Rastros del Tiempo (XXX)

La Descolonización del Pensamiento y la Historia

La descolonización del pensamiento y la historia, es un proceso fundamental, para la construcción de identidades y narrativas auténticas de los pueblos de nuestra América, que se refiere a la necesidad de cuestionar y derribar las estructuras de pensamiento, impuestas por el colonialismo europeo y sus hegemónicos principios de vasallaje, para la dominación que sistemáticamente, distorsiona la comprensión de la realidad histórica de los pueblos. En este artículo, exploraremos algunos conceptos fundamentales para la descolonización, los elementos eurocéntricos que han influido en la manipulación histórica y cómo estas distorsiones, han afectado la percepción de la identidad y la historia en la región.

La descolonización del pensamiento implica un proceso de liberación epistémica, que busca rescatar y valorar los saberes, cosmovisiones y experiencias de los pueblos aborígenes y afro-descendientes, así como de todos los sectores de la sociedad, que han sido marginados por la narrativa hegemónica impuesta por la clase dominante. Este proceso se fundamenta en la crítica al eurocentrismo, que se manifiesta en la idea de que la historia de Europa es la historia universal, y la han destacado como única, relegando las contribuciones y realidades históricas, de otras regiones del mundo a un segundo plano, catalogándolas como supuestas teorías. 

La descolonización también abarca el ámbito de comprensión, que cuestiona las formas del conocimiento en el que han sido legitimadas y promovidas, por el colonialismo, las narrativas de la historia “oficial”, proponiendo, como argumento de concienciación colectiva,  buscar la creación de espacios para el diálogo intercultural y la construcción de nuevas formas, para el relato de la memoria histórica, que reconozcan la diversidad y la complejidad de la historia latinoamericana y del mundo, sin atavíos colonialistas sistemáticos.

El eurocentrismo ha sido un elemento clave en la manipulación de la historia de los pueblos, desde la llegada de los colonizadores europeos, a nuestras tierras, imponiendo una visión que considera a los pueblos aborígenes, como "primitivos" y "salvajes", lo que ha “justificado” la colonización y el saqueo de nuestros recursos naturales, el despojo de la tierra y las culturas vernáculas. Esta narrativa ha sido perpetuada a través de los sistemas educativos, la literatura y los medios de comunicación, creando una imagen distorsionada de la realidad histórica, así como la repetitiva tesis del descubrimiento de América, desconociendo que antes de la llegada de Cristóbal Colón a este Continente, que los colonizadores le dieron el nombre de América, otras expediciones ya lo habían visitados. Se ha desconocido la realidad, de que estas tierras, fueron descubiertas, desde su llegada milenaria, por los habitantes originarios, llamados de manera despectiva, por Colón: “indios”, sin ser indios, que naturalmente, más bien podemos llamar abya-yalanos, por lo de Abya-Yala, que sería los más prudentemente aceptable, según muchos estudiosos de esta importante materia de la descolonización del pensamiento y la historia. 

Uno de los aspectos más neurálgicos de esta manipulación, es la construcción y divulgación de una historia, que omite las voces de los pueblos originarios y descendientes africanos, o en los casos que no las omitan, por lo menos las minimizan. La llamada historia “oficial”, está escrita desde una perspectiva eurocéntrica, que ha presentado a la América (Abya-Yala) como un continente "vacío" antes de la llegada de los europeos, ignorando las ricas culturas y civilizaciones que existían en la región. Esta omisión ha llevado a una falta de reconocimiento de las contribuciones de estos pueblos originarios, a la historia global.

La distorsión de la historia, no solo afecta la manera en que los pueblos latinoamericanos se ven a sí mismos, sino que también tiene implicaciones profundas en la construcción de sus identidades. La falta de acceso a una historia veraz y completa, ha alimentado un sentimiento de alienación y desconexión con sus raíces, desde donde provienen sus vertientes culturales, que ahora se presentan de manera tergiversada. La narrativa dominante ha ocultado las luchas, resistencias y aportes culturales de los pueblos aborígenes y afro-descendientes, vinculando estereotipos y prejuicios que afectan la idiosincrasia de la sociedad actual, descontextualizándola de la realidad histórica.

