Un día Fernando Vallejo declaró que la ética era una cosa redonda y azul. Un echador le mostró un papel blanco y triangular y le dijo:
—Ah, como esto.
—No, eso es blanco y triangular —objetó Vallejo.
—No, mírelo bien, ¡es azul y redondo!
El público tardó una fracción de segundo en reaccionar con risas y aplausos, a los que se sumó el mismo Vallejo porque también él es un provocador inteligente.
Con la Reforma Constitucional pasa así. La Conferencia Episcopal Venezolana, por ejemplo, dice que es un proyecto totalitario que limita los poderes populares y tal. Les citas los artículos que demuestran lo contrario y vuelven con que es un proyecto totalitario que limita los poderes populares y tal.
Son como los libros, según Platón, que siempre dicen lo mismo, les preguntas cualquier cosa y vuelven a decir lo mismo o se callan “con grande y venerando silencio”, según la traducción de Juan David García Bacca. ¿Cómo discute uno así? No se puede hablar, ese es el problema.
Estamos ante un guion, les dictaron un curso y un discurso, por eso los chicos opositores leen un guion en la Asamblea Nacional y se largan sin debatir. Basta con su presencia para expresar su superioridad manifiesta. Los gramáticos de Port Royal, precursores de Noam Chomsky, decían que para saber que estamos ante un ser humano o no ante un autómata, debemos verificar si es capaz de conversar. Lo mismo dicen de la inteligencia artificial. Si podemos intercambiar palabras con una computadora es porque o es un humano quien la maneja o está regida por un programa de inteligencia artificial —aunque, de paso, hoy sabemos que la inteligencia artificial es por ahora más artificial que inteligente.
De vez en cuando viene uno de esos gringos simplones, cínicos y parlanchines con un método de esos que les encantan, en que todo conflicto tiene su recetario de soluciones facilonas. Pero ¿qué hacen con Yago? Porque cada vez que Otelo y Desdémona comienzan a entenderse, viene Yago con una intriga magistral que no tiene soluciones simplonas y Otelo, loco de celos, mata a Desdémona, la Mujer Ideal, inteligente y amorosa.
Ya sabemos quién es el Yago que interviene en Venezuela apenas oposición y revolución comienzan a esbozar un acuerdo.
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