Hoy los saqueadores son los capitalistas, y los saqueados, los consumidores

La ilusión de la Competencia ha oscurecido el origen del valor  y, sobre todo, del precio de las mercancías. En la presente Guerra Económica todos los precios comerciales son sobreinducidos ya que, según explicaremos, todos los precios comerciales  son ya inducidos desde la producción en situaciones normales.

Partamos de que estamos frente a dos tipos de precios: p. de producción y p. comerciales. Los primeros son también precios comerciales aunque directamente tomados de los valores creados en la producción de valores de uso, y son referenciales para la determinación de los precios comerciales concretados en el mercado.

Los precios de producción expresan la intimidad que caracteriza loas fases productiva y comercial de la producción capitalista. El capital circula a través de  sus diferentes formas de presentación: Capital dinero, c. productivo y c. mercancía.

En condiciones convencionales, los precios de producción[1], en particular, nos van a demostrar que las oferta y demanda-del mercado-donde se concretan los precios de mercado y el de venta, no tienen vida autónoma, que ambas categorías presentes en la circulación no son tales,   no les pertenecen al mercado, sino que tanto la oferta como la demanda son predeterminadas o inducidas por la producción. Sin embargo, eso ocurre en condiciones normales porque en las actuales condiciones de una auténtica guerra económica el cuadro es otro. En la presente guerra económica los precios se han despegado completamente de la producción y no es en ella dónde ni cómo eficazmente se podría frenar el presente saqueo comercial que viene aplicando la burguesía.

Esos precios de producción convencionales son los mismos precios comerciales o de mercado. Con ellos todos los capitales, con independencia de sus volúmenes particulares, es decir, sin importar las diferentes composiciones orgánicas de capital en funciones productivas,  con independencia del tipo de valores de uso, alcanzan, en promedio y mediante la competencia entre todos ellos, una tasa media de ganancia, y al mismo tiempo conservan el equilibrio intersectorial en cuanto a las producciones de medios de producción y   las de bienes de consumo final e intermedios. Veamos la siguiente fórmula explicativa al respecto:

Sean estos 2 sectores de producción de mercancías varias:

 I.- Medios de producción (de capital constante), y

 2.- Bienes de consumo final (de capital variable y plusvalía).

 En términos de capital, respectivamente, estas son sus estructuras de costo que damos por conocidas:

1.- c1 +v1 + pl1 = V1 = c1 + c2   (1)                               

2.- c2 +v2 + pl2 = V2 = v1 + v2 +pl1+pl2. (2)

Por simplificación, en esas ecuaciones: c2 = vl + pl1.  (3)

Eso significa que el valor de los medios de producción del segundo sector  = al valor de  las necesidades de consumo del primer sector por parte de asalariados y capitalistas, en condiciones de Reproducción Simple o sin acumulación alguna.

 Hasta allí se garantiza el equilibrio intersectorial, pero falta saber qué grado de estabilidad intersectorial tienen los capitales en función de sus montos  particulares en cada sector ya que las diferentes composiciones orgánicas (de capital) no la garantizan cuando las mercancías se vendan estrictamente al valor-trabajo contenido en ellas[2].  

 Repetimos, en condiciones normales, la solución a este problema de estabilización la ofrecen los precios de producción, o sea, la oferta al precio de mercado llamado por Marx[3] precio  de producción en cada sector de sus mercancías. Estos precios de producción o p. de mercado son precios sociales, promedios, a partir de la concurrencia competitiva de todos los capitales que siempre estarán buscando colocar sus fondos en aquellos sectores que ofrezcan mayores tasas de ganancia que las suyas, tasas que suelen ser inferiores en los capitales de alta composición orgánica,  y superiores  en aquella empresas contratistas de más mano de obra que de medios de producción  en términos proporcionales[4].

Así terminan quedando los valores ahora transformados en precios de producción, dadas las mismas variables y sus respectivos valores de capital:

1.- 80 20 20 =120  (4)

2.- 40 60 60 =160, (5)

Allí veríamos una economía desestabilizada mientras se dé una tasa común de plusvalía = 100%, y unas tasas diferentes de ganancia = 20% y 60%, respectivamente.

La necesidad de ajustarse a una tasa media de ganancia es obligante para lograr la estabilidad entre todos ellos en torno a una tasa media de tal manera que les resulte indiferente el tipo o ramo fabril al que se dediquen.

  Por esa razón, allí entran en juego los precios de producción sobre la base de una tendenciosa tasa media que es resultado de las pujas productivas de las ofertas y migraciones de capitales de baja tasa de ganancia propia,   = 40% para ambos sectores que venderán a estos precios de mercado:

 1.- 80+ 20+ 40 = 140, al costo de 80+ 20 +20 =120, y  tiene una ganancia extra más allá de su plusvalía interna, y  

2.- 40 60 40 = 140, al costo de 60 60 40 =160, tiene una pérdida de su plusvalía interna trasegada al otro sector con mayor composición orgánica de capital.

