El agraviado no olvida nunca la injusticia y
Constelaciones de “maestros”, de “dioses”
“Nuestro
prospecto para el 2008 consiste en hallar la ruta que, para penetrar
en Irak, siguen las ratas de Alkaeda”… palabras más, palabras menos,
así se refirió la rata estadounidense que comanda las Fuerzas
de Ocupación en lo que fue esa república del Sur Oeste Asiático,
denominado Medio Oriente por Occidente… Occidente, el mismo que, como
la vieja Europa “conquistó” y saqueó tres continentes, está
representado hoy por los EU y la moderna UE, como quien dice su imagen
especular (EU│UE), especular
tanto en el sentido de procurar ganancias, por lo menos con los hidrocarburos,
de manera inmoral, como en el de imagen
coincidente… y llaman “terroristas” a los árabes, como si lo
de Faluya hubiese sido un paseo en góndola. Comencemos
por el 11S, que cambió la perspectiva del terror, y la cambiará aun
más si se comprueba la complicidad de los halcones…
Pareciera que los
actos terroristas perpetrados en la ciudad de Nueva York hubiesen sido
potenciados por algún fuerza más allá de lo humano, dada la precisión
y la eficacia que convirtieron los hechos en el
“golpe terrorista” más contundente de la historia humana conocida,
capaces aún de enfrentar a dos civilizaciones y desencadenar el Armagedón.
Esto seguirá siendo una verdad, así se demuestre algo que cobra cada
vez más fuerza: la posibilidad de que los autores intelectuales y materiales
del terrible y abominable acto provengan, como mínimo parcialmente,
del mismo gobierno Estadounidense, al menos que se aclaren una
serie de enigmas, tales como “dónde está el avión, mejor dicho,
los rastros del avión que – según los medios de comunicación
– impactó los anillos de concreto especial que constituyen la infraestructura
del Pentágono”, y otras cuantas
incongruencias.
Este mundo nuestro
es el resultado de lo que nosotros los humanos hemos construido, con
nuestras obras y nuestros pensamientos a lo largo de la historia, y
todos compartimos, en mayor o menor grado, las consecuencias que generan
esos hechos, dentro de lo que se conoce como la ley
del Libre Albedrío.
El comportamiento
indebido de la civilización Occidental, sus intervenciones y
saqueos, tanto en su propio seno como en el ámbito de culturas que
le eran extrañas, ¹ ha generado, sin duda, consecuencias que no pueden
desligarse de ese gran acto de barbarie acaecido en el corazón de los
Estados Unidos. La violencia y uno de sus derivados más execrables,
el terrorismo, pueden verse como una de las consecuencias de las desviaciones
y errores cometidos por el hombre, debido al pésimo uso
de su relativa libertad de actuación con que fue dotado por la Creación.
Tal vez desde el
comienzo de los siglos, como lo afirmara Pierre Teilhard de Chardin,
no ha habido sino una sola guerra: la gran guerra fratricida que libra
ese reino dividido contra sí mismo que representa, no el reino humano,
sino el dominio del egoísmo y la ambición, encarnado por todos
los imperios que del mundo han sido.
El otro lado del escenario,
por supuesto, tampoco está exento de pecado. El comportamiento
de Oriente, a pesar de su sabiduría, también ha engendrado
servidumbre, muerte y miseria a lo largo de la historia, tanto en sus
propios pueblos como en Occidente, aunque en menor cuantía. Y
ambos, Oriente y Occidente, han manchado de sectarismo, fanatismo y
pasión una de las más grandes manifestaciones del espíritu humano,
como lo es la religiosidad en su más puro sentido.
El terror es la fase
paralizante del miedo y terrorista es todo aquel que comete actos terribles,
con el objeto de que ese terror generado por sus actos paralice
la sociedad, como fruto del odio, de la venganza o en busca de algún
beneficio. Alguien dijo que deberíamos condenar estos actos de
terror e investigarlos, tanto como sus causas. ¿Por qué, en
este caso, los fundamentalistas árabes odian tanto a los Estados Unidos?
