Como
en todo rincón de América la población indígena del actual territorio
hondureño resistió a la conquista europea. Socremba, Cicumba, Lempira y
otros tantos más, son los nombres que hoy figuran en la lista de
caciques que se enfrentaron al colonialismo español. Pero todos, de una
u otra forma, fueron derrotados.
Durante
la colonia la mayoría de la población indígena fue esclavizada para
trabajar en las plantaciones y en las minas. El exterminio fue enorme;
los menos pudieron huir hacia las montañas y las selvas. Pero la
persecución aún sigue.
Los
tolupanes se aislaron lo más que pudieron. En sitios prácticamente
inaccesibles se instalaron; la Montaña de la Flor es uno de ellos. Pero
desde 1991 unos 40 miembros de la etnia, entre ellos varios dirigentes,
han sido asesinados por defender sus tierras. Las empresas madereras y
los terratenientes han ocupado una buena parte de las tierras otorgadas
por el Estado a los tolupanes.
“Tenemos
muchos problemas con la tierra, hay unos hombres que han venido a
nuestras tierras y no se quieren ir. Me tienen azorado, pero yo voy a
defender mi tierra. Me voy a quedar aquí”, dijo Julio Soto, cacique de
la tribu de La Ceiba.
LOS CARIBES NEGROS
Dos
barcos negreros, repletos de esclavos provenientes de la costa
occidental de África, naufragan frente a la isla de San Vicente. Los
africanos sobrevivientes son acogidos fraternalmente por los indios
caribes. Era el año 1635. Los nuevos pobladores, mezclados con los
caribes, dieron origen a la población garífuna.
En
San Vicente, franceses e ingleses explotaban plantaciones de caña de
azúcar con mano de obra esclava negra. La presencia de “negros libres”,
como eran los garífunas, representaba un mal ejemplo para los
esclavistas europeos. Tras cruentas batallas contra el ejército
británico, donde se destacaría al líder Joseph Satuyé, los garífunas
son derrotados.
Los
colonialistas ingleses no dudaron en arrasar casas y poblaciones
enteras. Menos de 4.000 sobrevivientes son deportados a la isla
Balliceaux en Las Granadinas. Allí, más de la mitad de la población
muere por hambre y enfermedad. Los 1.600 que quedaron vivos fueron
trasladados lejos de la región, a las islas de la Bahía, frente a las
costas de Honduras. De allí, muchos fueron trasladados a tierra firme.
Los garífunas representan hoy una pequeña pero significativa franja de la población de Honduras.
CECILIO DEL VALLE
Se
lo conoce como el “sabio Valle”, y realmente lo era. Fue redactor del
Acta de Independencia de Centroamérica y ferviente luchador por la
unidad de Nuestra América.
Sus
escritos al respecto conciben un plan para la realización de la unidad
promoviendo un congreso donde “se crearía un Poder que, uniendo las
fuerzas de 14 ó 15 millones de individuos, haría a la América superior
a toda agresión; daría a los Estados débiles la potencia de los
fuertes; y prevendría las divisiones intestinas de los pueblos sabiendo
éstos que existía una federación calculada para sofocarlas. Se formaría
un foco de luz que, iluminando la causa general de la América,
enseñaría a sostenerla con todos los conocimientos que exigen sus
grandes intereses”.
El
tucumano Bernardo Monteagudo, representante de Bolívar en
Centroamérica, intentó entrevistarse con Cecilio del Valle, pero la
reunión nunca se efectuó porque éste se encontraba en México. A su
retorno de Guatemala, Monteagudo le escribe a del Valle, con quien
intercambiaba correspondencia, diciéndole que el Libertador Bolívar
estaba muy complacido en autorizar la publicación de sus escritos: “con
razón, él cree que usted es uno de los grandes defensores de la
libertad que el Nuevo Mundo tiene en el sur”.
El
coronel Monteagudo, colaborador directo del Libertador en lo
concerniente a la convocatoria del Congreso Anfictiónico, escribió el
“Ensayo sobre la necesidad de una Federación general entre Estados
Hispanoamericanos”. Esta importante obra, dice el autor en su
introducción, recoge el espíritu de los trabajos de Cecilio del Valle.
José
Cecilio del Valle fue electo Presidente de Centro América, pero no pudo
desempeñar tal cargo debido a su muerte el 2 de marzo de 1833. Su
pasión por contribuir a la unidad de Nuestra América, lo llevó a decir:
“América no caminará un siglo atrás de Europa: marchará a la par
primero; la avanzará después; y será al fin la parte más ilustrada por
las ciencias, como es la más iluminada por el Sol”.
