Pienso que una revisión del PSUV en una tarea impostergable en todas
las instancias de su desempeño. El PSUV ha de tener una mejor
direccionalidad y conducción porque el 2011 vendrá cargado de
confrontaciones y la polarización tomara todos lo campos de la
política.
Para el estado Anzoátegui esta revisión luce y es obligatoriamente una
necesidad casi vital. El revés del 26-Sep fue contundente y su impacto
está ahí como una herida que no para de sangrar. Así pues, que
transcurrido casi 20 días del mes de enero y sin ninguna novedad en la
vida del PSUV, un buen regalo de año nuevo para la militancia
pseuvista, sería un partido mejor estructurado.Los integrantes de
este nuevo PSUV Anzoátegui, deberían estar más separado de las
estructuras de gobierno. No es una novedad confirmar, que una parte
importante de la dirección regional actual se encuentra en una doble
fresponsabilidad. Es gobierno y es partido a la vez.
Si para estos dias finales de enero de 2011, la militancia logra
conocer de una reorganización o reestructuración del PSUV, en la cual
no tengan papel destacado los diferentes niveles de gobierno; la
militancia recibirá esta decisión como una excelente señal y lo
asumirá como un buen regalo de año nuevo.
Un PSUV renovado o mejor estructurado debería tener suficiente
fortalezas para afrontar revolucionariamente la tarea de desmontar las
campañas que ya están en curso e iniciar un proceso de amplia y sana
discusión sobre las candidaturas para el 2012. Un PSUV diferente al
actual, le colocaría un “ya está bueno” a los fraccionalismo que están
apostando a figuras, solo bajo las sombras de ciertos Alcaldes, que
parecen estar más interesado en su figuración mediática y menos en el
desarrollo de un gobierno que responda a las expectativas de las
comunidades. El fraccionalismo bajo la sombra de dos o tres Alcaldes
no es salud para el PSUV, es abordar el asunto político y electoral
desde una perspectiva de grupo y no desde lo que ha de concebirse como
el punto estratégico de la lucha.
La tarea de desmontar campaña y la de abrir el debate sobre las
candidaturas para el 2012, no son dos tareas distintas, más bien son
complementarias porque el desmontaje en el estado Anzoátegui de la
campaña desestabilizadora nos servirá para calibrar los perfiles de
los candidatos. Esto no implica o supone que un buen perfil se resume
en una mayor capacidad histriónica y publicitaria que siempre termina
por darle recursos a los medios; el buen perfil estará determinado
por una capacidad de organizar y responder con organización a los
retos que el proceso y la confrontación va imponiendo.
La reestructuración es un paso estratégico porque de es proceso
dependerán los otras tareas u objetivos. Si la reestructuración es un
reacomodo o una circunstancia propia de los cambios que reciben la
denominación de gatopardeana; el cambio tendrá la característica de
esos cambios y no reunirá la suficiente fortaleza para afrontar los
retos en las dimensiones que reclama el momento. Si el cambio es de
ese tipo; la selección de los candidatos será impuesta por un
mecanismo que parece democrático, pero en el fondo nada tiene de
democrático. Nos diferenciaremos de la oposición porque ellos serán
más franco con su forma de resolver sus decisiones de cogollo y
nosotros avanzaremos en la especialidad de mejorar la pieza teatral
ya diseñada previamente donde nos vemos como más democrático sin
serlo.
La reestructuración del PSUV será un regalo apropiado para la
militancia si rompe con el esquema Giuseppe Tomasi di Lampedusa
Garibaldi y es capaz de producir una metamorfosis contraria a la
imaginada por Kaffka para describir la vida del joven Gregor Samsa.
Si el cambio es para acomodar la rutina del PSUV y permitirle darle el
perfil que ahora mismo tiene de no ser nada; el regalo no lo
merecemos, aunque venga envuelto en un hermoso empaque. Si la
reestructuración toma el sentido de ofrecerle y garantizarle al nuevo
PSUV, tomar distancia de los sitios de gobiernos, esa condición
ofrecerá los elementos para generar nuevas situaciones de crítica,
autocrítica y acercamientos con los militantes y electores.
La solidaridad y los apoyos serán una opción determinada por los
hechos y no por circunstancias personales o de grupos. Podrá entonces
pensarse en solidaridades con los gobiernos, si ella camina sobre las
orientaciones programáticas y están dando respuestas a las necesidades
de las comunidades. Si los gobiernos no caminan las rutas señaladas
por el proceso; la solidaridad no será automática y se ofrecerán los
respectivos cuestionamientos y las recomendaciones para que un breve
lapso se hagan o produzcan las necesarias rectificaciones. Aún se
espera porque estas rectificaciones se hagan realidad.
eugenio27.salazar@gmail.com