La historia humana es, entre otras cosas, una reincidencia de errores.
Las burguesías italiana y alemana creyeron que controlarían a sus monigotes Mussolini y Hitler contra el comunismo y mira tú. La oligarquía colombiana creyó que controlaría a sus narcos y sus paramilitares contra la guerrilla y mira tú. La mexicana creyó también y mira tú. Luego no encuentran cómo parar, hasta el paroxismo, sea lo que sea, como 70 millones de muertos en la Segunda Guerra Mundial, bombas atómicas y todo. O la actual barbarie que tiene a México lindo y querido al borde de una guerra civil. O a Colombia mutilada por casi diez bases militares imperiales.
Creen que se reúnen con unos amables truhanes que les financian y facilitan todo hasta que cobran y entonces tienen que pagarles con su vida, por creer que un rufián puede ser amable.
Nos puede pasar aquí si votamos por esa gente, porque anda desde hace años jugando en esa ruleta diabólica. Ya han amagado y cumplido violencia, con golpes, devastaciones, paros patronales, sabotajes petroleros, guarimbas, bombas, asesinatos de cientos de dirigentes y la amenaza latente ni tan latente de más violencia, invasiones, magnicidios suicidas, sicarios, creyendo que los chavistas se van a dejar matar mansitos. La llevan perdida hagan lo que hagan, porque si el Imperio nos invade, como ansían estos loquitos, va a crear lo que hace en todas partes: el infierno iraquí, afgano, colombiano, mexicano, paquistaní, israelí. No sabe hacer otra cosa y allí no hay frías en la playa, ni fiestas rave, ni centros comerciales, ni caravanas de graduación, ni fiestas de cumpleaños natalnatalnatal y todas esas exquisiteces de la clase media opositora, tan culta, tan creativa con el control remoto y el 4x4.
Después viene la queja, el yo no sé cómo fue, yo no quería de las chicas bobaliconas de antes, que salían preñadas sin saber por qué.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com