Cambio climático: izquierdas, marxismo y ecosocialismo

No tengo intención de participar en el debate que hay en el marxismo, y en la izquierda en general, en torno a qué hacer de cara al cambio climático (uso este término porque es concepto generalmente asumido, pero creo más acertado hablar de destrucción del hábitat humano, concepto más amplio que comprende inclusive el de "cambio climático" junto a otros asociados a la época apocalíptica que vivimos): no seré parte ni de ese ni de ningún otro debate. Ya lo he dicho: dudo de todo lo que pienso, no sé si tengo razón y no quiero convencer a nadie de mis ideas. También aclaro que ya no soy marxista ni de izquierdas, así como no soy antimarxista ni de derechas. Me he definido recientemente como "colapsista", y ya hablaré más ampliamente de ello en alguna otra comparecencia.

No creo que haga falta insistir en la responsabilidad que tiene en el desastre ambiental el desarrollo capitalista; mismos capitalistas lo han entendido, por ello se inventaron la idea del "capitalismo verde" o "ecocapitalismo", cosa absolutamente obsoleta y demostradamente ineficaz. En el caso de las izquierdas, es claro que todavía levantan esperanzas (vanas, para mí) en que el socialismo (como sea que se entienda) es capaz de evitar el colapso. Al levantar estas esperanzas, contribuyen a que mucha gente ponga el acento en el cambio socioeconómico y no en el cambio civilizatorio-cultural, que debería ser la vía para evitar el colapso ambiental. Ya lo he dicho en artículo anterior: pienso que no hay voluntad en los liderazgos políticos y empresariales, de ningún signo, tampoco en la mayoría de actores intelectuales y culturales ni en los ciudadanos (esto último es lo peor de todo) para emprender tarea tan ardua y tan grandiosa, para cuya concreción se me antoja que además ya se nos agota el tiempo.

Quiero citar, antes que nada, al portal "marxismoycolapso.com", Web del llamado marxismo colapsista: "La Revolución ha muerto. El Socialismo moderno ha fracasado y el comienzo de una era post-moderna de colapso civilizatorio y derrumbe social planetario es

inevitable (…) Ni la globalización económica, ni la tecnología, ni la planificación socialista de la economía pueden así evitar lo que, si se tiene en cuenta la real gravedad que poseen las actuales crisis ecológica y energética, se presenta hoy como ineludible: el pronto colapso de la sociedad contemporánea". Espero que no salga ningún sujeto elemental a decir que estos marxistas colapsistas son de la CIA, etiqueta con la que muchos izquierdistas estigmatizan a cualquiera que disienta de sus tesis y políticas. Reconocidos marxistas de todo el mundo forman parte de esta corriente. Hasta aquí mi acuerdo con el marxismo colapsista.

Citemos otras ideas del mencionado portal, según el cual las preocupaciones de lo que ellos llaman "Marxismo Revolucionario" surgen "ante el fin de la modernidad y el horizonte práctico de la barbarie o la necesidad de prepararnos para una lucha bestial por la sobrevivencia".

Esto último es significativo, porque es notable cómo el marxismo está reaccionando de manera muy particular a su pérdida masiva de influencia en la sociedad planetaria, a sus repetidos fracasos como factor de poder y ante la realidad de que el capitalismo mundial ha logrado adaptarse hasta ahora a los cambios en el mundo con mucho más éxito que el marxismo. Por supuesto, este éxito del capitalismo no es ninguna buena noticia, pero sí un hecho remarcable. En fin, es claro que el marxismo mundial está luchando por sobrevivir y no parece que le vaya bien: abundan los replanteamientos, investigaciones, corrientes, debates, redescubrimientos, adaptaciones y todo tipo de iniciativas que parecen demasiadas, siendo los marxistas tan poquita gente. Ejemplos de los "marxismos": el ecosocialismo, el Socialismo del Siglo XXI (inventado por otro alemán, Heinz Dieterich, y recogido por Chávez como ingrediente de su amalgama ideológica), el marxismo-leninismo, el maoísmo, el marxismo cristiano, el trotskismo, el marxismo feminista, el marxismo libertario, el marxismo colapsista ya mencionado, y aun otros. Pero este debate casi infinito no logra sacar del hoyo a las predicciones irrealizadas del viejo Marx.

La mencionada página marxismoycolapso.com parece más preocupada por la extinción del marxismo que por la extinción de la especie humana, de allí que en dicho portal se pueda leer frases tan rocambolescas como "¡El Marxismo ante la batalla decisiva y final de la lucha de clases holocénica!" y también "La última batalla teórica y estratégica de la Revolución, el último combate ideológico del Marxismo". Para estos marxistas colapsistas, a su pastiche ideológico se le está acabando el tiempo: "El Marxismo no tiene más de una década para realizar una renovación completa de su teoría y marco estratégico-programático para prepararse ante el cataclismo ecológico civilizatorio que alterará pronto, de raíz, la propia dinámica de la economía, la política y la lucha de clases mundial... esto hasta producir su derrumbe definitivo ¡El Marxismo debe prepararse para un cataclismo histórico inevitable de envergadura geológica... o morir!". Quien esté interesado puede ingresar a la Web citada y acercarse a estas ideas que se me antojan desesperadas, pero acaso algún lector encuentre allí un consuelo o un credo: en lo que a marxismos y socialismos se refiere, hay para todos los gustos.

