La hipótesis de agresión
nació de los reiterados pronunciamientos
del gobierno de Uribe, en los cuales señalaba la supuesta “indiferencia del
gobierno venezolano ante la presencia de
campamentos de las FARC en Venezuela”, el mismo argumento que esgrimió para violar la soberanía ecuatoriana.
Este plan, hoy confirmado
por el propio ex presidente colombiano,
tenía como telón de fondo la reactivación de la IV Flota y el establecimiento
de 7 bases militares de EEUU, el
incremento considerable de los “asesores” gringos en Colombia, además de la intensa campaña que venía
adelantando el gobierno estadounidense acusando al gobierno bolivariano de “apoyar
a las FARC y al narcotráfico”. Esto último, con el fin de abonar el terreno para justificar
una intervención militar desde el
territorio colombiano, utilizando, como
lo hizo en Irak y Afganistán, el
mascarón de proa de la “lucha antiterrorista” para rapiñar nuestro petróleo.
En aquella
oportunidad los voceros de la oposición de manera irresponsable banalizaron y
desestimaron la gravedad de una crisis diplomática, que situaba a dos países
hermanos al borde de un conflicto armado de consecuencias impredecibles. Para
guardar las formas, a regañadientes la
MUD aprobó en la AN el rechazo a las declaraciones de marras. Quizás, por
tratarse de un aliado estratégico, Capriles Radonski sutilmente se limitó a
exhortar a Uribe para que no intervenga en las elecciones venezolanas pero, sin cuestionar el fondo de su aberrante declaración en el cual desconoce
abiertamente nuestra soberanía territorial. La ambigüedad de HCR frente a un asunto
de estado de este calibre, es un indicador inequívoco de su escuálido sentido
de patria y soberanía que debería hacer reflexionar a los venezolanos
que lo apoyan.
gamarquez2@yahoo.com