El racismo, la supremacía eurocéntrica, como expresión de un sistema de valores políticos, los irracionales métodos de conquista y colonización han estado presentes en nuestra América.
Un sistema de explotación inhumana y de saqueo de los recursos naturales acompañaron el "descubrimiento", el "encuentro", la invasión en el "nuevo mundo", con un saldo aterrador de civilizaciones arrasadas, extinguida una cultura, el más grande holocausto, genocidio jamás sufrido por la humanidad, fue lo que significó, para los pueblos milenarios y ancestrales, el tiempo después del fatídico día del 12 de octubre de 1492.
Consolidado el sistema colonial, impuesto la servidumbre y esclavitud, necesario es una nueva cultura, con su extranjera lengua, sus valores, iconos y simbologias, borrar extinguir toda la memoria existente, se consolida lo extraño y ajeno como lo propio, una nueva cosmovisión, religiosidad, creencias, saberes, pensamientos, la totalidad cultural, fundamentada en una educación para la dominacion, la opresión, domesticación al servicio de la hacienda, de la corona, la institución católica (iglesia) y del privilegiado clero.
Sistema cultural que desde 1492 se ha mantenido por siglo, con la resistencia y rebeldía de los pueblos, las comunidades indígenas, africanas, prolongando sus luchas libertarias en los descendientes, los mestizos, de los pueblos del mundo, hispano o de otras latitudes.
La resistencia indígena, africana, mestiza continúa navegando, corriendo en nuestras venas, van más de cinco siglos, desde la rebeldes tribus de Guaicaipuro y el levantamiento de Leonardo Chirinos, la guerra de independencia y la federal hasta nuestros días, cuyo punto relevante -entre otros- fue el inmenso trueno continental, el estallido de un polvorín cuyo atronador ruido de libertad, de combate, de dignidad e insurgencia, de visibilidad, presencia y existencia, recorrió la gran patria americana y como el viento y la luz indetenible, se expandió por otras tierras y continentes, mecha y pólvora, valentía, coraje y lealtad a los pueblos excluidos inicia -como fecha de los olvidados y relegados- el 10 de octubre de 2002, éste día, el incendio liberador, purificador y soberano de las amarras culturales racista se rompen, al decretar la derogación, extinción (en la incineración del fuego patriota bolivariano) del colonialista día de la raza, por el EL DÍA DE LA RESISTENCIA INDÍGENA.
Derretida las cadenas por un mestizo indiano-afrodescendiente y su gota de sangre hispana, levantó las banderas bolivarianas, decretó EL DIA DE LA RESISTENCIA INDÍGENA y exhortó a revisar -para eliminar- aquellas palabras (como EL EMPALAO) que denigran de nuestros ancestros. Se revive para los pueblos del mundo y particularmente en nuestra América Martina, la lucha contra toda forma de colonialismo, de sus iconos, simbología, estatuarios y monumentos.
Crece el brillo y la luz como el relámpago, la conciencia de los pueblos se alimenta de su memoria histórica ancestral y se aleja del culto y la idolatría de sus verdugos "descubridores", conquistadores y colonizadores, caen las estatuas del navegante y su cofradía de asesinos, se cuestiona sus epónimos y topónimos, se confrontan y se abre un gran debate y diálogo entre los pueblos.
Donde antes había el topónimo Ávila, hoy se reivindica con el nombre ancestral del Guaraima Repano, y así, siguió con la autopista Francisco Fajardo, hoy día, nos recuerda el nombre de Guaicaipuro, la resistencia y lucha por la defensa de las tierras y la cultura del pueblo indígena. Así desaparece el monumento de Colón de Golfo Triste y su paseo, se condena otros cognomentos, de sanguinarios conquistadores como Juan Rodríguez Suárez (el que alimentaba a sus perros mastines con la carne de niños indígenas vivos), ciudad Ojeda queda en entredicho por la presencia ciudad Rafael Urdaneta.
Se toma conciencia sobre el significado y la trascendencia cultural de la simbología del vencedor, a la que se le dice ¡¡ BASTA!! en todo el territorio nacional, el pueblo de Cagua cuestiona y exige la derogatoria del topónimo cerro EL EMPALAO, cuyo imaginario es un indígena rebelde, vencido, torturado y asesinado. En vez de ese criminal epónimo que le hace apología al delito, en el Municipio Sucre del Estado Aragua se propone el nombre sustitutivo de PARQUE MUNICIPAL MEREGOTO DE LA RESISTENCIA INDÍGENA, cuya simbólica es la memoria del pueblo indígena rebelde y en combate contra el invasor en la defensa de su territorio, de su gente y de su cultura.
La lucha por la descolonización cultural continúa -con altos y sus bajos- y se logrará, romper las cadenas, de forma definitiva, el día que la honorable y patriota Asamblea Nacional sesiones, CREANDO UNA LEY que abrogue y PROHIBA todo epónimo, topónimo, monumentos, estatuarios, simbología e icono de conquistadores y genocidas, como ocurre con los casos, mutatis mutandis, de la imposibilidad de construir monumentos y estatuas a Adolfo Hitler, Mussolini y demás dictadores y sanguinarios, cuyos crímenes horrorizan y son de lesa humanidad o que la Cruz Esvástica, que identificó a los nazis, brillara en la silla del pulmón verde de Caracas, como símbolo de la ofensiva fascista y cuyo recuerdo debemos perpetuar en la memoria histórica de nuestro pueblo ensalzando, glorificando y rindiendo pleitesía eterna con monumentales y estatuarias recordatorias, o con asignación de cognomentos, epónimos o topónimos que se convierte (conforme a la Ley) en parte de nuestro acervo y patrimonio cultural.
A nadie se le ocurriría pensar o proponer que los representantes del genocidio de la segunda guerra mundial y su simbólica cruz, fuese el cognomento o monumento de una plaza pública, avenida, parque o que la esvástica brillará en lo más alto del valle de Caracas, o que sus imagenes fueran parte del escudo o la bandera nacional.
En España no se celebra la batalla de Guadalete y con ella la dominación Musulmana, por casi 800 años sobre casi toda la península ibérica. Dejando claro -como ejemplo a seguir- que en España no se conmemora esa batalla, no existe municipio que tenga la media luna musulmana como emblema en su insignia ni hay plazas, ni monumentos, ni bustos, ni relieve, ni instituciones públicas con epónimos o topónimos de sus conquistadores, como ocurre en Venezuela
Ley y memoria histórica deben marcar el rumbo, junto a la justicia y la equidad y el reconocimiento que somos una cultura plural, forjada con elementos indiano, africano, europeos, asiático y de otras localidades continentales.
El aporte en la formación de nuestra identidad es múltiple, variado, somos una mezcla, una pluricultura, multiétnica, plurilingue Nuestra idiosincrasia y cosmovisión, nuestro acentuado rasgos ancestrales de pueblos pacíficos, nos alejan de persecuciones, herejías, quemas de brujas, destrucción de libros, inquisiciones, fascismo, talibanes, y cualquier expresión de fundamentalismo en contra de ninguna cultura o civilización sea o no hispana, se debe reconocer sus aportes en la formación de nuestra nacionalidad, particularmente a la hispana en PLANO DE SOBERANÍA Y TRATO IGUALITARIO, no sujeto a idolatrías, ni a cultos, ni enzalsamientos, a invalores de "héroes", asesinos, genocidas ni a sus métodos como el EMPALAMIENTO.
La interculturalidad es el proyecto histórico, una forma de vivir en comunidad, fundamentada en valores universales de solidaridad, justicia, libertad, soberanía, equidad, honradez, probidad y existencia de civilidad republicana.
El proyecto de interculturalidad y la soberanía e independencia es lo que debe marcar el camino de nuestros pueblos, valorando nuestra memoria histórica, nuestros modos de vida, para ello, debemos derrotar el culto al colonialismo y a sus verdugos los conquistadores y colonizadores
Se debe reconocer, nuestra gota de sangre hispana en la mezcla étnica propia, que ha de ser soberana y libre, pero también considerar estimando como valioso el aporte de un Fray Bartolomé de las Casas y de Fray Antonio Montesinos, que bien merecen el reconocimiento histórico, así mismo a quienes han dado luces a las letras, las artes y la cultura en general -entre otros- Miguel de Cervante, García Lorca, Antonio Machado, Dolores Irbarburú, Miguel Hernández.
La no aceptación de la cultura colonial y la consecuente idolatración, glorificación de los invasores conquistadores y colonizadores y la conmemoración y celebración de fechas, así como el rechazo a sus íconos y símbolos y la propuesta de una nueva estatuaria que rescate a nuestros próceres del olvido y del pueblo ancestral con su simbología, no significa que se niegue el aporte hispano dentro de la interculturalidad de nuestro pueblo, no es contra España ni contra su pueblo, el hecho, que el pueblo de América, esté decidido a deslastrarse y a combatir todo rasgo de la cultura de dominación colonialista, es la hora de la ruptura con cualquier forma de subordinación, dependencia y contra el fascismo.
Para decirlo, con las sabias palabras del sentipensante MAESTRO Saúl Rivas Rivas: "debemos asumir en toda su plenitud la herencia cultural hispana, liberada de hegemónicas imperiales e imperialista y otras formas de dominación cultural y social. Lo que es posible desde nuestra pluralidad cultural, étnica y lingüística, indígena, afrovenezolana, criolla y mestiza múltiple, eurovenezolana, latinocaribeña y de otras latitudes".