencia de reconstruir su patria. En los dos modelos, las fuerzas productivas encontraron espacios. Los socialdemócratas, hacen suya la tesis del “Estado de bienestar”, igual la reclamaba la izquierda. En 1951, La Internacional Obrera Socialista cambia su nombre por Internacional Socialista. Qué casualidad: Lo de Obrera desaparece. Pero las mieles del capital no durarían mucho, y en la década de los sesenta, las crisis se van manifestando visiblemente, y los socialdemócratas se olvidan de su “Estado de bienestar” y encuentran más cónsono, para paliar la crisis, la tesis neoliberal. Mientras tanto en los espacios de las luchas populares, los nacionalismos, los antiimperialismos, el anarquismo, comunismo, el socialismo, y el trokysmo, poco a poco marcaban su impronta.
Este recorrido apuntalador de luces emancipadoras, se irá “achicopalando”, con la conciliación de movimientos de izquierda, que respetando el derecho burgués, se plantean una “paz democrática”. Tanto en Europa como en América, muchos partidos de izquierda incluyendo los comunistas, fueron penetrados por el capital, y terminaron por cercenar todo el proyecto revolucionario. Ahora el dilema no era “Socialismo o barbarie”, sino reformismo social o fascismo.
Todos sabemos que el capitalismo no es estático, necesita reformarse permanentemente, particularmente en el campo científico, con sus innovaciones tecnológicas, sus obsolescencias inducidas, el desarrollo de su asesina carrera armamentista, la apropiación a cualquier costo de materias primas, el control de gobiernos y mercados, y el uso bárbaro de sus poderosos medios de comunicación. Sus crisis son consustanciales a su metabolismo, sus conflictos sociales a su lógica, de querer convertirlo todo el capital.
Vivimos hoy una profunda crisis estructural del sistema capitalista, pero nuestro gobierno se empecina en crear políticas que oxigenen al capital. Luego haciéndose el ingenuo, se queja de la conducta agresiva con que el capital ha tratado a este proceso bolivariano. Para el capital o son ellos o somos nosotros, para el gobierno “aquí cabemos todos”. Es la mentira del “Arca de Noé” donde todos convivían y el animal grande no se tragaba al chico ni al humano. Podemos estar a cuatro semanas del abismo: “Lo terrible no es la caída, lo terrible es la pendiente” F Nietzsche. (Nos veremos el próximo sábado).