Estamos próximos a cumplir 25 años del 4 de febrero de 1992, fecha memorable e histórica que marcó un antes y un después en la historia patria. La mayoría de los venezolanos y venezolanas recordamos aquel mensaje claro, contundente y pleno de compromiso del comandante Chávez en el que asumía la responsabilidad de ese movimiento y llenaba de esperanzas al pueblo con aquel “Compañeros: lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos, no fueron logrados…vendrán nuevas situaciones… El país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor…Y yo, antes el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano”. Luego vinieron las explicaciones que motivaron esa rebelión cívico-militar o insurrección armada; misma que, nunca ha sido reconocida – por quienes la protagonizaron – como un “Golpe de Estado”, aunque otros lo califiquen de tal. Lo cierto es que, una de las razones más importantes esgrimidas en su momento y que se sigue enarbolando como explicación de ese hecho histórico –en el que cayeron varios compatriotas– es que la juventud militar no aguantaba más los altos niveles de deterioro ético y corrupción que percibían y, seguramente, conocían de cerca algunos de ellos. Podredumbre que no sólo era propia de la élite política de la época, en la que Acción Democrática, COPEI y, luego, Convergencia, eran los partidos mayoritarios, sino también, era inaguantable el tufillo nauseabundo, o la hediondez, que se respiraba en los altos mandos militares de esos tiempos.
Esto me recuerda que hace unos meses fue entrevistado, en un programa televisivo, uno de los principales líderes del 4F: el ex Gobernador de Mérida, ex Constituyente y Alférez Mayor, para la fecha, Capitán, Florencio Porras Echezuría, y reconozco que fuimos sorprendidos cuando dijo algo así como: “Por muchísimo menos nos alzamos el 4F de 1992” Nos quedó, entonces, una preocupación por esta aseveración tan tajante del apreciado compatriota y nos quedaron rondando muchas interrogantes: ¿Por qué Florencio se aventuró a hacer esta afirmación? ¿Por qué lo hizo en este contexto tan difícil para el país? ¿Será cierto lo que dice y/o está aprovechando la situación para liderar una posición o corriente política? ¿Qué sabe Florencio que no sabemos los demás? ¿Tendrá pruebas o son especulaciones? ¿Si tiene pruebas por qué no procede a hacer la denuncia formal? ¿Tan mal estamos hoy con relación a los días previos al 4F de 1992? ¿Por qué Florencio no forma parte del equipo de gobierno de Maduro, si fue uno de los líderes del 4F y dos veces Gobernador de Mérida? ¿Será porque no quiso formar parte del PSUV y por ser crítico? ¿Son sus diferencias con líderes importantes lo que lo hace actuar de esta manera? ¿Acaso Florencio está ahora a favor de la oposición y terminará apoyándolos o acaso creará o se aliará a una alternativa diferente al “Chavismo”? ¿Puede ser considerado un traidor o un renegado del espíritu que lo motivó el 4F de 1992? En fin, me pregunto: ¿Será que Florencio y otros militares – de distintos rangos- están de acuerdo con que haya una nueva rebelión militar o se concrete un Golpe de Estado?
Ahora bien, lo que me ocupa, en esta reflexión, es su tajante afirmación de que: “Por muchísimo menos nos alzamos el 4F de 1992” y nos haga esta denuncia que puede ser vista como una “alerta temprana”, de que la situación ética, moral, de valores y principios, por los que estuvieron dispuestos a arriesgar su vida, es hoy mucho peor que la que vivieron antes del 4F de 1992. Preocupa porque él es, junto a otros, – como Ronald Blanco La Cruz – uno de los líderes claves, a quien le correspondió, nada más y nada menos que, la responsabilidad de tomar el Palacio de Miraflores. Lo que para mí refleja la elevada confianza que el comandante Chávez tenía sobre ellos para asignarle tan alta responsabilidad. Él arriesgó su vida y la de sus comandados, no lo hizo a distancia y no fue de los que apareció más tarde pidiendo que lo pusieran preso, porque dizque también estaba metido en la jugada, como lo hicieron – al parecer – algunos de los que aparecieron presos con motivo del 4F. Esa es, según me han contado, la verdad histórica. Quienes fueron sus protagonistas lo sabrán.
