Refiriéndome a las dos palabras que determinan el titulo de este análisis el cual pretendo compartir con ustedes, aclaro que no hay ningún tipo de parentesco entre ellas, ni siquiera son parientes lejanos. La primera, aunque es usada como adjetivo, también puede usarse como sustantivo, y hace mención cuando una persona padece una posesión o apoderamiento de algún espíritu; en tanto, la segunda, de acuerdo con el DRAE, constituye un vocablo usado en medicina para referirse al tratamiento terapéutico desproporcionado que prolonga la agonía de enfermos desahuciados. Sin embargo, consultado un diccionario de medicina, encontramos una definición más precisa del término distanasia: “muerte lenta, dolorosa, agonía prolongada”.
He traído a colación estas dos palabras porque, precisamente, pareciera que en Venezuela hay una lucha entre el bien y el mal. Mientras millones de venezolanos andan bañados en bendiciones, con unos deseos intensos de construir una verdadera patria y un sistema político de auténtico rostro socialista; hay otros que andan en poseso, es decir, poseídos por el espíritu de ojo tuerto, y negándose a aceptar que, definitivamente, están condenados a vivir en las sombras del infierno de la cuarta república.
Son tiempos encontrados. Hablamos, por un lado, de cambio, ruptura, transformación, nuevo estado, reforma y revolución; por el otro, de saboteo, de engaño, guarimba y planes desestabilizadores. De igual manera, muchos venezolanos y venezolanas, con la alegría colgando en sus sonrisas y esperanzas, hablan de amor, de igualdad, solidaridad y unidad. Otros, de rostros compungidos, frustrados y nostálgicos, hablan de odio y venganza. A cada rato los vemos con la vestimenta del sepulturero opositor, anunciando sus crónicas negras.
Negándose a morir y con una risa sarcástica, hablan de un final. ¿Acaso será que instituyen su propio final? Es probable que en medio de su propia agonía, vean la reforma como un fantasma que les va a quitar sus grandes extensiones de tierra y sólo le van a dejar apenas un terrenito para que allí sean sepultados. Los atormenta el tema de la propiedad, los atormenta la revolución.
El miedo se ha apoderando de la oposición. Ellos piensan que el espíritu de la cuarta república los ha abandonado. En realidad, todavía no se han dado cuenta que el pueblo fue el que los abandonó. Engañados y decepcionados por la falsa retórica de los Calderas, los Lusinchi, los Carlos Andrés y los Luis Herrera, el pueblo les fue quitando su apoyo. En medio de un desencanto por la clase política puntofijista, en la conciencia del venezolano ocurrió un fenómeno que en politología se conoce como desalineación partidista, que no es otra cosa que la negación de manifestarle su respaldo a través del voto.
Con la crisis llegó el agravamiento y el cuadro febril de la democracia y los partidos no se podía esconder. Ha llegado el fin y la reforma es para ellos la eutanasia. Ante este acto tan bochornoso, es mejor el “autosuicidio”, diría Carlos Andrés.
*Politólogo
eduardojm51@yahoo.es