 Así, pues, en esas ecuaciones vemos cómo el sector 1 vende al precio de producción = 140 lo que le costó 120, y el sector 2 vende al precio de producción = 140 lo que le costó 160.

 Así las cosas, es impensable que cada empresa pretenda vender según sus costes al valor[5]  porque sólo algunas lo hacen con precios de costes sociales o medios; otras lo hacen con costes o valores inferiores  y con los precios de mercado-de producción-obtienen sobreganancias igualadoras de sus  tasas de ganancia, mientras otras empresas productoras operan con valores superiores aunque reciben igual tasa, de allí que todas tomen como satisfactorio el precio que el mercado ofrece  como resultado de competencias ya practicadas.

Son los precios de mercado a los que la competencia interproductores contribuye a su formación. Cuando Marx los designa como precios de producción lo hace para que se deje en claro que los precios no los forma la competencia entre demandantes y oferentes, entre la oferta y su demanda-no se forman en el mercado-, sino en la producción, con competencia, sí, pero realizada entre oferentes que lanzando sus precios de fábrica, dejando de fabricar esta o aquella mercancía y dedicándose a la fabricación de una u otra, es decir, mediante migraciones de capital hacia donde haya una tasa de ganancia mejor que la suya, entonces la oferta y los precios derivados terminarán garantizando una tasa de ganancia media estabilizadora del mercado, de la producción, es decir, de la circulación del capital.

Sin embargo-lo estamos viendo y sintiendo-también los oferentes pueden determinar o sobreinducir los niveles de precios del mercado sin pasar por los precios de producción, como lo estamos sufriendo actualmente. Lo hacen, como ahora, con el mayor desequilibrio de la producción, desequilibrio entre el sector de medios de producción y el de bienes de consumo final, y de allí la anarquía que estamos sufriendo.

Digamos que ahorita la producción anda por un lado y el mercado, por otro[6] porque esas fases por ahora no están encadenadas, o sea, el capital está dejando de circular normalmente[7].  

 Los frecuentes desequilibrios de la producción u oferta respecto de la demanda anarquizada del modo capitalista respecto de la demanda real y solvente son “normalmente” exclusivos de la producción, propios de la forma y cuantía que el capitalista mantiene según sus particulares intereses ya que ningún capitalista busca satisfacer necesidades  sino acrecentar su capital, sus inversiones de capital, de dinero.

  Asimismo, los capitalistas pueden optar-como lo están haciendo-por imponer de consuno precios de mercado despegados totalmente de sus costos de producción, del valor creado en las fábricas. Lo estamos viendo, sólo que el gobierno cree y desea imponer el Derecho o la Política al mercado, o sea, imponer el interés subjetivo al interés objetivo que marca el mercado controlado por la clase dominante ya que, a pesar de que son los capitalistas los que imponen los nuevos precios de mercado sin pasar por la producción, también están conscientes de que la Economía actúa con sus leyes estructurales, suben arbitrariamente los precios y dejan que estos sean[N1]   tomados en cuenta por los fabricantes e intermediarios.

En condiciones normales, los precios de mercado son precios sociales, precios promedios que surgen como resultado de la confluencia en el comercio de todos los volúmenes de producción ofrecidos aisladamente por todos y cada uno de los productores u ofertantes iniciales. En el caso actual no convencional, son el resultado de decisiones de todos los capitalistas cuadrados en contrarrevolución. Digamos que los capitalistas están sobreinduciendo los precios de mercado.

De allí que mal pueda pedírsele, ni siquiera sugerírsele, a ningún capitalista productor que fije sus precios según sus particulares costos de producción más una predeterminada tasa de ganancia. Hacerlo es desconocer que los fabricantes suelen producir según unos costos muy particulares, pero,  si en condiciones normales   mal puede esperarse que vendan a su personalísima conveniencia, en condiciones anormales-como la presente-sí pueden  hacerlo y lo están haciendo porque no compiten entre sí, sino juntos contra el gobierno.

Están vendiendo al precio que les garantice una tasa general o media y además el malestar social, el hambre que están causando a fin de malquistar al gobierno y responsabilizarlo de semejante problema.

En condiciones normales, la competencia entre ellos resultaría inevitable hasta alcanzarse un precio medio que, según dijimos, garantiza tasas de ganancia iguales para cada sector, para cada fábrica, para cada capitalista, un precio social, como si todo el capital y toda la oferta pertenecieran a un capitalista global. Hoy no se trata de precios sociales, sino de precios clasistas.

Los textos de Heinrich f. v. Stackelberg (Principios de Teoría Económica), de su discípulo José Castañeda (Lecciones de Teoría Económica) y otros seguidores suelen hablar erróneamente de competencia entre compradores y vendedores como determinantes de los precios y de las ganancias. Hablan de pujas entre demandantes y de otras imprecisiones.