Considero entonces, tratando de ser lo más imparcial posible, que quienes participaron en esta gesta heroica, estén en la obligación de analizar objetivamente esta afirmación, incluyendo al propio Florencio Porras Echezuría, quien debería aclararnos en qué se fundamenta para decirlo y, si estuviera equivocado, que rectifique. ¿Qué opinan, por ejemplo, aquellos que como: Ronald Blanco La Cruz, Edgard Hernández Behrens, Iván Freites, Diosdado Cabello, Vielma Mora, Francisco Arias Cárdenas, Gerardo Márquez, Freddy Bernal, Pedro Carreño, Rubén Ávila, entre otros, participaron y asumieron, con hidalguía, las consecuencias de esa heroica acción? Por cierto: llama la atención que no aparece ninguna mujer militar jugando un papel significativo el 4F, hasta donde conozco. Señal de que el “machismo patriarcal”, apenas está siendo sustituida como consecuencia del 4F y, sobre todo del 6D de 1998, a partir del 2F de 1999.
Por otra parte, me pregunto: ¿Qué opinan, sobre esta afirmación, los civiles que estuvieron involucrados, comprometidos, que participaron, o se incorporaron luego, tales como: Douglas Bravo, Adán Chávez, Aristóbulo Isturiz, Cilia Flores, Blanca Eeckhout, Elías Jagua, Alí Rodríguez, Rafael Ramírez, Jorge Rodríguez, Gladys Gutiérrez, Tareck W. Saab, María León, Marelis Pérez, Luisa Ortega Díaz y, por supuesto, el propio Presidente Nicolás Maduro…?
Y, a todas estas, ¿Qué piensa el pueblo llano? Seguramente habrá distintas percepciones al tratar de responder estas interrogantes:
¿Estamos o no en peores condiciones éticas, morales, económicas, políticas, sociales…que antes del 4F de 1992? ¿Acaso el 4F, sirvió – sin estar previsto – para quitar unos bandidos, corruptos, pecuecas e incapaces, para que se instalen otros de mayor pestilencia? ¿Se han reunido de nuevo quienes participaron, ese memorable 4F, para reflexionar y analizar crítica y constructivamente, sobre los alcances, logros, desaciertos, fallas y el sentido de trascendencia de lo que arriesgaron ese día? Si no lo han hecho ¿Por qué no lo hacen? ¿No les parece que a pesar de sus diferencias, sería un buen ejercicio y un magnífico ejemplo para las nuevas generaciones de jóvenes – sobre todo militares – que se preguntaran: ¿Por qué algunos han traicionado los ideales, propósitos u objetivos que se plantearon o por qué hay la percepción, en algunos de ustedes mismos, que ahora, por ejemplo, los niveles de corrupción y de ineficiencia gubernamental son peores que antes? ¿O no es así? ¿Cómo demostramos una cosa u otra? Y si fuera verdad esta afirmación: ¿Cómo conmemorar 25 años de un acto, valiente y digno, que algunos de sus líderes piensan que se ha convertido en una morisqueta? ¿No sienten, algunos de ustedes: vergüenza, pena, dolor, angustia, rabia, impotencia, arrechera, resentimiento, remordimiento, indignación… o, por el contrario, sienten: alegría, felicidad, orgullo, satisfacción y el decoro de haber cumplido con su misión? Y para ir un poco más allá, pensando en quienes tuvieron la responsabilidad de la rebeliójn militar del 27 N de 1992, me pregunto:
¿Qué opinan el General Francisco Visconti, el actual Ministro, Wilmar Castro Soteldo o el Diputado William Fariñas o el ex Gobernador Luis Reyes Reyes? ¿Han sido acaso ustedes más coherentes, consistentes y comprometidos que los compañeros militares que participaron el 4F? ¿Y qué opinarán los hoy poco recordados: Urdaneta, Uson Ramírez, Baduel, Andrade, Lameda y Acosta Chirinos? ¿Qué opinarían si estuvieran vivos los ya poco recordados: Lina Ron, Luis Tascón, Müeller Rojas o, incluso, Luis Miquilena? Y, con pesar, lástima que no podamos escuchar lo qué opinaría, hoy en día, el líder indiscutible del 4F: el comandante Hugo Chávez Frías. Quien un 4F de 2005, calificando ese día como el “día de la dignidad”, señaló: “porque fue dignidad lo que brotó de los cuarteles, fue dignidad lo que brotó de la juventud militar venezolana”.
¿Quiénes de los que participaron el 4F mantienen incólume esa dignidad?
No me atrevo a mencionar a quienes siempre han estado en la oposición o se pasaron, como tantos que han saltado la talanquera, porque ya la respuesta es obvia e interesada. Si me preguntaran mi humilde opinión, creo que no es así. Hoy los niveles de logros y avances éticos, morales, políticos, sociales e incluso económicos – a pesar de la circunstancia que vivimos – son mayores que antes del 4F de 1992. Seguramente, es mi íntimo deseo. A la vez, tengo referencias de que hay importante deterioro de la probidad en la administración pública. Ahora, si me piden pruebas no las tengo. Sólo recuerdo aquella expresión popular que dice: “cuando el rio suena, piedras trae”. Por eso he dicho que, si algún problema es prioritario y afecta transversalmente al resto de los problemas, o necesidades insatisfechas, es el problema de los inocultables hechos de CORRUPCIÓN y de deterioro de valores y principios que, como dijera alguna vez el Presidente Chávez, ya se han hecho parte de la cultura del venezolano, es un problema estructural que venimos arrastrando desde hace siglos. Como la historia suele, ser recurrente y tiende a volver a repetirse, estamos obligados a estar alertas y tomar medidas correctivas oportunamente.
Para muestra un botón, breve, de la historia patria:
Luego de la Revolución de Octubre de 1948, mucho se especuló y se dijo sobre el papel de los militares y de su alianza con Acción Democrática, en un artículo publicado en “El País”, en Caracas, el 21 de septiembre de 1948, pág 4, bajo el título: EL CUENTO DE LA “REVOLUCIÓN TRAICIONADA”, se señala que ese calificativo fue un “cuento drogático de COPEI, sus líderes y su diario oficioso”, y a la letra agrega, además:
“La Revolución de Octubre se hizo para restaurar la usurpada soberanía del pueblo, para poner cese a la inmoralidad administrativa y a la iniquidad política, para imponer normas de justicia social y para dar eficacia a los servicios del Estado, para reconstruir la arruinada, casi desaparecida, economía natural de la nación…hubo una revolución planeada entre los dirigentes de la Unión Militar Patriótica y los líderes de Acción Democrática, esa revolución se hizo por obra de las dos fuerzas, triunfó, está en marcha. Es la sencilla verdad que no admite dudas y como así ocurrió y así sigue siendo, no hay posibilidad de militares reclamando el Poder y dolidos de supuestos malos usos del mismo. La lealtad inconmovible de las Fuerzas Armadas a la Revolución de Octubre y a las entidades del Poder Público que en virtud de la Revolución nacieron de la voluntad nacional, es axiomática…” (Subrayado nuestro)
Chávez, nos invitó y nos enseñó a volver a revisar nuestra historia y, de seguro, había cosas que él mismo desconocía. El 4F de 1992 y lo que devino después, se parece mucho a hechos y situaciones que ya hemos vivido en el pasado y, por tanto, quienes han escudriñado y profundizado en la historia venezolana y mundial, saben que suele darse un fenómeno parecido al que ocurre en las “Constelaciones Familiares”: La historia vuelve a repetirse, con variantes, porque no hemos hecho o no hemos sabido hacer “el trabajito” para ponerle punto final a esa recurrencia histórico-ancestral que nos permita, estructuralmente, cambiar el ritmo zigzagueante y recurrente de la historia. A 25 años del 4F de 1992, unos actores fueron cambiados por nuevos rostros y los males por los que lucharon han aparecido de nuevo y estos nuevos actores – si se descuidan y no cumplen con los que los movió a hacer lo que hicieron– podrían ser sustituidos por rostros parecidos a los que en el pasado ellos sustituyeron o por valientes y decididos lideres y/o lideresas. Es una ley ineluctable aún en medio de tanta incertidumbre e indeterminismo y finales sorpresivos.
