Pandemia del Privatismo: Zonas Económicas Especiales en Venezuela (II)

Dip. Nicolás Maduro Guerra: "…apostamos al Capital Privado…"

Hay un dicho popular que dice: "El que apuesta por necesidad, pierde por obligación". La historia económica de Latino América y el Caribe nos advierte que apostar al capital privado para desarrollar la economía, no ha sido la mejor opción para nuestros pueblos. Más adelante agrega el Economista y Diputado Maduro Guerra, justificándose: "…pero… en Venezuela no se puede construir una nueva economía sin observar el emprendimiento familiar que está naciendo y la organización que hay en los barrios, que también tiene su organización económica, y la empresa privada" (https://www.aporrea.org/economia/n365631.html).

Es posible que el excelentísimo diputado no esté enterado que el gran capital transnacional, a través de la Inversión Extrajera Directa (IED) termina pulverizando, aniquilando y destruyendo cualquier emprendimiento o iniciativa empresarial nacional familiar privada y/o colectiva, dado que la capacidad instalada científica-tecnológica (medios de producción, véase composición orgánica del capital/capital constante) del capital privado transnacional es mucho más eficiente, disminuyendo los costos de producción (véase economía de escala); por lo tanto, los precios de los productos en el mercado son muchísimos más bajos, superando en demasía la productividad de cualquier economía familiar. "Quedan aniquiladas transfiriendo automáticamente plusvalor al capital más desarrollado. La competencia, implacable ante el más débil, destruye el capital ineficiente o transfiere su valor al más desarrollado. F. Hayek exclamará que la economía no es una ética y, por lo tanto, no hay compasión posible" (Dussel, 2013: 161. Tesis No 8)1.

Remata el diputado: "se están discutiendo unos incentivos fiscales para los territorios que se declaren ZEE que incluyen la "reducción de impuestos, periodos de gracia para que se desarrolle lo que se vaya a instalar ahí", así como "facilidades de exportación e importación", que recibirán las transnacionales. Añadido a los bajos costos de mano de obra técnica profesional y no profesional (compra de fuerza de trabajo/ véase capital variable), que servirán de estímulo al capital privado. Queda en evidencia, que ninguna empresa familiar privada y/o colectiva podría sobre vivir; difícilmente podrían tener una productividad al nivel de los capitales privados transnacionales, y mucho menos competir con ellas.

Tenemos que recordar que el fenómeno privatizador es producto de la expansión del capital, y su mayor impulso ocurrió en los años 70, siendo uno de sus condicionantes la estructura de los préstamos internacionales que experimentaron cambios significativos en los primeros años, favoreciendo a los mercados de capitales privados y que se conoce como la "privatización del sistema monetario internacional". Con ello se estimulan transformaciones profundas de este sistema y se da origen a los fenómenos de privatización y desregulación de las economías (Castellano, 1998)2. Esto ocurre especialmente en las economías subdesarrolladas, estancadas, improductivas e hiperinflacionarias.

Agrega el Dr. Castellano, "comienza de esa manera una tendencia en los países capitalistas, que se acentúa en los años ochenta, a "dejar de intervenir" en forma directa en sus economías, tanto como productores como "proveedores" de un marco detallado de regulación de la actividad privada en sectores importantes. Esa tendencia fue estimulada por la prédica de que había necesidad de flexibilizar las estructuras productivas para obtener mejor respuesta a la dinámica de la evolución de las condiciones económicas y de los cambios tecnológicos. Papel importante en esa prédica correspondió a la Comisión Trilateral y a su estrategia de buscar "una mayor cohesión dentro del mundo occidental, para con base en las grandes corporaciones transnacionales, mantener el poder del capitalismo, resistiendo la presión del Tercer Mundo, y la de los países socialistas" (Castellano, 1998). Esta racionalidad, explica la exponencial proliferación de ZEE en los años 1970 y 1980 en el mundo, y proporciona los argumentos lógicos del capitalismo, sumados a la aprobación y consentimiento de los Gobiernos, economías como China y Vietnam, entre otras, fueron subsumidas y penetradas por el capital privado transnacional.