BANDERA DE HONDURAS
La
bandera de Honduras, al igual que la de El Salvador, Nicaragua y
Guatemalatoma sus colores de la bandera de las Provincias Unidas
Centroamericanas: azul, blanco y azul. Pero, ¿de donde vienen estos
colores?
La
historia nos cuenta que durante esos años, toda Centroamérica, que
estaba gobernada por los españoles, fue atacada por mar, tanto desde el
Pacífico como desde el Atlántico por medio de buques que desplegaban la
bandera azul, blanca y azul. La explicación es simple: la bandera en
cuestión era la bandera de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
que desde 1816 se habían declarado independientes de “España y
cualquier potencia extranjera”.
Con
patente de corso, Luis Aury desde el Caribe e Hipólito Bouchard desde
el Pacífico, sin ningún tipo de coordinación entre ambos, incursionaron
por las costas centroamericanas. El primero atacó la Fortaleza de San
Fernando de Omoa y la de Santa Bárbara de Trujillo en Honduras, la
segunda El Realejo (Nicaragua) y Sonsonete (El Salvador). Por oriente y
occidente llegaba la imagen de la bandera azul y blanca que combatía
contra los colonialistas españoles.
Los
independentistas centroamericanos, se inspiraron en esa bandera a la
hora de crear su pabellón nacional. De ahí viene la bandera hondureña
con cinco estrellas en su centro que representa la unión
centroamericana.
FRANCISCO MORAZÁN
El
3 de octubre de 1792, en Tegucigalpa, nació José Francisco Morazán
Quesada. Fue fusilado en San José de Costa Rica 18 días antes de
cumplir sus 50 años y 21 años después de la declaración de
independencia de Centroamérica.
Morazán
había combatido por la Federación Centroamericana y contra los
opositores a ésta: el partido conservador que nucleaba en su seno al
alto clero, los grandes terratenientes y los comerciantes ricos.
En
más de veinte batallas, sus tropas lo habían visto combatir en primera
fila. Fue general conocedor de tácticas y estrategias, pero también de
combate cuerpo a cuerpo. Fue conductor de pueblos y gobernante de ideas
liberales y democráticas.
La
aristocracia clerical y terrateniente centroamericana nunca le perdonó
el haber suprimido el diezmo, como tampoco el haber confiscado la
tierra de la Iglesia, principal latifundista de la región. La
oligarquía, con la ayuda de las potencias de turno, recuperaron espacio
y desgarraron Centroamérica en cinco pequeños y débiles países. “Mi
amor a Centroamérica muere conmigo”, escribió Morazán en su testamento
pocas horas antes de ser fusilado.
Dicen
que después de la primera descarga del escuadrón de fusilamiento,
Morazán, tendido en el suelo, levantó su cabeza y dijo: “Aún estoy
vivo”. Dicen también que una segunda descarga terminó con su vida. Más
el pueblo centroamericano con su lucha parece desmentir la última
versión.
CATRACHOS
Cuando
William Walker se apoderó del gobierno de Nicaragua y restableció la
esclavitud, los centroamericanos dejaron de lado, al menos por un
momento, sus luchas intestinas y se unieron para combatir al aventurero
yanqui.
El
general Florencio Xatruch, con tropas hondureñas, derrotó la invasión
filibustera financiada por los esclavistas del sur de Estados Unidos y
con beneplácito del gobierno de ese país, que pretendía anexionarse
toda Centroamérica.
“Ahí
vienen los catrachos”, decían los nicaragüenses cuando veían pasar
victoriosas a las tropas de hondureños comandadas por Xatruch. El
apellido del general era difícil de pronunciar. De “Catruch” pasó a
“catrachos”, refiriéndose a sus soldados. De ahí quedó el apodo de
catrachos para todos los hondureños.
El
general Florencio Xatruch había combatido como sargento en el ejército
de Francisco Morazán. Luego del fusilamiento del prócer unionista,
Xatruch quedó inmerso en las luchas permanentes entre conservadores y
liberales.
“LA AHORACADINA DE OLANCHO”
Era
1868. Con gran satisfacción, observó el Presidente José María Medina
las calaveras enjauladas de Bernabé Antúnez y Francisco Zabala. Los
“trofeos”, colgaban de un árbol en el cerro El Vigía, situado en la
parte norte de Juticalpa. “Medinón”, como apodaban al presidente por su
gran contextura física, visitaba la región tras haber derrotado a los
“comunistas de hecho” –así los llamaba-, que se habían insurreccionado
tres años antes contra su gobierno.
