En respuesta al artículo de la señora María D´Stefano y los rollos de la cultura

Yo estaba comprando querosen

No pretende este título evadir responsabilidades, más bien aclarar. Yo Iván Villamizar, cédula de Identidad 5.222.212, declaro públicamente que trabajé en la Misión Cultura y mis posiciones dentro de la misma me hacen hoy día responsable, según la aventurera opinión de la señora María de Stefano, de los artículos, críticas y “ataques” que sufre la institución mencionada.

Antes que otra cosa debo aclarar que no tengo nada que ver con artículos precedentes pero no quiero, de ninguna manera, desperdiciar la excelente oportunidad que me brinda la mencionada señora, para hacer llegar mis críticas a la gestión cultural por este medio (Aporrea) aunque, según el profesor Soto, sólo sea leído por unas 300 personas.

Al respecto quiero empezar con las denuncias, -que más me han llamado la atención- que hace el anónimo César (www.aporrea.org/misiones/a30990.html) y las respuesta que a ellas ofrece el profesor Soto (www.aporrea.org/misiones/a31062.html) y la misma señora María D´Stefano (http://www.aporrea.org/misiones/a31160.html).

En primer lugar acerca del remitido de prensa. Puede ser cierto lo que acusa el anónimo César o lo que responde el Profesor Soto, sólo una investigación seria puede determinar cuál es la verdad. Sin embargo, resulta completamente cuestionable que se pretenda despachar unas denuncias, con el argumento de que quienes lo hacen son pocos. ¿Desde cuándo la cantidad es un elemento con el que se descalifica la palabra? El otro elemento -con el que se pretende descalificar la denuncia- se está haciendo ya muy común en todos los funcionarios públicos que ostentan algún grado de poder (y ya por eso cualquiera se mostraría capcioso) y es el argumento de que quien denuncia es enemigo de la revolución, y en los casos más graves, sospechoso de colaborar con la CIA. Si por ese camino seguimos, vamos a convertir la revolución en un chantaje maniqueo en el que para sobrevivir políticamente (y literalmente también) tenemos que buscar nuestras mejores expresiones y nuestras más hermosas palabras para referirnos a los funcionarios con más poder y hacernos de la vista gorda ante situaciones irregulares que comprometen el patrimonio de la nación y el bienestar del pueblo. Y eso, a mí me parece que no está bien.

Es tan irresponsable la actitud del anónimo César, con su catajarria de denuncias sin fundamento, como la del profesor Soto, que desliza la idea de que son unos manipulados contra revolucionarios, quienes (al colocar su denuncia por la prensa) pedirían dinero prestado con la esperanza de que alguien escuche su voz.

Denuncia el anónimo (ya en este punto ha perdido el nombre “propio”) sobre las relaciones consanguíneas entre el Profesor Soto y otros miembros de la Misión Cultura. Mírese como se quiera mirar o búsquesele el ángulo que se quiera, desde tiempos inmemoriales; cuando existe esta distribución de cargos entre miembros de la misma familia, se llama nepotismo y, por mi parte, no temo discutir otros significados de la palabra ni buscar sus excepciones, si ello contribuye a crear bases en la construcción del socialismo del siglo XXI, incluso renunciando a mis prejuicios éticos o a mi filosofía.

El mismo comentario sale para el artículo de la señora María (a quien nuevamente le agradezco la posibilidad de escribir sobre la misión Cultura). Si el anónimo está denunciando que hay una relación económica entre la Misión Cultura, dirigida por Antonieta D´Stefano y la televisora TV Caricuao, de la que ella formaba parte y que ahora es dirigida por la señora María D´Stefano (su hermana) y la señora María, no niega la relación económica (además sería un descaro negar lo que está a la vista de todos), entonces, mírese como se quiera mirar o búsquesele el ángulo que se quiera, cualquier mortal tiene derecho a decir que ahí hay un hecho “irregular”. Pudiera ser que TV Caricuao, le ofrezca a la Misión Cultura el servicio más económico del mercado, pudiera ser que hasta se lo haya ofrecido gratis, pero si existe la relación consanguínea entre los dueños de la empresa y los dirigentes de la institución pública que la contrata, eso es entonces un asunto delicado que merece mucho más que una rabieta y que un desquiciado artículo en el que se trata de desacreditar a quienes en algún momento podrían llevar una acusación seria sobre el asunto, pero que se han abstenido en honor a las relaciones afectivas que alguna vez existieron.