Unos de los argumentos más sólidos para dar cabida al proceso privatizador, fue "la reestructuración económica orientada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que enfatizaba en la búsqueda de la estabilidad macroeconómica. Sin embargo, los resultados negativos hicieron que se atribuyera a la industrialización sustitutiva de las importaciones la causa fundamental de las distorsiones de precios y desequilibrios macroeconómicos. No obstante, estos últimos se vieron agravados, se registraron estancamientos en la producción y se reanudaron los atrasos en el servicio de la deuda. Fue entonces cuando se identificó al Estado como "sobredimensionado" y su "participación" en actividades productivas, así como su "financiamiento deficitario" estimulante de la inflación, como factor a corregir, por lo que se consideró menester la reducción del Estado mediante el expediente de la venta de empresas públicas y el traspaso de servicios sociales y de infraestructura al sector privado" (Castellano, 1998). ¿En todos estos años, cuánto ha cambiado los intereses del capital privado trasnacional y las instituciones que les sirven?

El proceso privatizador es inducido, formando parte de una totalidad del sistema económico capitalista. "El deseo de los bancos acreedores extranjeros de liquidar sus carteras de préstamos en América Latina ha intensificado las presiones para privatizar. Los préstamos para América Latina, de gran atractivo para los bancos extranjeros en el decenio de 1970, se habían convertido en los años ochenta en una pesadilla, con interminables negociaciones, reprogramaciones y préstamos nuevos no voluntarios para evitar los incumplimientos de obligaciones. A pesar de estos elementos mitigantes, los atrasos en el pago de intereses se acumularon rápidamente desde mediados del decenio de 1980, precipitando los precios de mercado de los valores crediticios latinoamericanos a niveles que impulsaron a los bancos a convertir deuda en capital para contener las pérdidas causadas por la liquidación de sus propias carteras de préstamos" (Castellano, 1998: 82). Partiendo que la racionalidad economicista del capital privado nacional y transnacional muy poco cambia, ¿pudiera estar sucediendo algo parecido en este momento en Venezuela?

Más adelante agrega el profesor Félix3, "las mejores posibilidades las tienen las conversiones en activos públicos. A mediados del decenio de 1980, quedaban pocos activos públicos a precios de necesidad, pues se había sacado de apuros mediante operaciones de rescate a la mayoría de las grandes empresas de América Latina y a sus propietarios, gracias a los gobiernos y a la "diversificación de la cartera internacional", vale decir, la fuga de capitales. La conversión de la deuda externa en activos privados exigió además emisiones monetarias para comprar dicha deuda, lo que minó los esfuerzos de los gobiernos deudores por disminuir el ritmo de la inflación mediante una menor expansión del "dinero de alta potencia". Por lo tanto, aflojó su entusiasmo inicial por las conversiones de deuda en capital, y muchos cerraron sus servicios de conversión: a consecuencia de ello, los bancos acreedores reorientaron sus afanes y comenzaron a hacer mayor hincapié en la conversión de la deuda en activos públicos, operación que puede reducir la deuda externa sin exigir emisiones monetarias" (s.n.) (Castellano, 1998: 83). ¿Caso Venezuela?

Félix concluye estos comentarios refiriéndose al hecho que, la campaña por privatizar interesa especialmente a las economías afectadas por la hiperinflación. "Con la disminución de su base impositiva y de sus ingresos tributarios reales’..."la orientación de la actividad económica hacia el sector informal, no sujeto a impuesto, y la erosión del impuesto inflación causada por la dolarización, las inyecciones de ingresos por una sola vez provenientes de la venta de activos públicos", se convierten para los gobiernos "en un medio desesperado de detener el proceso de deterioro del Estado" ... al costo altísimo de la desnacionalización y de la conversión del país en protectorado o simple colonia (…) La disminución del poder adquisitivo del dinero privado existente en el país como resultado de las emisiones inflacionarias de dinero nuevo para financiar los déficit fiscales, hace las veces de "impuesto" a los tenedores del dinero. El traspaso de las tenencias de dinero del país a moneda extranjera -por ejemplo, dólares- es una forma de evadir el "impuesto inflación". Para que la evasión sea total se requiere que el tipo de cambio de la moneda extranjera se eleve por lo menos al mismo ritmo que el nivel de los precios nacionales" (Castellano, 1998: 84. Citando a Félix, 1992).

Agrega el Profesor Castellano, "Los motores de la globalización de la economía son fundamentalmente tres: la liberalización de los movimientos de capital, la privatización y la desregulación. Los tres están íntimamente interrelacionados y constituyen, desde los primeros años de la década de los setenta, como se ha indicado anteriormente, los signos de transformación más destacados de las postrimerías del segundo milenio, cuando hemos presenciado cómo cada vez más numerosos sectores de las economías más avanzadas del mundo (Estados Unidos, Canadá, países escandinavos, Alemania, Países Bajos, Suiza, Bélgica) han sido privatizados total o parcialmente, bajo el supuesto de que las empresas privadas en el mercado permitirían una mejor asignación de los recursos y asegurarían los intereses de productores y consumidores".