Antúnez
y Zabala habían liderado un levantamiento de campesinos y pequeños
ganaderos del lugar, descontentos por la voracidad de los grandes
hacendados que, cada vez más, se apoderaban de grandes extensiones de
tierra. El presidente Medina, ultra conservador y respaldado por la
Iglesia, no dudó en enviar a su militar preferido para aplacar la
rebelión: el general Juan Antonio Medina, más conocido como “Medinita”.
“Medinita”
y sus hombres se trasladaron de inmediato al teatro de operaciones.
Allí, desplegando una política de “tierra arrasada”, pusieron fin a la
insurrección. El saldo fue de 600 campesinos ahorcados y más de 200
fusilados. De ahí en más, a “Medinita” lo apodaron “el General Bejuco”.
El horror causado en la población al ver tantos cuerpos colgados de los
árboles, hizo que se produjera una migración en masa hacia otras
regiones del país, aparte de las 600 familias de campesinos que fueron
deportadas.
Los
hacendados y sus familias recibieron con algarabía al Presidente
Medina, hubo arcos de palmas y resonar de campanas, discursos y
banquetes, algarabía y bailes. Olancho no era la misma, se había
despoblado.
EL “CINCHONERO”
En
1868, Serapio Romero, conocido como el “Cinchonero” mata a machetazos,
en duelo a muerte, a Nazario Garay, mayor de la plaza de Juticalpa.
Comenzaba otra insurrección en Olancho contra el Presidente José María
Medina. El viejo general Florencia Xatruch aparecía como instigador de
la revuelta, desde su exilio en El Salvador.
Para
esa época, el gobierno de Medina había solicitado un empréstito a
Inglaterra con el fin de construir un ferrocarril que uniera el
Atlántico con el Pacífico. Todo fue una gran estafa y, para colmo, el
presidente se había comprometido con entregar tierras a los ingleses a
cambio de nada. El levantamiento de Serapio Romero fue contra esa
entrega y por las justas demandas de los campesinos pobres del lugar.
Una
de las primeras medidas que adopta el “Cinchonero” al tomar Juticalpa
fue la de rescatar las cabezas aún expuestas en el cerro El Vigía de
Antúnez y Zabala, y proceder a darle cristiana sepultura. Poco tiempo
después, el “Cinchonero” es derrotado y decapitado por las fuerzas
represivas.
El
Movimiento Popular de Liberación “Cinchonero”, MPL-C, que actuó en la
lucha armada por los años 80, llevó su nombre en homenaje a Serapio
Romero.
ACUERDO DE CABALLEROS
En
un barco estadounidense, anclado en Puerto Cortés, el general Miguel
Dávila y el general Manuel Bonilla acuerdan hacer la paz. Uno liberal,
el otro conservador.
El
general Manuel Bonilla había desembarcado en La Ceiba, financiado por
Samuel Zemurray, dueño de la Cuyamel Fruit Company, junto a dos
aventureros norteamericanos. Lee Christmas y su socio y amigo Guy
“Ametralladora” Maloney.
Los
“matones” yanquis comandaron las operaciones. Con muchas municiones y
armamentos que recibieron de los Estados Unidos, fácilmente derrotaron
a las fuerzas de Dávila.
A
bordo del “Tacoma”, los dos hondureños se ponen de acuerdo, bajo la
supervisión del cónsul estadounidense Thomas G. Dawson. Cinco meses
después Manuel Bonilla asume la presidencia y a los pocos días,
mediante decreto número 78, se ceden en arrendamiento, al señor Samuel
Zemurray, diez mil hectáreas de tierras.
Con razón afirmaba Zemurray: “En Honduras un diputado es más barato que una mula”.
LAS BANANERAS
Ferrocarril
a cambio de tierras, era el gran negocio de los políticos hondureños, y
también de los dueños de las bananeras. “Ustedes construyen una
cantidad determinada de kilómetros de vías férreas y se le otorgan, en
concesión, tierras para sus plantaciones”. El promedio era de 50
hectáreas por cada kilómetro de vía férrea.
Los
empresarios no podían creer la oferta: “construimos líneas férreas, que
las necesitamos para el transporte del banano desde nuestras
plantaciones a los puertos de exportación, y encima, nos ofrecen las
mejores tierras del país”.