Hay denuncias hechas por el anónimo que no consiguen respuestas por parte del Profesor Soto. Como, de todas maneras, tanto la denuncia como la respuesta parecen más bien un largo chismorreo, (a excepción de las amenazas) me gustaría saber por fin que fue lo que verdaderamente pasó con la persona que puso la denuncia de los robos en la CICPC, ¿la botaron o no la botaron? Y si la botaron ¿por qué lo hicieron?, cual es el argumento.

Aunque se extienda este artículo, no puedo dejar pasar el comentario que me genera el punto 6 del artículo del profesor Soto. Por un lado me parece una tamaña inmadurez lo de escribir “voy a hacerle llegar tus opiniones al comandante…etc”. Que es algo así como te voy a acusar con Chávez y me imagino al anónimo leyendo y comentando “Ay! Si. Mira como estoy temblando (como dos carajitos en una escuela). De verdad que yo no puedo imaginarme a Chávez parándole a este corrillo de dimes, diretes y sonsonetes. Pero, al margen de lo que puede parecer hasta ridículo, está el hecho de la AMENAZA, así, con mayúsculas. ¿Por qué recurrir a la amenaza? ¿Es que acaso no hay argumentos y razones lo suficientemente sólidas para enfrentar una pasquín irresponsable? Detrás de cualquier amenaza se esconde el temor y también se esconde el miedo, detrás de cualquier anónimo.

Mi crítica, mis rollos con la misión cultura, tienen más bien poco que ver con la innumerable fila de denuncias y respuestas que se han ventilado por estos días, con buenas y con malas intenciones. Tienen sobre todo que ver con preguntas que dejo abiertas y que no pretenden cuestionar las acciones o actitudes de nadie en particular, sino una manera de hacer que se generaliza en toda la administración pública.

¿Si la misión Cultura está graduando o va a graduar Licenciados en Educación, por qué el pensum no aborda áreas relacionadas con pedagogía? ¿Será que la formación docente es como el papel: aguanta todo? ¿Cuál será el campo de trabajo de quienes se gradúen en la misión? ¿Se va a reestructurar el Ministerio de la Cultura para dar cabida a los Licenciados de la Misión? De ser así, ¿hay algún gallo tapa´o? ¿Cuáles son los derechos laborales de quienes trabajan para la Misión Cultura? ¿Cuál podría ser la diferencia entre lo que ha hecho el Ministerio de la Cultura de la revolución y lo que habría hecho un Ministerio de Cultura controlado por la derecha y con bastante dinero?

Recordamos con preocupación que en la 4ta república empezaron a cuestionarse las Fundaciones y hasta a eliminarse. Las Fundaciones se convirtieron en las instituciones perfectas para desviar dineros públicos. Las críticas hacia las libertades de manejo administrativo que esa figura jurídica reportaba, las hacían sospechosas a priori de cualquier marramuncia y corruptela. ¿Por qué creemos que ahora, bajo la revolución, sí se harán manejos honestos en las fundaciones? ¿Por qué creemos los revolucionarios que estamos henchidos de la ética divina para quitar, poner, decir o callar en los manejos administrativos de los recursos del estado? ¿Por qué si antes criticábamos denodadamente el clientelismo, ahora lo aceptamos como si nada? ¿Bajo este criterio de la ética revolucionaria debemos aceptar como válido el nepotismo o las negociaciones entre familiares que tienen empresas y que administran los recursos públicos?



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