¿Qué han hecho los norteamericanos en contra de estos grupos
tan fanáticos, que han decidido suicidarse en aras de su venganza?
O, ¿qué oscuros intereses podrían lograr que una organización política,
económica y militar, es decir un Estado como el Norteamericano, conspire
contra sí mismo?. O, ¿Qué sombrías ambiciones, qué miedos,
podrían impeler una nación con logros civilizatorios, a invadir y
doblegar una nación más débil? ¿La simple imposición de su visión
del mundo? ¿La energía?... A nuestro juicio se trata
de las consecuencias de actos, unos asociables a la historia reciente
y otros que se pierden en la oscuridad del pasado o en la oscuridad
de la perversión humana.
Terrorista es quien
secuestra un avión lleno de pasajeros y lo estrella contra un edificio
utilizando los seres humanos a manera de bomba viviente para vengarse
y sembrar el terror… terrorista es también quien envía aviones de
guerra sobre otro país para que dejen caer bombas que, aunque sean
denominadas “inteligentes” o de
“precisión”, matan por igual a inocentes ciudadanos, para vengarse
y sembrar el terror. También son terroristas quienes se apropian
de los territorios y de las riquezas de otras naciones, utilizando su
poder.
Quienes hemos tenido
la desagradable experiencia de leer la historia de los inquisidores,
de las guerras “santas” y de las cruzadas, atentamente y con ojo
crítico, sabemos que el hombre ha pervertido el sentido prístino de
toda verdadera religiosidad, cuya función consiste en hacer que el
ser humano despierte y haga conciencia de la UNIDAD, esa unidad que
los místicos, los filósofos y hasta los cosmólogos y los físicos
atómicos comienzan a intuir, más allá de las apariencias y la variedad
de las razas, de las formas de la materia y de los seres vivientes que
pueblan el universo.
La misma Biblia, para
no mencionar otros libros en los cuales el hombre ha sabido registrar
sus más íntimos anhelos de sabiduría, tanto como sus miserias, nos
habla de una religiosidad que le permitirá a quienes la practiquen
adorar al “Padre en espíritu y en verdad”, ejerciéndola no en
templos de barro sino sabiendo ver el espíritu de la Creación en la
esencia de toda vida, no perteneciendo a una denominación en particular
sino al círculo de la humanidad consciente…
Sepamos, entonces,
definitivamente, que ha llegado la hora de que las religiones del mundo
comiencen a entender que toda práctica de odio y separación, de venganza
y discriminación, es absolutamente incompatible con la Sabiduría esencial
que debe ostentar toda verdadera religiosidad.
Los políticos y los
administradores de poderes tendrán, tarde o temprano, que arreglárselas,
también, para hallar el sendero que conduzca a la humanidad a la verdadera
paz, esa paz, fruto del amor, que las religiones, tras miles de años
de práctica, no han sabido inculcar en el corazón de los hombres.
Pero todos, todos, tendrán que comenzar por ser justos y compartir
equitativamente las riquezas con que la Creación dotó nuestro habitat
común, el Planeta Tierra.
1. Hemos visto aplicar al ser humano, en algún trabajo publicado en Internet, el calificativo de “Enzima”, sugiriendo que el hombre es como un ente metabolizante sobre la superficie de la Tierra.. Como propuso el químico sueco Jöns Jakob Berzelius en 1823, las enzimas son catalizadores típicos, capaces de acelerar la velocidad de una reacción sin ser consumidas en el proceso. Este no sería el caso de la “enzima”-hombre, que sí puede ser consumida en el proceso de saqueo global de los recursos del planeta, ya que su acción inmoderada y aparentemente incontenible, activaría un proceso que resultaría, finalmente, auto aniquilador: es como si las enzimas verdaderas terminaran destruyendo el estómago del pobre ser humano cuyo metabolismo debían sólo haber catalizado, es decir, desarrollado con rapidez.
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