“Okey”,
contestaban los hermanos Vaccaro (Standard Fruit Company), Samuel
Zemurray (Cuyamel Fruit Company) y los representantes de la United
Fruit Company.
Cada
empresa amparaba a sus políticos, los promovía, financiaba y… en muchos
casos los empleaba en sus firmas. La cuestión era que esos políticos
tenían que alcanzar niveles de decisión para favorecer con su
influencia a la empresa tutora.
A
raíz de esto, las disputas entre las bananeras y “sus” políticos
provocarían sangrientas guerras civiles. Así, durante más de treinta
años los hondureños se desangraron en luchas intestinas. Lo común era
que la United Fruit Company financiara al Partido Liberal, y la Cuyamel
Fruit Company al Partido Nacional (conservadores), pero esto podía
cambiar.
En
1929 la United Fruit se unificó con la Cuyamel. Mágicamente acabaron
las guerras civiles, una sola empresa empezaba a monopolizar la
producción bananera de Honduras.
DE “POCHO” MORALES A MISTER MORALES
Allá
por 1920 un joven estadounidense, residente en Honduras, Franklin
“Pocho” Morales salva a una joven mujer que se estaba ahogando. Resulta
que la muchacha era hija de un influyente senador norteamericano. Este
señor, sumamente agradecido del gesto solidario del joven, quiere
recompensarlo de alguna manera. Franklin trabajaba como barman en un
distinguido hotel de Tegucigalpa y estaba en Estados Unidos de visita.
Tomándose su tiempo, pensó y le pidió al senador que lo promoviera como
cónsul en Honduras, argumentando que, por su trabajo, conocía a todos
los políticos de importancia de ese país. El senador analizó la
solicitud y le comentó a Franklin que esos cargos estaban destinados
únicamente al personal de carrera, pero que tuviera paciencia dado que
estaba haciendo las consultas pertinentes.
Franklin
Morales no pudo ser cónsul de Estados Unidos en Honduras, las leyes
norteamericanas se lo impedían. Pero como bien había prometido el
senador, el “Pocho” Morales fue recompensado, y en enero de 1924 fue
designado embajador de los Estados Unidos en Honduras.
Más
tarde Mister Morales se haría famoso al llamar, sin autorización del
Congreso de Estados Unidos, a 200 marines para proteger su legación en
Tegucigalpa.
DICTADURAS
Era
la vuelta a la “Edad de Piedra” en Centroamérica. Jorge Ubico gobernaba
en Guatemala y coleccionaba estatuas y estatuillas de Napoleón con la
misma pasión con que asesinaba a sus opositores; Maximiliano Hernández
Martínez “El Brujo”, mandaba matar campesinos en El Salvador con la
conciencia tranquila, porque sostenía firmemente que "es un crimen
mayor matar a una hormiga que a un ser humano, ya que el hombre vuelve
a nacer después de muerto mientras que la hormiga muere para siempre";
Anastasio Somoza se adueñaba de Nicaragua luego de asesinar a Sandino
y, en Honduras, llegaba al poder Tiburcio Carías Andino.
De
la mano de la United Fruit Company, Tiburcio, jefe del Partido Nacional
(conservadores), gobernará despóticamente el país durante 16 años.
Corrupción, represiones sangrientas, persecuciones y demás
arbitrariedades caracterizaron al gobierno dictatorial; siempre con la
complacencia de los Estados Unidos y en particular de las bananeras.
“Magno
gobernante”, “caudillo laborioso”, “paisano destacado”, “máximo
hombrón”, “preclaro estadista”, “gobernante modelo” y “conspicuo
político”, eran las formas en que sus acólitos se dirigían a él. Estos
mismos aduladores decretaron el día 14 de marzo, fecha del nacimiento
de dictador, como “Día de la Paz y de dar Gracias a Dios”.
CARÍAS Y GÁLVEZ
La caída de los regímenes de Hernández Martínez y Jorge Ubico envalentonaron a los opositores del dictador Carías Andino.
En
San Pedro Sula una importante manifestación irrumpía para pedir la
renuncia del presidente y la realización de elecciones libres y
democráticas. La marcha fue pacífica y sin ningún incidente. Horas
antes el Ministro de Guerra, Juan Manuel Gálvez había dado plenas
garantías a los manifestantes.
Patrullas
de soldados y policías vigilaban la marcha. El propio presidente Carías
había trasladado de Olancho al mayor Ángel Funes para que se hiciese
cargo del operativo.
La
marcha duró una hora, y al finalizar un manifestante, el doctor Antonio
Peraza, solicitó a Funes permiso para dirigir unas palabras. Pero Funes
no aceptó. El periodista Alejandro Irías se acercó al mayor para tratar
de convencerlo, mientras tanto Peraza se dirigió al público diciendo:
"Pueblo sampedrano, habéis dado una muestra más de verdadero civismo;
la patria os lo agradece, ¡viva Honduras!". Cuando escuchó Funes la voz
del orador desenfundó su pistola y le asestó un balazo mortal al
periodista Alejandro Irías. “Sigan la movilización, hijos de puta”,
gritó otro militar. Y como si esa fuera la señal, comenzaron los
policías a disparar sus ametralladoras de mano, fusiles y pistolas.
Más
de cien personas murieron en lo que se llamó la “Masacre del 6 de
julio”. Tiburcio Carías Andino gobernaría cinco años más. Lo sucedería
su Ministro de Guerra, Juan Manuel Gálvez, hombre también de la United
Fruit.
JUAN PABLO WAINWRIGHT
En
las mazmorras del dictador Jorge Ubico, un hombre era torturado
salvajemente. Tras recobrar el conocimiento, la víctima alcanza a
decirles a los torturadores que puede ofrecerles revelaciones
extraordinarias, pero que sólo lo hará frente al presidente
guatemalteco.
-¿Qué tiene usted que revelarme?, pregunta el General Ubico apersonándose en el Penal.
-Lo
he llamado para decirle que Usted es un miserable, un verdugo y una
bestia humana-. Acto seguido le escupe la cara al dictador.
Ubico tiembla de rabia y le cruza un latigazos en la cara.
Juan
Pablo Wainwright había nacido en Santa Bárbara, Honduras, en 1894. A
los 16 años partió de su casa para unir su destino a los pobres de la
tierra. Trabajó de obrero, pescador, mozo, campesino y marinero.
Recorrió Estados Unidos, Alaska, África, el lejano Oriente y se alistó
como soldado en la Primera Guerra Mundial. En 1920 regresa a Honduras y
ya es dirigente de las primeras huelgas contra las empresas bananeras
del país.
Wainwright
es uno de los fundadores de la Federación Obrera Hondureña (FOH) y del
Partido Comunista Hondureño (PCH). Acusado de sedición, es encarcelado
durante el gobierno de Mejías Colindres, pero logra fugarse del
Castillo de Omoa. Huye a Guatemala y reinicia sus actividades políticas
y sindicales.
La
dictadura de Ubico lo encarcela junto a otros militantes comunistas.
Todos son absueltos menos él. En febrero de 1932, luego del incidente
con el dictador, sufre la pena capital. Frente al pelotón de
fusilamiento grita a viva voz: “¡Viva la internacional comunista! ¡Viva
la clase obrera! ¡Abajo el capitalismo y sus lacayos!”.
SONETOS Y ANTIIMPERIALISMO
Froylán
Turcios, escritor, poeta y periodista, ponía su pluma al servicio de la
causa nacionalista latinoamericana. Y más aún, unos pocos años después
funge como representante internacional del General de Hombres Libres,
Augusto Sandino. Más allá de las desavenencias que se produjeron entre
ellos, Sandino supo estimarlo como un hombre valiente y honesto.
En
“Oración al Hondureño”, el literato escribe: “Y no olvidaré jamás que
mi primer deber será, en todo tiempo, defender con valor su soberanía,
su integridad territorial, su dignidad de nación independiente;
prefiriendo morir mil veces antes que ver profanado su suelo, roto su
escudo, vencido su brillante pabellón”.
Sobre
el escritor Turcios, diría Rubén Darío: “Es un caso típico de nuestra
zona: produce libros, escribe periódicos y hace revoluciones”.
LORENZO ZELAYA
De
jovencito trabajó para la Tela Rail Road Company, empresa subsidiaria
de la United Fruit Company. Allí conoció en carne propia la explotación
a que eran sometidos los trabajadores del banano.
Su
lucha sindical lo lleva a la presidencia de la Federación Nacional de
Campesinos de Honduras, FENACH. Ferviente luchador por la Reforma
Agraria, sufrió cárceles y persecuciones.
Lorenzo
Zelaya se preparó políticamente pero murió asesinado junto a otros seis
hombres, cuando se iba a incorporar a la guerrilla, el 30 de abril de
1965 en la Montaña de El Jute.
