Heinrich Heine, escritor alemán, en 1821 sentenció: "Ahí donde se
queman libros se acaba quemando también seres humanos".
En la novela de Fahrenheit 451de Ray Bradbury, el protagonista -el
bombero Montag que tenía como actividad la quema de libros y
bibliotecas- expresaba a Clarisse, una chica a quien recién conocía:
"El petróleo es como un perfume para mí".
Recientemente hemos sido testigos de un hecho abominable, cruel
-¡increíble!, para quienes viven fuera de nuestras fronteras sometidos
a la manipulación mediática- en la Universidad Central de Venezuela
los fascistas intentaron linchar públicamente a un estudiante
revolucionario.
El estudiante William Muñoz estuvo a punto de ser asesinado a golpes,
palazos, patadas, y fue salvado de milagro por los bomberos
universitarios; ante la frustración de no haberlo podido asesinar, los
fascistas lo rociaron con gasolina para quemarlo.
Días antes los fascistas habían quemado la Universidad Nacional
Experimental Politécnica de las Fuerzas Armadas (Unefa) en el Estado
Táchira y 14 universidades en el país.
Los fascistas quemaron un preescolar, han talado y quemado miles de
árboles, matado perros e inventaron las guayas asesinas en nombre de
su libertad.
Se cuenta que Sigmund Freud, al enterarse que libros suyos habían sido
quemados por los nazis manifestó: ¡Cuánto ha avanzado el mundo: en la
Edad Media me habrían quemado a mí!
Hemos visto la barbarie protegida, aupada por el imperialismo, así
como medios nacionales e internacionales justificando la violencia e
invisibilizando las acciones de paz del Gobierno legítimo de Venezuela
Las leyes que anuncia el presidente Nicolás Maduro deben incluir
castigo ejemplar a los mercenarios, extranjeros armados, cierre,
revocatoria de concesiones de inmediato a medios audiovisuales
cómplices del golpe de Estado.