Además, en la mayoría de los casos, la manipulación de la historia ha servido a los intereses de quienes están en el ejercicio del poder, utilizado la desinformación como herramienta para mantener el control y suprimir las voces contestatarias de los pueblos en resistencia. En este sentido, la descolonización del pensamiento y la historia se convierte en un acto de resistencia y reivindicación, permitiendo a los pueblos latinoamericanos recuperar su memoria y construir narrativas, que reflejen su realidad.

La descolonización del pensamiento y la historia es un proceso esencial para la construcción de identidades auténticas y el reconocimiento de la diversidad cultural en nuestra América. Al cuestionar los elementos eurocéntricos que han influido en la manipulación histórica, es posible iniciar un camino hacia una comprensión más profunda y justa de la realidad de nuestros pueblos. La memoria histórica debe ser un espacio de inclusión, donde todas las voces sean escuchadas y valoradas, permitiendo así, la construcción de un futuro equitativo y libre de las ataduras del colonialismo. Este proceso no solo es una necesidad académica, sino un imperativo moral para sanar las heridas del pasado y avanzar hacia una sociedad en la que la diversidad, sea celebrada y la historia sea contada desde múltiples perspectivas, que reflejen la realidad objetiva y no desde una narrativa falsa o ficticia. 

Estamos obligados a entender, que la descolonización del pensamiento y la historia, es un proceso para comprender y reinterpretar los acontecimientos históricos, de manera que se reflejen las realidades vividas por los pueblos, especialmente aquellos que han sido marginados o silenciados en la narrativa “oficial”, lo  que nos invita a  implementar algunas estrategias que nos puedan servir de utilidad, para reeditar la historia de manera que se comprenda mejor y se revele la verdad de los contenidos historiográficos, y avanzar hacia una comprensión más justa y completa de la historia, que no solo se manifieste los intereses de las clases dominantes, sino que también honre y valore las experiencias de todos los pueblos, hasta ahora excluidos del proceso protagónico. He aquí algunas recomendaciones puntuales, que nos pueden servir para avanzar en la descolonización, entendiendo que tal proceso, debe iniciarse desde la conciencia crítica, de cada uno nosotros, para acondicionar la capacidad de provocar y desarrollar la colectivización de la investigación, desde lo comunitario, donde la memoria histórica se hace presente:

  1. Incorporar perspectivas diversas: Es esencial incluir voces y relatos de grupos históricamente excluidos, como comunidades aborígenes, descendientes africanos y otros sectores minoritarios, que ha sido excluidos. Esto implica no solo recoger sus historias, sino también darles un lugar central en la narrativa histórica, ubicarlos en su rol protagónico.

  2. Incentivar el análisis crítico de fuentes: Se debe fomentar un análisis crítico de las fuentes históricas. Esto incluye cuestionar la objetividad de los documentos oficiales que han redactado escritores e historiadores, afectos a las clases dominantes, considerar el contexto en el que fueron producidos esos documentos y reconocer los intereses que pudieron haber influido esas escrituras a través de los escritores.

  3. Realizar la investigación interdisciplinaria: La historia debe ser vista a través de diversas disciplinas, como la antropología, la sociología, la filosofía y la economía. Esto enriquecerá la comprensión de los fenómenos históricos y permitirá abordar las complejidades del proceso histórico.

  4. Implementar la educación crítica e inclusiva: Es fundamental promover una educación crítica, que incentive a los estudiantes a cuestionar y analizar la historia, desde múltiples perspectivas. Esto puede incluir el estudio de historiadores alternativos, cronistas comunales y teorías críticas que afronten la narrativa oficial, como las historias locales comunales, las historias de familias y personajes comunitarios. Fomentar un enfoque educativo que incluya múltiples voces y perspectivas históricas. Esto implica incorporar narrativas de grupos históricamente marginados, así como cuestionar las versiones hegemónicas de la historia. La formación docente en temas de descolonización y diversidad cultural es fundamental.