Cuenta Doña María, viuda de Lorenzo Zelaya, que antes de partir le había dicho:
- Me voy porque quiero ayudar al pueblo-.
- ¿Pero usted no piensa en sus hijos?, ¿no piensa usted que puede fracasar?, ¿me ama a mí?, le pregunté.
-Cierto,
la amo, pero yo tengo que luchar. Yo amo al pueblo y los amo a ustedes.
Yo quiero ver crecer a mis hijos con usted, pero la lucha así es, y yo
he nacido para defender al pueblo. Yo amo al pueblo y los amo a
ustedes-, contestó Lorenzo.
GOLPE, GUERRA Y BANANAGATE
El
general Oswaldo López Arellana deja el poder inmediatamente después que
el gobierno de Estados Unidos le baja el pulgar. Se había descubierto
que, para frenar un alza de impuesto a las exportaciones, la United
Brands había sobornado al primer mandatario y a altos funcionarios del
gobierno.
En
1963, López Arellana había dado un Golpe de Estado. Desde el
gobierno disolvió el Congreso, prohibió la actividad política, declaró
el estado de excepción y justificó su accionar por la “amenaza
comunista”.
Seis
años después, a causa de la expulsión de salvadoreños, que a su vez
habían sido expulsados de su propia tierra por la voracidad de los
terratenientes, y, con la excusa de la rivalidad surgida entre ambos
países por la disputa en las clasificatorias al mundial de fútbol del
’70, se desata una guerra fratricida que fue conocida con el frívolo
nombre de “La Guerra del Fútbol”.
Cien horas duró el conflicto. Más de cuatro mil muertos fue el saldo.
NEGROPONTE
Tras
el triunfo del sandinismo en Nicaragua los norteamericanos
reforzaron su presencia militar en Honduras. Con el presidente Carter
se incrementó la ayuda militar a 3.5 millones de dólares. Apenas cuatro
años después, en 1984, la llamada ayuda militar estadounidense ascendía
a 77.5 millones de dólares.
Pero
más allá de esa “ayuda”, tanto el ejército, como los “contras” y los
escuadrones de la muerte también recibían financiamiento a través del
narcotráfico. Ya ha quedado demostrado cómo, con el dinero de la droga,
la CIA y la embajada de Estados Unidos adquirían armas, las cuales eran
transportadas a Honduras para armar a las fuerzas represivas.
Todo
esto fue gracias a la gestión de John Demetri Negroponte, quien fue
embajador entre 1981 y 1985. Su tarea ahí era lograr la caída del
gobierno sandinista de Nicaragua y para eso se crearon, armaron y
entrenaron los “contras”, mercenarios que debían enfrentar y derrocar
al ejército sandinista. Estos mercenarios, se hicieron famosos por
haber cometido toda clase de abusos y crímenes contra la población
civil nicaragüense, salvadoreña y hondureña.
Negroponte
sigue ocupando altos cargos en el Departamento de Estado, como también
sigue afirmando que: “es simplemente falso que existían escuadrones de
la muerte en Honduras”.
"MI BIBLIA ES MI PROTECCIÓN"
En
1982 el general Gustavo Álvarez Martínez, entrenado en los Estados
Unidos e íntimamente vinculado a la CIA y a la Castle & Cooke
(antigua Standard Fruit Company), pasó a ser el “hombre fuerte” de
Honduras. Como Jefe del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, uno de
sus primeros actos fue desmantelar las cooperativas bananeras.
Con
instructores argentinos –a quienes admiraba por la forma en que estaban
combatiendo la “subversión” en su país- y la CIA, creó el siniestro
Batallón 3-16. La cantidad de crímenes cometidos por los miembros del
Batallón, a las órdenes de Álvarez, se desconoce aun, pero se estima en
cientos. Torturas, asesinatos y desapariciones fueron los métodos
utilizados por este cuerpo de militares bajo la anuencia del gobierno
estadounidense y del embajador Negroponte.
En
1983, el gobierno de Reagan lo condecoró con la Legión de Mérito por
"promover el éxito del proceso democrático en Honduras". Su amistad con
Donald Winters, jefe de la CIA en Honduras, era tan estrecha que cuando
Winters adoptó una niña le pidió a Álvarez que fuera su padrino.
En
marzo de 1984 Álvarez cayó en desgracia. Por un tema vinculado a la
malversación de fondos fue deportado a Costa Rica. De allí se fue a
vivir, junto a su familia, a Miami.
