“Las falacias son razonamientos incorrectos, pero psicológicamente persuasivos” [Irving Copi]. Los norteamericanos son los campeones en usar incorrectamente los razonamientos con el fin de esconder los objetivos estratégicos de su política depredadora de países, pueblos y recursos.
Ellos esconden en falacias las ideas equivocadas que construyen acerca de los países, líderes y pueblos que no comulgan con sus políticas devastadoras.
Ellos aseguraron que Saddam Huseim poseía armas de destrucción masiva, que la corveta Cheonam había sido hundida por Corea del Norte. Dijeron que Kadafi era un dictador, que Bashar al Assad era un triste dictador que tenía los días contados, y que Venezuela era un peligro para la seguridad nacional del imperio.
En unos casos lograron imponer su falso razonamiento en organismos internacionales como el Consejo de Seguridad o en la Asamblea General de la ONU. En otros casos, a través de los medios de comunicación masiva estimularon las emociones como el temor a la libertad, el entusiasmo por el aniquilamiento de los líderes revolucionarios puestos como dictadores terribles, la hostilidad contra el socialismo y la independencia y despertaron el terror a la lucha antiimperialista.
Con Venezuela y América Latina, los imperialistas se equivocaron de verdad; pues creyeron que podían inclinar a los latinoamericanos hacia la aceptación de sus falacias sobre la amenaza de Venezuela a la seguridad nacional de Estados Unidos. Lo que obtuvieron no fue apoyo sino, la declaración pública de una América Latina que ha roto con el sometimiento político norteamericano, que se manifestó plenamente en solidaridad con Venezuela e hizo la revelación indudable de que esta América Latina ya emprendió el camino de la independencia.
Así que, mientras los imperialistas se quedan solos en sus miasmas de destrucción y bloqueos, Venezuela heroica camina con América Latina, hacia la paz.
Este es un camino difícil, pero es el camino escogido por los pueblos.