Cuando el guarimbero entra en modo catarsis-descarga de arrechera, se genera en su interior toda una metamorfosis kafkiana, que inhibe de inmediato al gracioso angelito que habita dentro de él y sólo deja espacio para el demonio violento que domina al ilustre ser al frente de su guarimba. En su éxtasis, el guarimbero busca con frenesí estratégicos objetivos político-militares con el propósito de saciar su sed de sangre y destrucción en su pretendido camino hacia Miraflores, eso sí, por “La Salida” de atrás. Son nefastos e incomprensibles estos momentos de furia, pero las imágenes del vandalismo y la destrucción guarimbera están a la vista de todos los venezolanos y del mundo entero. Además, están bien focalizados estos episodios de violencia, donde claramente se puede observar a los vándalos sicóticos, descargar su odio, su violencia, su frustración, contra todo tipo de lugares, objetos y personas.
Así, el sicótico guarimbero mira fija y fogosamente a los Arbolitos Chavistas. Los identifica, clasifica y codifica en su psicodélica mente como un odioso y despreciable enemigo. El guarimbero selecciona bien al arbolito, lo estudia, lo mide. Verifica primero que no pueda defenderse. Luego, el valiente guarimbero se enerva en su superioridad intelectual y no titubea en lo absoluto al cortarlo de raíz. Ni siquiera suda en su criminal acción, ya que tiene todo tipo de herramientas ecocidas a su disposición: hachas, sierras, machetes.
En la cabeza del perturbado guarimbero este no es una árbol cualquiera. No, él se imagina una hilera de despistados chavistas, cuyas cabezas cortadas caen a sus pies al paso de su mortífera sierra. De seguro es un fanático seguidor de Freddy Krueger. No olvidemos que los guarimberos son militantes fascistas de la extrema derecha. Buscan alcanzar, como los Nazis, un nivel superior de descarga de odio. Día a día sólo esperan el momento oportuno, el momento preciso para hacerlo. Total, la orden de arrasar con todo lo que represente al chavismo ya la dieron los líderes de la extrema derecha, los “pacíficos demócratas” de Voluntad Popular y Primero Justicia.
En esta experiencia de odio, el ataque a la naturaleza ha sido implacable. Los Arbolitos Chavistas han caído víctimas de los ataques de las hordas violentas de la extrema derecha. El balance efectuado por el Ministerio del Ambiente, ilustra lo irracional, criminal y patético de las actuaciones fascistas: “Con la tala indiscriminada de árboles en las poligonales urbanas, afectaron especies que constituían islas de vida, refugios de fauna, el microclima urbano y proveían de oxígeno a las ciudades que benefician y sustentan el ornato y hábitat, formando parte de la concepción integral del espacio común para el vivir bien”. En las guarimbas violentas se han talado “…más de 5.000 especies cuyos ejemplares son: cujíes, ceibas, jabillos, caoba, flamboyan, entre otras (algunas especies en Veda)”.
Lo peor, y como es característico en la cobardía siempre presente en la extrema derecha venezolana (YoNoFui), salieron de inmediato unos cuasi ambientalistas tarifados, sesudos expertos, que coparon los medios de comunicación al servicio de la derecha, rasgándose las vestiduras, diciendo que ellos no veían ecocidio por ningún lado. Que los arbolitos talados y quemados eran sólo un pequeñito daño colateral de la descarga de odio de los manifestantes “pacíficos”. Una nimiedad pues. Que cinco mil árboles calcinados en las hogueras fascistas no eran nada, en comparación con todo un planeta lleno de matas y frondosas palmeras que aún sobreviven.
Menos mal que el odio fascista está confinado a pequeñísimos reductos donde gobierna la extrema derecha. Si no, los “pacíficos” ya hubieran talado e incendiado toda la vegetación desde el Waraira Repano hasta el Salto Ángel.
Las declaraciones de estos voceros son una apología del delito. La justificación para seguir destruyendo, talando y quemando nuestra limitada, pero hermosa naturaleza, dentro de los espacios urbanos. Pero cuidado, los ambientalistas chiflados de la extrema derecha dirán, sin rubor alguno, que aún quedan miles y miles de hectáreas a la disposición para alimentar las hogueras del odio.
En fin, el caso de los Arbolitos Chavistas es sólo un ejemplo de cómo piensa y actúa la burguesía: la Constitución, las leyes y el país entero deben estar a sus pies. Todo subordinado a sus superiores intereses. La lógica de la derecha es así, cualquier cosa que se interponga en sus objetivos para alcanzar el poder, debe ser arrasado. Que locos y descarados!!!
Que no queden dudas, que de las manos del poderoso pueblo venezolano, renacerán millones de árboles para la paz y para la vida.
El autor es: Sociólogo
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@richardcanan