A
los años, convertido en un fanático predicador decidió regresar a
Honduras. "Mi Biblia es mi protección", contestaba ante la pregunta si
no tenía miedo en regresar a su país después de lo ocurrido.
Pero
la Biblia es sabia. En enero de 1989 un comando del Movimiento Popular
de Liberación “Cinchonero”, MPL-CH concretó un acto de justicia popular
y llenó su cuerpo de plomo.
HONDURAS: CENTRO DEL MUNDO
Para
los Estados Unidos, durante la década del ’80, Honduras era una pieza
clave del rompecabezas centroamericano. En Nicaragua había triunfado el
Frente Sandinista, en El Salvador la guerrilla avanzaba peligrosamente,
en Panamá el General Omar Torrijos había encendido la tea del
nacionalismo militar y en Guatemala la insurgencia también actuaba.
Al
imperialismo yanqui le quedaba acudir a Honduras y Costa Rica, más este
último no tenía fuerzas armadas. La opción entonces era reforzar, en
todo lo posible a los militares catrachos, como también desplegar
fuerzas propias en territorio hondureño.
De
enero a agosto 1983 se llevaron a cabo las maniobras denominadas Ahuas
Tara I, realizada en la zona fronteriza con Nicaragua Allí participaron
1660 efectivos norteamericanos que, con 4 mil hondureños, establecieron
amplias infraestructuras militares en Honduras.
Desde
agosto de 1983 a febrero de 1984, en el Ahuas Tara II, 10 mil efectivos
norteamericanos y 5 mil hondureños simularon una invasión naval a la
región.
Entre
abril a junio de 1984, las maniobras Granadero I incluyeron mil
efectivos norteamericanos más un batallón de ingeniería, sumados a tres
mil hondureños y un número no determinado de salvadoreños. En dicho
operativo, se construyeron pistas militares en la frontera hondureña,
como también ejercicios militares de contrainsurgencia y rápido
despliegue.
Michael
Sheehan, capitán de las operaciones de fuerzas especiales del ejército
yanqui, resumió la perspectiva estadounidense sobre Honduras: "Este
basurero es el centro del mundo ahora".
MADE IN USA 1
Mano
de obra barata y leyes de “flexibilización” laboral tentaron a las
grandes empresas capitalistas para afincar maquilas en todo el sur del
planeta. En Honduras actualmente funcionan cerca de 230 de ellas, que
ocupan alrededor de 130.000 trabajadores.
Una
empresa maquiladora puede operar en Honduras de tres maneras; por medio
de la Zona Libre (ZOLI), por medio de las Zonas Industriales de
Procesamiento (ZIP) y como empresa de Régimen de Importación Temporal
(RIT). Con cualquiera de estas modalidades están exentas de impuestos.
De las que operan, 95 son estadounidenses, 63 asiáticas, 58 hondureñas
y 14 de otros países.
Los
sueldos en una maquiladora oscilan entre 130 y 150 dólares por mes, con
jornadas laborales que van entre 10 y 12 horas. SETISA, una de las
maquiladoras radicadas en Honduras y de capital estadounidense, por
ejemplo, paga 0.90 dólares por una hora de trabajo, durante la cual se
confecciona una camiseta marca Sean John, que en cualquier tienda
de Nueva York se vende a 40 dólares.
Cuenta
una trabajadora de esta empresa: “Cuando Bárbara y Charlie me mostraron
el precio de una camisa Sean John, no pude creerlo. Sabíamos que eran
caras. Pero qué sorpresa darnos cuenta que valen 40 dólares. Las
trabajadoras en Honduras nunca imaginamos que podría costar tanto.
Nosotras producimos más de mil de estas camisas por día, y una sola
camisa pagaría más que mi salario de una semana”.
MADE IN USA 2
Un poco más de 500 jóvenes asesinados fue el saldo del accionar de las bandas delictivas en Honduras durante el 2007.
La
Pandilla 18 y la Mara Salvatrucha nacieron en Los Ángeles, Estados
Unidos allá por los años 80. Muchos jóvenes de ambas organizaciones
fueron deportados por el gobierno estadounidense por diferentes
razones, otros regresaron por su propia cuenta.
A
la delincuencia juvenil ya existente en Honduras, como en otros países
de Centroamérica, se le sumó este nuevo artículo de importación. Cerca
de 100 mil jóvenes están involucrados, de una u otra manera a estos
grupos armados. Sus edades oscilan entre 12 y 25 años.
