El socialismo es la forma de organización social de la humanidad en un futuro cercano. Las fuerzas evolutivas del Universo, las tendencias de desarrollo de la consciencia, las leyes que rigen el desarrollo de la historia humana apuntan a esto. Lo único que podría detener ese avance es la disolución social o la destrucción de la civilización.
Oponerse es reaccionario, es luchar contra las leyes naturales. Sólo quienes tienen intereses poderosos, privilegios, es entendible que lo hagan. Eso es, el 3 a 5% de la población, como mucho.
Que un 40%, o más, de los venezolanos se oponga al modelo bolivariano no tiene mas explicación que la manipulación mediática, que esas personas están asumiendo posiciones en contra de sus propios intereses de clase.
Cómo construir el socialismo no está escrito en ninguna parte, no hay recetas. Por tener recetas fracasó en el Siglo XX. Y por no tener fórmulas preestablecidas lo hemos llamado del Siglo XXI. Lo que sí está claro es la dirección estratégica: Participación protagónica, libertades plenas, democracia (no sólo en lo político, en lo productivo también), igualdad sustantiva, justicia, respeto y promoción de los derechos humanos, mejor calidad de vida, multipolaridad, sustentabilidad ambiental, consciencia, y otros elementos en los que seguramente más del 90% de la población estaríamos de acuerdo.
Por no estar preestablecido, es lógico que se cometan errores en la construcción del socialismo. Mas aún cuando venimos de una cultura capitalista, altamente rentista, con una visión de mundo materialista, antropocentrista, machista, racionalista. Lo más difícil es alcanzar el consenso social para avanzar en la dirección de la transición al socialismo, etapa larga y complicada en la que lo viejo se niega a morir y lo nuevo se esfuerza por nacer, doble batalla. La transición al socialismo es como un largo zaguán. Hemos dejado atrás la puerta de la calle, donde vemos el desorden e injusticia del capitalismo; vemos adelante, vislumbramos, en la otra puerta, las bondades del socialismo. El pasillo es largo, pero nos alienta la visión de la meta a alcanzar.
Que exista oposición, siendo el socialismo democracia plena, es lógico y deseable, para corregir los errores. Pero si el socialismo nos conviene al 97% de los venezolanos, es de concluir que esa oposición debe ser no solo democrática, sino socialista. Esa es la oposición que necesitamos.
Los sectores medios a los cuáles les preocupa el tipo de socialismo en construcción, deberían ver cómo defender sus propios intereses, no los de la oligarquía y las transnacionales, organizarse para defender su visión propia de mundo: su calidad de vida y su libertad. Y no es el capitalismo el modelo que defiende sus intereses, todo lo contrario. ¿Dónde están los líderes de esa nueva oposición? No los vemos en la actual oposición venezolana, o si están allí, están escondidos, en el closet, apabullados por quienes se han apoderado de la dirección.
El diálogo promovido por el Presidente Maduro es correcto, para aislar a los violentos. Pero deslindados los violentos, nos sigue quedando una oposición capitalista, anacrónica. Es preciso que las capas medias se organicen pensando en sus propios intereses y deslastren visiones ajenas. Una tarea muy difícil y muy necesaria, para bien de todos.