"Pero el funcionamiento eficiente de la liberalización y de la privatización exige que haya desregulación y que el Estado participe menos en las actividades económicas, lo que supone la eliminación de los monopolios estatales y de la intervención directa de los poderes públicos, incluso el establecimiento de normas y estandarizaciones. Todo debe dejarse en manos de las fuerzas del mercado, para que ellas regulen el conjunto de funciones de las economías nacionales y la internacional, a nivel local y global".

"La interactuación de los tres motores mencionados se muestra en el hecho de que en muchos casos la desregulación ha sido una etapa transitoria hacia la privatización total y hacia la liberalización. En otros, las desregulaciones han sido hechas en forma paralela o complementaria a las privatizaciones y las liberalizaciones. En todos los casos no ha habido sector ni poder que opusiera resistencia a la presión combinada de los motores aludidos. Son muchísimas y variadas las presiones utilizadas, pero sólo uno el argumento teleológico fundamental para justificar y legitimar esas presiones: el "imperativo de la competitividad", que ha creado la endemia del "competitivismo" (Castellano, 1998).

Es de preocupar que en el contenido de la Ley Antibloqueo, artículo 19 señale: "Cuando resulte necesario para superar los obstáculos o compensar los daños que las medidas coercitivas unilaterales y otras medidas restrictivas o punitivas generan a la actividad administrativa, o cuando ello contribuya a la protección del patrimonio del Estado venezolano frente a cualquier acto de despojo o inmovilización, o a mitigar los efectos de las medidas coercitivas unilaterales y otras medidas restrictivas o punitivas que afectan el flujo de divisas, *el Ejecutivo Nacional procederá a inaplicar*, *para casos específicos, aquellas normas de rango legal o sublegal cuya aplicación resulte imposible o contraproducente como consecuencia de los efectos producidos por una determinada medida coercitiva unilateral u otra medida restrictiva o punitiva"* ¿Se pudiera sospechar que estamos en presencia de la desregulación de normas en beneficio de la privatización?

Sin embargo, para reponer las condiciones socio-económicas de los venezolanos, es de suma importancia una estrategia más coherente con nuestra realidad socio político y cultural. Las copias e imitación de experiencias de modelos privatizadores en el pasado no han sido lo más conveniente para la gobernabilidad, en tanto que el capital privado transnacional permea todas las instituciones públicas y su interacción con el gobierno estimulan la corrupción. Al respecto, el Dr. Rafael Pino Bécquer, vice -fiscal General de la Fiscalía General de la República de Cuba, señala: "Se reconoce al sector privado como elemento generador de corrupción -en mi opinión el de mayor peso- lo que es consecuencia directa de la aplicación de políticas neoliberales. En la medida en que el capital privado se ha ido afianzando en la economía mundial, ha contado con los recursos suficientes para corromper no solo a entidades económicas, sino también a los gobiernos. Este fenómeno afecta la gobernabilidad de los Estados" (Gramma, LA HABANA, 8 de Noviembre de 2020. Órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba).

Resulta indispensable distinguir en nuestra realidad compleja, las causas y consecuencias que nos afectan en las relaciones económicas. No se trata de oponerse al capital privado per se, lo esencial es no convertir "el capital y la empresa privada como uno de los pilares del desarrollo económico" para Venezuela. Como lo señala el conspicuo diputado Economista Nicolás Maduro Guerra (https://www.aporrea.org/economia/n365631.html).

1 Dussel, Enrique. 16 Tesis de Economía Política, XVIII- Ira edición. - Buenos Aires: Docencia. 2013. 418 p7j 20xl4 cm. ISBN 978-987-506-415-7

2 Dr. Diego Luis Castellano en 1998 –Economista, Dr. en Ciencias Económicas y Sociales, Expresidente del BCV. "La Pandemia del Privatismo". Revista Nueva Economía, Academia Nacional de Ciencias Económicas.

3Dr. David Félix -Profesor de la Universidad de Washington en Saint Louis-, "Privatización y retracción del Estado en América Latina", publicado por la CEPAL en 1992

 

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Rodolfo Delgado Aguilera

Dr. Ciencias Sociales. Mgs. Gerencia Pública. Economista. Profesor Universitario Investigador

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