Ante este suceso
quiero traer a la palestra varios puntos en relación a Chávez, al
diario El País, a Oliver Stone y al Rey Juan Carlos de Borbón.
Recordaba el
Director del film “Al sur de la frontera”, presentada ayer en Venecia,
la famosa mandada a callar que le hiciera el Rey Juan Carlos de Borbón
al Comandante Hugo Rafael Chávez Frías en la Cumbre Iberoamericana
de Chile el año 2.007, un gran ejemplo ante el mundo sobre el concepto
que tiene el Rey Juan Carlos sobre la libertad de expresión.
Le increpaba a la vez al diario El País sus incisivos ataques contra
el gobierno democrático de Chávez y su contribución a su satanización.
El trabajo de Oliver Stone obviamente apunta a desarmar la imagen
de “dictador” que en Europa y en Estados Unidos han creado los medios,
fundamentalmente, aupados por personeros de la oposición venezolana
cada día más reducida y por los intereses del capitalismo trasnacional
que de alguna manera ven afectados sus intereses. El film permitirá
a los pueblos de Europa, que en definidas cuentas son lo que importa,
ver testimonios de lo que pasa en Venezuela.
La libertad
de opinión es uno de los temas relevantes en este debate, se acusa
a Chávez de ser inclemente contra los medios de comunicación y creo
que los camaradas europeos han terminado creyendo esta mentira de tanto
serles repetida, según los principios de Goebbels. Mandar a callar
a Chávez innegablemente fue una coerción a su libertad de expresión
a la que tenía todo el derecho y una violación a su derecho a expresarse,
por parte del Rey.
Yo quiero recordar
y dejar claro algunos puntos en relación a lo que es ser Rey de España,
sus poderes y sus atribuciones, no sin antes advertirle a Oliver Stone
que bien pudiera ser llevado a juicio en las cortes españolas por sus
atrevimientos al referirse al Rey Juan Carlos.
Yo quiero pedirle
al Rey de nuestra madre patria, España, que hable, que deje de estar
tan callado y que nos explique algunas cosas a los pueblos de Suramérica.
Creo que si
en Venezuela se agrediera a miembros de algún sindicato de la manera
en que en estos momentos son agredidos mujeres y hombres sindicalistas
del SAT, ni quisiera imaginarme las primeras planas del diario El País,
limpiándole los cachos al diablo de Hugo Chávez, quiero señor Rey
que me explique cual será la diferencia para que en su reinado eso
no sea salvajismo y si sucediese en Venezuela no sería más que
la muestra obvia de la dictadura de Chávez, explíquemelo
Sr. Rey.
Explíqueme
acerca de otras cosas, hábleme a ver si entiendo, acerca de la Ley
Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal en su Título
XXI, llamado Delitos contra la Constitución. En el Capítulo
II se recogen los Delitos contra la Corona, en los que se incluyen:
“El que calumniare
o injuriare al Rey o a cualquiera de sus ascendientes o descendientes,
a la Reina consorte o al consorte de la Reina, al Regente o a algún
miembro de la Regencia, o al Príncipe heredero de la Corona, en el
ejercicio de sus funciones o con motivo u ocasión de éstas, será
castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años si la calumnia
o injuria fuera grave, y con la de multa de seis a doce meses si no
lo son”
Explíqueme
como es que en su reino existe esta ley y en nuestra democracia se le
menta la madre al presidente de la República sin que quien lo hizo
recibiera ningún tipo de pena, cómo es que Chávez es tildado de
dictador por no hacer nada contra quien lo ofende mientras que su reinado
ha penado con prisión o multas de hasta 6.000 euros o prisión a
personas que osaron quemar públicamente su foto, o colocar fotografías
“insinuantes” de su persona y la Reina en alguna revista, explíqueme
esos procedimientos abiertos por su corona contra los diarios Deia y
Gara, por publicar una viñeta sobre una cacería ilegal que usted realizara
junto al presidente Putin en donde perdiera la vida un oso ebrio llamado
el oso Mitrofan, quiero que me hable sobre la multa al cantante
del grupo musical Poetas de la Calle, que ascendió a 14.400 euros,
por haber dicho que usted debía estar enterrado, hábleme de la imputación
que se le hiciera al Alcalde de Puerto Real, por comentarios que hiciese
de su persona.
En mi país
no ocurre nada de eso, todo lo contrario, en Venezuela, país señalado
de cercenar la libertad de expresión a diario se ofende a nuestro comandante
y ni se les encarcelan ni se les cobra un duro, como dicen allá. Quisiera
que me explicara entonces por qué mi presidente Hugo Chávez es tildado
de Dictador y Usted no, ¿Qué le hace falta a mi comandante? ¿Una
Corona?
Yo sería incapaz
de mandarlo a callar a usted, su alteza, espero que mis preguntas y
mi evocación de sucesos reales de su reinado no me imputen como un
delincuente que comete delito alguno contra su Corona, ni siquiera
seré capaz de preguntarle a cuántos euros ascendería la multa si
me atreviese a decirle: ¿Por qué no te callas Juan Carlos?, o si
le debe Ud. algunos euros a mi comandante por haberlo mandado a callar,
no, yo tan sólo quiero hacerle una cordial y educada invitación a
que hable.
Háblenos de
su opinión sobre la película de Oliver Stone, sobre nuestra democracia
y sobre nuestra libertad de expresión.
Aclaro ante
su corona que soy absolutamente responsable de lo escrito en este artículo,
que si en algo pudiera sentirse ofendido o usted considerase que he
violado alguna ley, estoy a su disposición para asumir la responsabilidad
de mis palabras y que por nada me parecería correcto que se tomasen
medidas contra un diario que me permita hacer uso de mi libertad de
expresión.
Agradecido
por su atención su alteza, se despide de usted este humilde plebeyo:
Raúl Bracho, desde Venezuela.