Si, parece increíble, pero en muchas mentes continúa siendo la mitomanía y la especulación la única brújula que las orienta a construir la realidad. Obviamente el problema no radica en el uso de la imaginación, ya que ella es condición necesaria para la transformación de lo real. El problema surge cuando lo mítico se asume real, pudiendo generar un cuadro de disociación.
Ante el permanente debate sobre el ejercicio del derecho a la libertad de expresión, entendida como derecho humano que conlleva responsabilidades ulteriores tal como lo plantea el Artículo 11 de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789 y en Venezuela los Artículos 57 y 58 de la Constitución Nacional, surge de nuevo la discusión que el disfrute de derechos: los límites en el despliegue de las libertades.
Ya sea desde la perspectiva liberal del inicio de los derechos de los demás o desde el criterio de la asignación de responsabilidades ulteriores, el límite en el ejercicio de los derechos se ve muchas veces alterado por reiteradas alusiones alarmistas y que buscar tergiversar la realidad a partir de especulaciones y absurdos tales como usar su libertad de expresión para denunciar que “no hay libertad de expresión” o señalar que el Estado atenta contra la pluralidad de medios para expresar opiniones, cuando según datos de CONATEL, y por sólo citar un par de ejemplos, entre 1998 y 2009 el número de televisoras en todo el país pasó de 31 a 108 (incremento del 248%) y el de las emisoras de radio en Frecuencia Modulada, FM, creció en el mismo periodo de 300 a 794 (un 165%).
Otro mito ha sido la inminente prohibición del acceso y uso de redes informáticas. Especulaciones van y vienen, intentando generar incertidumbre y desestabilización, pero sin alejarse de la ruta de lo especulativo. Luego, la contundente realidad: el pasado mes de agosto ComScore, quizás la instancia más reputada en cuanto a mediciones del uso de las redes digitales para operaciones de marketing (y alejada de cualquier simpatía con la izquierda), hizo público un estudio donde indica que Venezuela es el tercer país del mundo y el primero de habla castellana en el uso de la red Twitter. Sin duda, el conjunto parece una versión libre de la fábula El Pastor y el Lobo de Esopo, sólo que el lobo nunca termina de llegar.
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