Finalmente, en verdad, reconozco que no tengo suficientes elementos e información –procesada e inteligenciada – como la puede tener, seguramente, Florencio Porras o el general Miguel Rodríguez Torres, quien estuvo muchos años en los Servicios de Inteligencia y debe estar bien informado, o cualquiera de los que he señalado y de quienes esperamos, puedan hacer algún comentario o aporte sobre el particular, para así poder responder estas interrogantes con las que inicié este artículo, interesado como estamos en que se sepa la verdad y se tomen las medidas correctivas necesarias para salvar esta esperanza.
En estos días recordamos, mientras disfrutábamos de los actos conmemorativos del cumpleaños del General del Pueblo Soberano, Ezequiel Zamora, y analizando la película sobre el valiente y hoy recordado líder del pueblo, volvimos a encontrarnos con la paradoja de Páez: por un lado como reconocido impulsor y actor fundamental del proceso de Independencia y, más tarde, convertido en un Oligarca Terrateniente, al que debió enfrentarse Ezequiel Zamora. No podemos permitir que esto vuelva a ocurrir. Quienes participaron en aquella inolvidable gesta del 4F, deben ser modelos de rectitud, probidad, compromiso, entrega y desprendimiento, por los ideales por los que han arriesgado su vida, no sólo el Presidente Chávez y quienes participaron el 4F de 1992; sino miles de hombres y mujeres, civiles y militares, como nuestro recién reconocido y recordado Fabricio Ojeda, paradigma indiscutible, de dignidad.
Ocultar nuestras heridas no es buen “negocio”, se lo escuché decir al Presidente Nicolás Maduro. Entonces, ya basta de esconder lo que es vox populi: Algunos de quienes ayer lucharon el 4F por la decencia y la moral pública, hoy dejan mucho que desear y algunos otros se han quedado “como muertos” y no han reclamado, en estos 25 años, sino cargos y carguitos, contratos y contratotes, puestos y puesticos y no continúan la lucha, por aquello por lo que arriesgaron su vida el 4F. No es lo mismo ser anti-oficial y cuestionar o insurgir en contra del poder establecido como lo hizo el José Antonio Páez independentista o un Rómulo Betancourt de “izquierda” para asumir el poder y luchar “patas pa´rriba” para que nadie nos arrebate los privilegios alcanzados o hacerlo en nombre de una palabra que parece mágica y celestial: PUEBLO.
No sólo hay que ser honesto y eficiente, hay que parecerlo. Sobre todo, en medio de esta guerra mediática, psicológica y mental. Como decía, aquel barbudo filósofo alemán: “No es la conciencia social la que determina el ser social. Es el ser social quien determina su conciencia…” No permitamos que se creen las condiciones y surjan los Ezequiel Zamora o los Fabricio Ojeda, para que vuelva a nacer la esperanza de la dignidad, como la de aquellos memorables días del 23 de enero de 1958 y del 4 de Febrero de 1992.
Finalizo, esta breve reflexión cargada de interrogantes, dudas e inquietudes, con un texto, entresacado y resumido, del libro: “El profeta”; escrito por un revolucionario y evolucionado poeta libanes, Khalil Gibran, nacido bajo la fresca sombra de los Cedros Sagrados y quien murió en la lobreguez de los rascacielos neoyorquinos soñando, seguramente, como los que participaron el 4F de 1992, en construir una sociedad más humana, decente, fraterna y amorosa:
“…el que falta no puede hacerlo sin la voluntad secreta de todos vosotros…
Os hablo con la verdad, aunque las palabras pesen duramente sobre vuestros corazones…
El robado es también culpable de ser robado…
No podéis separar al justo del injusto, ni al bueno del malvado…
Y haced que aquel que ha de castigar al ofensor mire en el espíritu del ofendido…
Y, vosotros, magistrados, que tenéis la obligación de ser justos, ¿Qué juicio pronunciaríais sobre aquel que, aunque honesto en su conducta, fuera un ladrón de espíritu?...
¿Y cómo castigaríais a aquellos cuyo remordimiento es mayor que su pecado?
¿No es el remordimiento la justicia administrada por la ley misma que desearíais servir?
Sin embargo, no podéis cargar al inocente de remordimiento, ni librar de remordimientos el corazón del culpable.
Y el remordimiento vendrá en la noche, espontáneamente, para que los hombres despierten y contemplen su propio corazón…”