Así, durante la guerra económica actual estamos ante una coyuntura no convencional. Inclusive,  la producción pudiera mostrase equilibrada y los precios de producción potenciales ser los que garanticen una tasa media de  ganancia, pero, ya no se trata de estabilidad ni de equilibrio en la producción, sino de desequilibrio inducido de mercado y de la  constante tendencia de todos los comerciantes a ganar la misma tasa de ganancia ya no sujeta al plusvalor ni al valor, sino a los precios de venta hallados en el mercado sin que estos se correspondan con los precios de producción que serían derivaciones reflejas de los valores creados en las fábricas y mismos valores que sí responden a estructura de costos.

Se trata de una guerra de mercado donde las víctimas son  los consumidores. Se trata de una suerte de saqueo que están realizando los comerciantes y fabricantes contra el pueblo consumidor, sin que este, desgraciadamente por ahora, no tenga quien lo proteja con la eficiencia y urgente  eficacia como sí lo tuvieron los comerciantes y fabricantes en Venezuela  aquel  27/2.

El fenómeno está discurriendo de la siguiente forma: Empresas estratégicas de la alimentación y medicinas e higiene   en general  deciden vender con una tasa de ganancia netamente especulativa, como si esos fueran   precios de  mercado,   precios ya no de producción, sino precios inducidos del mercado. Con estos elevados precios se garantizan una alta tasa de ganancia. Luego, los intermediarios se abocan a garantizarse una tasa de ganancia igual y todos empiezan a tomar en consideración los precios de mercado iniciados por los fabricantes y primeros distribuidores de mercancías  importadas, y así lo hacen los intermediarios medianos y pequeños quienes tienden a los mismo cual efecto dominó.

Y en la Economía nacional terminan imponiéndose precisos exagerados completamente apartados de los precios de producción porque ya no se trata de una guerra entre capitalistas, sino de la alta burguesía y el presente gobierno.

Como el gobierno se deja llevar por el mismo Derecho penal burgués, los muertos los está poniendo el pueblo, mismo pueblo que se está empobreciendo aceleradamente, mientras el gobierno se abstiene de frenar por la fuerza los abusos y el desenfreno de la alta burguesía, verdadero frente de guerra y foco de la escasez, del acaparamiento y de  la fijación de precios al mayoreo que ya no se corresponden con ninguna estructura de costo.

Hasta ahora, cuando los saqueadores han    sido los pobres y hambrientos, el Ejército Nacional los ha masacrado y hasta ha indemnizado a los comerciantes, pero por ahora el pueblo no cuenta con nadie que les ponga un freno eficaz a los burgueses saqueadores actuales. El mundo al revés como lo dijo alguien.

Si estos precios especulativos siguen vigentes ante la impotencia jurídica y ejecutiva burguesa del Nuevo Ejército Nacional y del Propio Poder Ejecutivo, entonces  el gobierno podría  reconocerlos  para lo cual debe decretar nuevos salarios mínimos del orden de 4 o 5 veces el que rige actualmente. Ya hemos aclarado que las monedas fiduciarias carecen de   limitaciones cambiarias paritarias entre  sí; la paridad cambiaria sólo rige cuando rige el patrón oro y afines con monedas de diferentes pesos.


[1] Estos precios remarcan la fuente del valor y de todos los precios del mercado. Se forman como resultado de la competencia entre los capitales de un  mismo sector, del ramo productivo  y de todos ellos a fin de que impere finalmente una tasa de ganancia media para momentos y lugares dados, momentos que suelen ser dinámicos según el mayor o menor grado de desarrollo de las fuerza productivas.

[2] Vender estrictamente al valor particular que suelen albergar las mercancías producidas en medio del caos productivo inherente al sistema capitalista de producción es irrespetar que el valor o trabajo contenido en las mercancías-fuente de ese valor-es por excelencia un valor social o promedio lo que supone que se logra sólo vendiendo al precio que Marx llamó precio de producción, una categoría macroeconómica o derivada de toda la producción en su conjunto. 

[3] Marx llamó  precio de producción al precio de mercado porque no necesariamente e este precio de mercado terminan vendiéndose las mercancías cuando surgen desbalances entre la producción realizada anárquicamente y la demanda solvente de cada día o que se va dando según los hábitos de consumo, muchos de los cuáles son inducidos publicitariamente.

[4] Véase mi obra: PRAXIS de EL CAPITAL-marmacster@gmail.com.

[5] Costos inclusivos del plusvalor, se entiende: V = c + v +  pl. Cuando este valor se iguala al costo medio garantiza una  tasa media. Habrá casos donde V = c + v +pl (+x  o -x).

[6] El hecho de que se esté exportando sin la garantía del abastecimiento doméstico, por ejemplo, con el  llamado contrabando de extracción, ya es una clara manifestación de desequilibrio productivo  entre la oferta-demanda de las mercancías inducido  en lugar de ser evitado.

[7] Véase mi trabajo citado, y el Libro II de El Capital, de Carlos Marx.

 



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Manuel C. Martínez


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