Una vez más tendríamos que repetir la frase de Alí "el pueblo es sabio y paciente". Y es que la sabiduría del pueblo, la conexión con su líder, su lógica y la razón le advierte desde hace tiempo que una nueva etapa de la conspiración continuada está en marcha, un plan inteligentemente trazado y articulado que tiene como objetivo derrocar al presidente Chávez con "un golpe endógeno". Eso que algunos llaman "el chavismo sin Chávez".
Ante todo tendríamos que preguntarnos si el pronunciamiento de Raúl Isaías Baduel ¿es el ejercicio de la libertad de pensamiento, una traición, o es en definitiva el proceso natural de depuración que debe sufrir esta revolución?
Lo qué sí está de anteojito, con Baduel o sin Baduel, es un plan para sembrar caos en el país. El desabastecimiento de alimentos, especialmente el de leche durante casi tres meses; los conflictos en el sector transporte, los disturbios en las universidades y las guarimbas institucionales, son parte de esa estrategia. Este último punto, sensible por demás, involucra a los funcionarios e instituciones que han sido negligentes en la administración de los recursos y que con toda alevosía han frenado los procesos, generando descontento a lo interno del pueblo chavista.
El burocratismo y la corrupción no solo son herencia de un pasado fatal, también se ejercen de forma conciente en una fórmula que busca carcomer las incipientes estructuras de la revolución bolivariana. La ausencia de soluciones a los problemas de la gente, el descarado ejercicio de la opulencia por parte de algunos funcionarios y la indiferencia a las inquietudes y demandas de los colectivos, son una píldora que potencia la conspiración.
¿Baduel está solo en esto? Chávez cree que no y tiene la información. Así lo manifestó en su discurso del domingo en la avenida Bolívar "…otros se rajaron pero allá ellos y todavía falta gente por rajarse, yo tengo la lista, saben, yo tengo una lista muy dentro. Uno tiene sus dudas, uno tiene sus cosas por aquí dentro. Y yo creo que todavía falta gente por rajarse. No les extrañe. A mi nada mes es extraño…"(Hugo Chávez, 4/11/07).
Progresivamente irán apareciendo de las filas del chavismo otros elementos de la conspiración, que dolorosamente nos remueven los recuerdos, trasladándonos a los antecedentes de ese aciago abril de 2002. Pero que en el fondo de nuestros corazones sabemos que nos están engañando.
Irán desfilando por la pasarella mediática y nos sorprenderemos por unos más que por otros. Sin embargo, es bueno que el traje se descosa; que se evidencien las costuras. De esa manera, como buenos sastres, sabremos donde surcir la pieza; dónde cortar la tela que sobra.
Usando un comodín
El general retirado se convierte en el comodín de la oposición fascista, torpe, desarticulada, pero bien financiada. Aspiran que Baduel haga lo que no pudo hacer Manuel Rosales. Saben que el general es un hombre más inteligente y astuto; que maneja la estrategia. Un hombre que además conoce a Chávez y pudiera articular a la contra. Es para los medios el actor que requieren para sus fines conspirativos.
Baduel con las diferencias del caso se convierte en lo que soñaba ser el general Guaicaipuro Lameda, el líder de la oposición.
El hombre que hasta hace poco más de dos semanas apoyaba la propuesta de Reforma Constitucional, ahora, en una abierta contradicción, dice que el Proyecto es un golpe de estado y llama al mismo tiempo a votar por lo que también considera un fraude. Hoy intempestivamente se coloca en la acera del frente, presionado o no, chantajeado o no, pero jamás de manera inocente.
Baduel lo hizo, saltó la talanquera, y nos preguntamos ¿sirve a los intereses del imperio? ¿nos hace un favor al alertarnos?
No es muy distinta la situación actual a la del 2002. Ahora como en abril hay circunstancias similares. En diciembre de 2001, Chávez aprueba la Ley Habilitante (49 leyes) y toca los intereses de latifundistas, de las trasnacionales de hidrocarburos, de la minería, de la pesca, de la banca; etc. La opinión pública manipulada por los medios, señalaba que Venezuela se enfrentaba al inicio de una dictadura, pese a que esta ley democratizó aún más la propiedad de la tierra, entre otras cosas.
Los conflictos a raíz de la Ley provocaron la remoción de la directiva de PDVSA y entonces vino la articulación entre la CTV y Fedecamaras para la Huelga General. El 11 de abril se desvió la marcha que salió de Chuao y conocemos el resto de la historia.
En ese momento, la traición nos tomó desprevenidos. Sabíamos pero no creíamos que ello pudiera pasarnos. Que podían darnos un golpe de estado ¡Era imposible!. Sin embargo así fue y nos vimos obligados a salir a defender a Chávez; la Constitución y nuestra esperanza. Y vencimos en esa batalla a los golpistas.
Pero aunque hoy hay otro escenario, sabemos del golpe continuado y hemos acumulado la experiencia de abril, aunque no es suficiente. No podemos permitir que la confianza nos inmovilice, que el triunfalismo nos afloje. Hoy más que nunca debemos convocarnos a la resistencia, a la unidad, a ocupar el mismo frente y converger en el mismo camino para enfrentar las mafias de la conspiración. Debemos asumir esta coyuntura con toda la responsabilidad del caso. Es una nueva batalla en una guerra que no podemos perder, porque perderla es perder la vida.
Hacer frente a los grupos de los sectores político, económico, eclesiástico, estudiantil y militar, cuyos intereses particulares se han subordinado a las decisiones que benefician a las mayorías excluidas por ellos durante largo tiempo.
También debemos entender que la conspiración no es solo endógena. Sectores externos están revolviendo las aguas y para ello utilizan el cucharón de la Reforma Constitucional. Todo forma parte de un plan bien orquestado que busca dar al traste con las expresiones soberanas que están naciendo y consolidándose en la región y atentan contra los planes de expoliación y colonización imperialistas.
* Periodista y coordinadora del Foro Itinerante de Participación Popular
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