Porque si fuese así, la construcción del edificio levantado sobre una pesadilla desde hace nueve meses a la que a pesar devtodo no se la ve el fin, se vendría abajo con estrépito. Pero hoy día todo es posible. Todo es verosímil y al mismo tiempo un delirio o un absurdo. En todo caso, aunque parezca contradictorio, hay mucho psicópata en la clase médica, principalmente entre los especialistas.
Desde que se declara una pandemia en el mundo yse decreta el estado de alarma en España, se despierta en mí la sospecha. El detonante es la histeria desatada. La manera de presentarnos el asunto todas las televisiones sin excepción a partir de aquel 14 de marzo (hasta hoy), chocaba frontalmente con el sentido común que aconsejaba grandes dosis de tacto y de prudencia por parte de los responsables, tanto políticos como médicos, para no desencadenar en la sociedad un estallido de cuerpos y almas. De cuerpos que se precipitarían instantáneamente a los centros de saluda la primera tos o el primer estornudo, y de almas que se sobrecogerían, se apocarían ante el relato permanente de enfermedad y de muerte, las veinticuatro horas del día, que Eamenazaba en cada esquina a quienes salíesen de casa...
Yo también estaba atribulado, sí. Pero por eso mismo, por aquella en apariencia irresponsable manera de tratar mediáticamente el inédito percance. Porque la actitud de todos los custodios de la salud y los periodistas informadores responsablesque parecían sincopados, no respondía a la más mínima lógica política y médica. La información acerca de la repentina plaga hubiera debido ceñirse exclusivamente a los espacios de Noticias. De aquella alocada manera, la alarma social se potenciaba exponencialmente. Y como en estos tiempos pocas cosas suceden por casualidad, a todo precede un estudio, un preparado, un control, aquella locura informativa me daba lugar a pensar que, eso, la alarma superlativa y el miedo generalizado eran lo que se buscaba, se pretendía y se provocaba...
A partir de entonces -hablo del mismísimo 14 de marzo de 2020- empecé a rebuscar por todas las fuentes extranjeras posibles. Buscaba qué pudiera decirse del trasfondo de la declaración urbi et orbe de la OMS, de la financiación de esta organización, del origen y naturaleza del virus, y qué pensaban acerca de todo ello científicos que no formasen parte de los equipos de gobierno de cualquier nación. Pues bien, al efecto he reunido 281 archivos de todas clases de formatos que contienen argumentaciones aplastantes de científicos acreditados en distintos países e instituciones, ajenos al establishment,especialistas conocedores a fondo de lo que está en juego que en general estaban también asombrados ante una realidad, la que estamos viviendo, según ellos descabellada no tanto por la realidad misma sanitaria sino por sospechar que responde a otras motivaciones solapadas más o menos distópicas pero en todo caso inconfesables. Salvo alguna excepción (la forense Brandolino) ninguna apostaba por ninguna concreta, pero sus razonamientos, en línea de los míos de profano, eran causa suficiente de graves sospechas de algo turbio y de preparativos a más o menos medio y largo plazo.
Mientras tanto, la etiqueta o nombre asignado a un virus variante de la gripe común, y las palabras confinamiento (término por cierto inapropiado porque significa justo condena a estar en cualquier sitio menos en la residencia habitual) y resiliencia, retumban desde marzo en los oídos de la población no sé en otros países pero sí española y corrían, y corren, desde entonces como la pólvora de uno a otro punto cardinal de España y del globo terráqueo.
El frenazo en seco de la vida normal, la súbita paralización de la sociedad mundial y especialmente allá donde se había decretado el arresto domiciliario de toda la población, actuaba de potente revulsivo en cualquier dirección. Principalmente la paralización de toda clase de comercio, salvo alimentación y medicamentos; conciliación de parejas tensionadas entre sí en su vida habitual, en unos casos, y su problemática separación, en otros; vacío casi absoluto en calles, avenidas y autovías en todas partes y un silencio sepulcral en el mundo entero. Sea como fuere, la información era, y es, un martirio insoportable. El conteo de contagiados y de fallecidos en forma de gota malaya era, y es, una pesadilla que parece provocada o estupidizada. Se supone, según la intención oficial no expresada, que es para incitar el máximo retraimiento y distanciamiento de las personas entre sí. Si bien, también sugiere que es el pánico transmitido a la población a través de las ondas, que permita más cómodamente a los ignotos autores preparla para fines que a lo largo del tiempo irán saliendo a relucir. El primero de ellos, la vacuna...
La vacuna que, tal como se nos presenta, a su vez plantea distintas causas de perplejidad. La primera es la propia competición entre Laboratorios, los principales sospechosos de una descomunal impostura. La segunda es la desconfianza que inspiran los componentes, sea cuales fueren, de la vacuna. La tercera son las reacciones adversas de las que se va teniendo conocimiento a medida que se viene ya aplicando. Y la última es, otra desconfianza, la que se deriva de un absurdo. Me refiero a dar pábulo mundial a la eficacia medida en tantos por ciento de eficacia de las vacunas, siendo así que preceden dos interrogantes sin responder: el primero es que al no haberse conseguido a lo largo de un siglo una vacuna suficientemente fiable ante la gripe común al haber causado en muchos casos graves reacciones, sorprende que ahora, en el poco espacio de tiempo de 9 meses, se hayan logrado tan fácilmente vacunas en Laboratorios varios para neutralizar un virus de la familia de la gripe más activo; y el segundo ¿cómo es posible que se hable de eficacia cuando el vacunado necesita que transcurran las cuatro estaciones del año para saber si ha sido o no eficaz lo que se le ha inoculado? Lo que impide que muchísimos millones de personas en el mundo confíen en ellas. Sólo quienes profesan fe ciega en la ciencia se estarán frotando las manos de contento. Los demás pensamos en una ciencia cuyo fundamento discursivo principal es que sus avances están basados en su corrección permanente de errores. Por lo que nos preguntamos ¿estamos ahora ante la solución definitiva a la pandemia? ¿no estaremos ante un ensayo más de la virología? Preguntas cuyas respuestas no se obtendrán hasta el final del periodo hábil de eficacia de la vacuna que distintos laboratorios van a vender por todo el mundo… Por lo demás, habrá que estar atentos a las consecuencias en tantos otros aspectos nefastos para la salud individual más allá de los relacionados obsesiva y exclusivamente con un virus que en realidad, como todos los virus naturales, no habrá de morir ni desaparecer jamás; que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar otro día que vuelva a despertar...
24 Diciembre