Derramamiento de sangre auguran para Venezuela

No cabe ninguna duda que una conspiración contra el régimen Bolivariano en Venezuela está siendo implementada de manera gradual y deliberada. Los recientes eventos en el país son un patente recordatorio del escenario de debilitamiento, situación comprometida y consiguiente derrocamiento del gobierno de Salvador Allende en Chile el año 1973.

La constante escasez de productos de primera necesidad, las interrupciones en el suministro eléctrico y de agua potable, el aumento de la criminalidad callejera, escándalos de corrupción y una inflación descontrolada, están afectando el estado anímico de los venezolanos.

El presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, abiertamente ha acusado a la oposición radical de planificar una aterradora conspiración. “Los acontecimientos del mes de abril del 2002 se están repitiendo y los mismos actores están figurando en los papeles principales.” Cabello declaró que las fuerzas de la derecha en el país planean tomar el poder y eliminar las conquistas alcanzadas por la Revolución Bolivariana: “Ellos desean regresar a la ilegalidad de la persecución política de la Cuarta República a los asesinatos y a la desaparición de los opositores a los dictados del neoliberalismo y a una constante violencia.” Según Cabello, hay círculos empresariales comprometidos en la conspiración pero que tratan de “permanecer en las sombras”.

Constantemente se están profiriendo amenazas de ataques personales contra los funcionarios del gobierno Bolivariano y miembros del partido de gobierno, el Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV. Las elecciones municipales del 8 de diciembre próximo, serán una seria prueba para el gobierno y una demostración de hasta qué punto la población lo apoya. Si los resultados de la elección demuestran que la oposición ha obtenido los primeros puestos, su presión sobre el gobierno aumentará de manera notoria.

Diosdado Cabello no ha descartado esa posibilidad y advirtió a los conspiradores de la única respuesta posible: “Si ellos hacen la primera movida, no perderemos tiempo en contemplaciones. Nuestra respuesta será aplastante; el pueblo, las fuerzas armadas y el gobierno, todos juntos, rechazaremos al fascismo.”

La conspiración está siendo planificada principalmente a través de canales de la CIA y de la Agencia de Inteligencia para la Defensa de Estados Unidos. El portal de Internet Caracola.com informó sobre uno de los centros de desestabilización y su programa concebido en el mes de septiembre pasado. El centro funciona en la ciudad de Cúcuta, fronteriza con Venezuela. Los dirigentes de tres organizaciones –Centro de Pensamiento Primero Colombia, FTI Consulting la Fundación Internacionalismo Democrático- se reúnen aquí regularmente. Esta última organización la encabeza el ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe, quien fue reclutado por la CIA a mediados de los ochenta empleando información que lo involucraba con el tráfico de estupefacientes.

En el mes de junio de este año, estas organizaciones desarrollaron el Plan Estratégico Venezuela diseñado para apoyar a Henrique Capriles como el presidente de facto a quien su victoria en las últimas elecciones presidenciales le habría sido “robada”. Bajo la consigna “Somos la Mejor Alternativa” la oposición venezolana tendría que cumplir con la meta de “devolver la verdadera democracia a Venezuela”, la cual perdió hace 14 años (por culpa de Chávez y sus seguidores).

Los conspiradores apelan a los problemas cotidianos con el objeto de estimular las protestas callejeras a las cuales son arrastrados estudiantes, intelectuales y otros segmentos de la población. Una labor intensa se está llevando a cabo entre los militares a fin de socavar la autoridad del gobierno dentro del ejército. Parte del plan estratégico de los conspiradores es estimular la iniciativa entre los militares para “defender las libertades democráticas” y prepararlos para una acción independiente en medio de los eventos de crisis y conflictos sociales incontrolables. El plan también incluye llamados a los medios de comunicación de masas a cooperar con los corresponsales extranjeros. La oposición también aboga por la normalización de las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos con el objeto de neutralizar las acusaciones del gobierno venezolano en el sentido que Washington está interfiriendo en los asuntos internos del país.

Las actividades de inteligencia de Estados Unidos y de los dirigentes de la oposición venezolana no están siendo solo coordinadas a través del centro operativo de Cúcuta. Los conspiradores también emplean las oficinas de la CIA y de la DEA en Curazao, Aruba, Bonaire, República Dominicana, Panamá y otros países centroamericanos para recibir instrucciones. El servicio de inteligencia Bolivariano ha detectado varias reuniones entre miembros de la oposición venezolana y grupos extremistas provenientes de la comunidad cubana de emigrados en Miami y los jefes de las organizaciones paramilitares colombianas (AUC). Estos grupos serán empleados por el Plan Estratégico Venezuela para iniciar una guerra fratricida.

Según evaluaciones de algunos analistas en Venezuela, Washington no está muy a gusto con las conversaciones de paz entre el gobierno de Colombia y la dirección de las guerrillas de las FARC, las cuales se encaminan en realidad hacia la terminación de 50 años de lucha armada; esto hace que la perspectiva para Estados Unidos de mantener sus bases militares (o al menos algunas de ellas) en territorio colombiano sea muy dudosa. El Pentágono está preocupado por encontrar opciones de reemplazo.

Una de tales opciones para la reubicación de sus bases militares podría ser Venezuela si la oposición es capaz de producir una situación en el país al extremo de provocar choques armados con las autoridades y derramamiento de sangre. Semejante desarrollo es el que busca el Plan Estratégico Venezuela. Una confirmación indirecta en este sentido es que la inteligencia norteamericana se está preparando para un abrupto empeoramiento de la situación en el país, reforzando las misiones norteamericanas con personal que sirvió en Afganistán, Irak, Libia, etc. Cada vez con mayor frecuencia se ven norteamericanos dedicados a actividades periodísticas en la vecindad de instalaciones militares tales como campos de aviación, puertos, instalaciones de radar y centros de comando, que han sido detenidos en Venezuela. El más reciente incidente fue la detención de Jim Wyss, corresponsal del Miami Herald en Colombia, quien se encontraba realizando una serie de entrevistas con personajes vigilados por la contra inteligencia venezolana en la ciudad de San Cristóbal.

Se trata de la creación de condiciones para una intervención militar directa en Venezuela y la coordinación de un cronograma con el que la oposición se ha estado manejando últimamente en recientes reuniones secretas con “emisarios de Barack Obama”. El presidente norteamericano, cuya imagen en casa y en el exterior ha sufrido un daño catastrófico, está considerando varias opciones de emergencia que podrían por lo menos parcialmente, rehabilitarlo ante los ojos de sus compatriotas. “Una pequeña guerra victoriosa” en Venezuela, país con un “régimen dictatorial casi marxista” se ve muy tentadora. El aspecto energético de una hipotética victoria, es decir, el restablecimiento de una posición dominante de Estados Unidos en el sector petrolero venezolano, es siempre mencionado por el personal norteamericano de inteligencia durante sus contactos con los conspiradores. Con confianza podría decirse que ninguno de ellos le negaría a los norteamericanos ese servicio si llegaran al poder.

*Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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Nil Nikandrov

Periodista y analista político escribiendo frecuentemente en la revista rusa internet Strategic Culture Foundation.

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