Uno de los conceptos de moda en las izquierdas es un engendro que se llama "ecosocialismo". A los acólitos de esa corriente a menudo se les llama "sandías" (patillas) pues se dice que son verdes por fuera y rojos por dentro, queriendo significar que en realidad están más interesados en salvar el malhadado socialismo que en la ecología. La hipotética construcción del socialismo sería la primera meta de la política, viéndola como una llave hacia otros objetivos, entre ellos el freno a la destrucción del hábitat humano.

El ecosocialismo viene figurando en el léxico marxista desde hace unos cuantos años. En 2001, con motivo de la Cumbre de Río + 10, Michael Löwy y Joel Kovel redactaron el 'Manifiesto Ecosocialista'. También a principios de siglo, varios partidos verdes, como GroenLinks en Países Bajos y otros de tradición marxista como Iniciativa per Catalunya o Coalició Compromís en España se autodenominaron ecosocialistas.

También existe la teoría filosófica denominada "Ecología social", que analiza las relaciones entre los problemas ecológicos y los problemas sociales, y se inspira en ideas anarquistas y marxistas, y al mismo tiempo abreva de los movimientos políticos de Estados Unidos de mediados de los años 60 del siglo XX, como el movimiento ecologista y los movimientos de lucha por los derechos civiles. Sus planteamientos son bastante cercanos a la idea del "ecosocialismo" y asientan que la crisis ecológica presente es producto del capitalismo y que no es el número de personas sino la forma en que las personas se relacionan con otras lo que produce las crisis económicas, sociales y ecológicas que el mundo atraviesa actualmente, proponiendo soluciones comunitarias, de armonía y libertad. Estas propuestas utópicas "zanahorias" no son nada nuevo bajo el sol.

En resumen, el "ecosocialismo" me parece una idea tipo "Frankenstein": junta partes de varias teorías y da vida a un monstruo cuyo fin es conciliar teóricamente al vetusto socialismo marxista con la joven y desigual lucha contra la destrucción del hábitat humano, anteponiendo la idealista "construcción del socialismo" a lo "eco": hagamos primero el socialismo y después salvamos la especie. Así el dogma marxista quedaría a salvo de su fracaso o al menos cumpliría con uno de los principales rituales contemporáneos: la pose ecologista.

El caso de Venezuela es un ejemplo de cómo el fulano ecosocialismo es más una aproximación oportunista al grave deterioro del hábitat humano que un verdadero plan de acción para enfrentar esta crisis terminal de la civilización fracasada. El Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo es un buen remedo del ficticio e irónico "Ministerio de Asuntos sin Importancia". Relegado a un rincón en la estructura del Poder Ejecutivo, difícilmente algún venezolano de la mayoría de a pie pueda recordar quien es el personaje que comanda ese Despacho o explicar de qué realmente se ocupa.

Acaso baste un solo ejemplo para evidenciar la farsa "ecosocialista" en nuestro país, aunque hay muchos otros: el triste caso del reciente bonche en el Tepuy Kusari. Aquí el

tema no es ni siquiera la dimensión del daño ambiental que haya podido producir la fiesta, si es que lo hubo, sino la profanación que unos personajes banales y faranduleros han hecho de un lugar sagrado de nuestro territorio, trasladando su estupidez a ese símbolo de la riqueza natural de Venezuela. Que nadie se engañe: los promotores de tal despropósito pudieron hacerlo con la evidente complicidad del Estado venezolano, confirmada por el general silencio oficial tras la condenable barrabasada. Un hecho como este, si la preocupación ecológica fuese real, hubiese ameritado mucho más que una declaración tardía del Fiscal General, abriendo una investigación que sospecho no llegara a nada, y ojalá que me equivoque. Se ha debido pronunciar con contundencia el presidente Maduro, quien habla casi todos con el altavoz del sistema oficial de medios. En cuanto al Ministerio de Ecosocialismo, si hizo algún pronunciamiento es un secreto bien guardado. La Comisión Permanente de Ecosocialismo de la Asamblea Nacional… ¡bien, gracias! Y el partido de gobierno y sus "aliados", mutis por el foro.

Justo y lamentable es decir que este caso termina siendo un incidente menor ante acciones criminales contra el ambiente en otras latitudes, como la paulatina degeneración de la Amazonia, en la que ha jugado un odioso papel el gobierno de Jair Bolsonaro. En realidad, todo esto forma parte de la farsa ambientalista que comandan todos los poderes del mundo, sin importar su signo político. La tragicomedia "ecológica" de los líderes políticos, económicos y militares del planeta.



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Néstor Francia


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