Los
candidatos del bipartidismo propusieron varias ideas para solucionar el
tema de la delincuencia. Unos sostuvieron que había que, previo
democrático referendo, implantar la pena de muerte; los menos duros
hablaron de represión, duplicar las fuerzas policiales y aumentar las
condenas.
Las
maras y pandillas viven, fundamentalmente, del tráfico de
estupefacientes y del sicariato, están vinculadas a los grandes
cárteles mexicanos y colombianos y son, sin duda, un subproducto del
capitalismo de Estados Unidos, principal país del mundo en el consumo
de drogas.
MADE IN USA 3
Allá
por la “Era Reagan”, cuando los Estados Unidos y toda la oligarquía
centroamericana luchaban contra el sandinismo, se instala en Honduras
la Base Enrique Soto Cano.
Esta
base militar fue utilizada como centro de operaciones de los
mercenarios contratados por los Estados Unidos para derrocar al
gobierno sandinista en Nicaragua. Conocidos como la “contra”, esta
fuerza paramilitar fue instruida por funcionarios de la CIA y militares
estadounidenses, contando entre otros al tristemente célebre Oliver
North. Desde la Base, se planificaban y lanzaban los operativos que
costaron la vida de miles de nicaragüenses, hondureños y salvadoreños.
Soto
Cano cuenta con una pista capaz de recibir grandes aviones destinados
al transporte de tropas. Actualmente residen cerca de 600 militares
estadounidenses y es sede de Fuerza de Tarea Conjunta Bravo.
Según
ellos, la misión de la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo es “incentivar la
unión y llevar a cabo ejercicios de inter agencia en el Área de
Operaciones Conjunta, para realizar seguridad y cooperación regional y
apoyar el desarrollo democrático”. Entre otros actos de “acción
humanitaria”, en su página web, destacan la donación de 700 mochilas
para niños y niñas hondureñas, como la de 320 pares de zapatos
destinados a tres orfanatos.
Aunque
la Constitución de Honduras no permite legalmente la presencia militar
extranjera en el país, nada indica que existan planes de desalojo.
POLÍTICA Y DINERO
“La
alianza con el ALBA es como regresar al pasado en donde los
izquierdistas, comunistas manejaban la economía de los países”, señaló
el empresario Miguel Facussé ante la iniciativa del presidente Zelaya
de incorporarse a esa organización.
El
“Club de Coyolito” o el “Club de la Americana” son los espacios donde
se reúnen los ricos y famosos de Honduras. Por allí desfilan los
Rosenthal, los Ferrari, los Canahuati Larach y los Facussé, los Nasser,
los Lamas, los Kafie… los dueños de Honduras.
Según
un medio periodístico, un funcionario del gobierno de Zelaya, que no
quiso identificarse, señaló que estos empresarios fueron claros cuando
hablaron con el primer mandatario: "Ustedes son temporales, en cambio
nosotros somos permanentes. Queremos que se nos consulte en las
decisiones, queremos contratos y participar de las licitaciones, opinar
sobre algunos nombramientos de funcionarios públicos y contratos de
publicidad con el Estado".
EL CLUB DE COYOLITO
Coyolito
es un lugar paradisíaco ubicado en la isla de Zacate Grande, en el
Golfo de Fonseca. Allí han levantado suntuosas residencias los
poderosos empresarios hondureños. Es el paraíso de los ricos y famosos
de Honduras.
Dado
que el lugar es demasiado bello para que lo disfruten los pobres, los
capitalistas catrachos no han dudado en comprar las tierras del lugar a
precios irrisorios, cuando no han apelado al desalojo directo de sus
pobladores.
Tras
despojar a punta de pistola a varias familias del lugar, los Facussé y
los Nasser, se han adueñado de importantes terrenos que no eran de
ellos. Los lugareños, desde hace ya unos años se han organizado para
defender sus derechos, mas la justicia no llega, y últimamente han sido
víctimas de intimidación, persecución y amenazas por parte de personal
armado que actúa al servicio de los empresarios.
Club
de Coyolito es el nombre con que se denomina al grupo de oligarcas que
ahora mantiene lujosas residencias de veraneo en ese lugar. Desde allí,
las familias prominentes de Honduras organizan bodas, fiestas,
agasajos, reciben a visitantes extranjeros y también, parece ser,
previa escala por la Base de Soto Cano, organizan golpes de Estado.