  5. Aplicar el uso de nuevas tecnologías: Aprovechar las herramientas digitales y los medios de comunicación comunitarios, para difundir historias diversas y alternativas, en  documentales, programas y plataformas en línea, que puedan llegar a audiencias amplias y ofrecer narrativas inclusivas.

  6. Recuperar la memoria histórica comunitaria: Fomentar la recuperación de la memoria colectiva de los pueblos a través de la creación de espacios de memoria, archivos comunitarios y proyectos de investigación colaborativa. Esto puede ayudar a visibilizar las luchas y resistencias históricas.

  7. Contextualizar los acontecimientos: Situar los eventos históricos en su contexto social, político y económico para entender las causas y consecuencias de los mismos. Esto permite evitar simplificaciones y entendimientos erróneos de la historia.

  8. Promover el diálogo intercultural: Promover el diálogo entre diferentes culturas y tradiciones históricas. Esto puede llevar a una mayor comprensión mutua y a la construcción de narrativas que reflejen una pluralidad de experiencias.

  9. Implementar la crítica a la historia oficial eurocentrica: afrontar la historia oficial que a menudo se presenta como un relato único y lineal. Esto incluye cuestionar las narrativas que glorifican a las clases dominantes y minimizan o ignoran las luchas de los pueblos.

  10. Comprometer el contexto ético de la investigación hiatórica: es fundamental que los historiadores alternativos, cronistas comunitarios y educadores asuman un compromiso ético con la verdad. Esto significa reconocer las injusticias del pasado y trabajar para que la historia sirva como una herramienta de liberación y empoderamiento popular, en lugar de ser opresiva y excluyente.

  11. Fomentar el pensamiento crítico: Desarrollar habilidades de pensamiento crítico en los estudiantes y en la sociedad en general, para cuestionar y analizar las narrativas históricas que reciben. Esto incluye la identificación de prejuicios y la reflexión sobre cómo estos, influyen en nuestra comprensión del pasado.

  12. Promover las narrativas colectivas y testimonios: Promover la recopilación de historias orales y testimonios de comunidades. Estas narrativas pueden ofrecer perspectivas únicas y auténticas que complementen o desafíen las versiones tradicionales.

  13. Realizar trabajo con las comunidades: trabajar en estrecha colaboración con las comunidades para asegurar que sus voces y experiencias sean parte integral de la historiografía comunitaria. Esto implica un reconocimiento y respeto por los saberes y tradiciones del pueblo.

  14. Revisar Currículos: Abogar por la revisión de los currículos educativos para incluir perspectivas descolonizadas y críticas. Esto puede implicar la creación de nuevos materiales didácticos que reflejen un enfoque más inclusivo y diverso.

  15. Fomentar el debate público: Organizar foros, conferencias y mesas redondas que permitan el intercambio de ideas sobre la descolonización del pensamiento y la historiografía. Estos espacios pueden ser cruciales para generar conciencia y discusión sobre los prejuicios históricos.

  16. Articular con las comunas, consejos comunales y movimientos sociales: articular con el apoyo del Poder Popular la búsqueda de la visualización las injusticias del pasado, mediante el análisis del presente y la proyección de perspectivas futuras, de la comunidades, para la implementación de una acción colectiva, de cambio.

Finalmente, la difusión de los métodos para revertir la historiografía tradicional y proponer la descolonización del pensamiento, puede abordarse desde diversas formas que nos permitan romper los paradigmas erróneos y avanzar hacia la construcción de una historia, inclusiva y descolonizada, que refleje la diversidad de experiencias humanas y los contextos históricos, basados en la realidad vivida en los espacios sociales a través del tiempo.

 


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1472 veces.



Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

Visite el perfil de Reinaldo Chirinos para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: