La guerra sucia emprendida por la oposición venezolana, tiene objetivos muy específicos, y es una variante de las campañas psicológicas que utilizaron los marines de los Estados Unidos, en la primera guerra del golfo. Está dirigida al adversario menos consciente, al más vulnerable es decir al chavista que está culipandeando, al que se queja con razón o sin ella, pero que piensa ingenuamente que absteniéndose castiga a los dirigentes que han cometido errores. Dentro de su ingenuidad y su desesperación no se percatan que están siendo utilizados por los enemigos históricos del pueblo, para fregar al mismo pueblo, una vez que la oposición logre crear la crisis política que le permita salir del gobierno bolivariano.
Los grafitis que aparecieron hace días en las principales ciudades del país, son un ejemplo muy concreto del doble objetivo de la oposición, y rememora las pintas de los nazis contra los judíos. ¿Pensara la oposición construir guetos para encerrar a los chavistas? La cuenta regresiva ha empezado para aquellos chavistas que se mantengan fieles al gobierno bolivariano, los que se abstengan y no concurran a votar se pueden salvar de la carnicería que tiene planificada la ultraderecha. Así mismo como se salvaron aquellos humildes militantes que el 2002 que fueron asesinados para justificar el golpe contra Chávez, eso mismo prometió Carmona Estanga, y al otro día estaba persiguiendo a todos los chavistas y anunciando castigo ejemplar con sus muchachos armados de morteros.
El chavista que piense que si no concurre a votar da una lección a la nomenclatura política, cae en la trampa caza bobos de la derecha que a través de una intensa campaña psicológica, intenta lograr una abstención significativa dentro de las filas del chavismo, con el único objetivo de controlar la asamblea nacional, y empezar un proceso que le permita destruir todos los logros sociales y las formas de organización impulsadas en los últimos 15 años. Esas pintadas de pared están bien diseñadas, para tratar de moralizar a las disminuidas fuerzas opositoras y hacerles creer que una victoria parlamentaria es segura, tan segura que se atreven a amenazar a los chavistas. Así mismo trata de convencer a los chavistas Light que deben salvarse de ese “acabaremos con el chavismo”, son sin duda la continuación de una guerra de baja intensidad que coincide con las declaraciones del jefe del comando sur de los EEUU “estamos alertas ante lo que pueda pasar en Venezuela”, es decir chavistas sálvense de lo que viene.
La táctica opositora es aprovechar el descontento producto de la aguda situación de acaparamiento y convertirlo en un instrumento que debilite la estructura organizativa del chavismo, para desmovilizarlo y conseguir que la espontaneidad del voto castigo pueda darle una votación suficiente como para recurrir al mecanismo de cantar fraude, y convertir la llamada crisis económica en una crisis política, para pedir la renuncia de Maduro. Incluso ya lo opositores tienen algunas pancartas pidiendo la salida del presidente.
Quienes por un descontento coyuntural piensan abstenerse además de caer en el juego de la derecha, se olvidan que la confrontación definitiva no es entre gobernantes, sino entre dos sistemas el socialismo humanista bolivariano, y el capitalismo que ha destruido Europa. Esto lo sabía muy bien Hugo Chávez, cuando no dudo en lanzar su candidatura contra Capriles, a riesgo de su vida. Ese sacrificio de Chávez que es una de las grandes tragedias de nuestra América, junto a la muerte de Allende, debe alumbrar las conciencias de aquellos que todavía dudan en acudir a votar. Chavez siempre estuvo consciente que una regresión política seria tan horrendo como descender a los infiernos, porque el neoliberalismo es eso el infierno de sufrimiento para los pueblos.