La espectacular capacidad de Chávez de generar opinión pública, únicamente (únicamente) naufraga cuando se le ocurre la bastarda idea de estar criticando que los revolucionarios funcionarios públicos tengan colosales ingresos mensuales. De resto, Chávez impone a su perra gana la agenda de debate. "Socialismo, patria o muerte", ni se diga, todos decimos "socialismo, patria o muerte". ¿Hay intentos de magnicidio? Allí estamos de primero: hay intentos desestabilizadores de magnicidio. ¿Qué Podemos y PPT están ya en la oposición? Pero claro, de anteojito. ¿Que Bush es un borracho asesino?, ni más faltaba: Bush es un genocida alcohólico. Que no hay manera de comprender ni justificar esos salarios que ni los ejecutivos de las transnacionales petroleras: Silencio general en la sala, una tosecita discreta y silbidos leves hacia los lados para distraer el rato.
¿Cómo va a luchar contra la corrupción un funcionario público que está corrompido? Hará aspavientos, construirá sofismas y expondrá dos millones de metáforas para designarse incólume, pero la verdad es que así no hay socialismo posible. Y casi no hay posibilidad de una gestión eficaz, muchísimo menos eficiente. ¿O es que alguien conoce a alguien que sí se haya bajado el salario como tan vehementemente lo está pidiendo Chávez? Ah, sí, ya, claro, los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia.
El círculo vicioso es tan impermeable, que cuando Chávez hace sus reclamos, de allí se desprenden algunos componentes de cinismo, porque no es menos espectacular el ascenso a status quo de la clase militar, a la que el Presidente no toca ni con el pétalo de una rosa. Es tan a la vista que hay funcionarios públicos robando y cobrando salarios infartantes, como evidente es que los militares no hayan qué hacer con los reales.
Casi 6 millones de personas postularon su candidatura para alistarse en el Partido Socialista Unido de Venezuela. ¿Seis millones de trabajadores con salario básico? Porque durante un Aló también Chávez dijo que al día siguiente quería ver a un gentío deshaciéndose de sus fortunas o al menos regalándole a los más necesitados lo innecesario. ¿Qué ocurrió? Esa orden no existió. Fue un sueño. No se debatió. No fue tema de agenda. Punto. No insistan, en esta casa somos cristianos.
Todo lo anterior hace caldo de cultivo para que en este país la discusión sobre las miles de maneras de la corrupción sólo merezca trompetillas y uno que otro espiche falsamente revolucionario.
Naturalmente que ese caldo de cultivo se potencia y se convierte en un pantano por la muerte no decretada del Poder Moral en conjunto (que es un ectoplasma), pero muy especialmente por los fiscales que no llevan a juicio a nadie. Sólo el 5 por ciento de las investigaciones que se emprenden en este país terminan en juicio (juicios abiertos, no concluyentes). Con dato tan deprimente, ¿a qué la falsedad de llenarnos la bocota diciendo que aquí la justicia no funciona?
De modo que le será bien cuesta arriba al presidente Chávez lograr una práctica socialista, al menos mientras la unión cívico-militar vaya de compra a distintos lugares y mientras la gerencia de la estructura gubernamental hasta disponga de presupuestos mensuales para tener las despensas bien reservadas de whiskies.
Gerencia a la que, por cierto, le sabe a ñame que el resto de los trabajadores subordinados haga de tripas corazón para poder asistir a los Mercales. Hasta la clase media opositora acude en masa a los Mercales. Cierto chavismo no sabe dónde queda un Mercal.
Tal será la dimensión de la sacada de alfombra que nos tiene deparada Chávez en la corta distancia, o aquí seguiremos jugando a que estamos en Revolución.