¿Pueden los trabajadores y trabajadoras dirigir las universidades?

La aprobación de la LOE ha revolucionado todo el ámbito educativo nacional e internacional, hasta la Unesco se pronunciado a su favor resaltando sus bondades, para infortunio de una oposición apátrida cada vez más reducida y poca lúcida en sus objetivos.  Mientras, los partidos políticos  y medios de comunicación opositores, se retiran de la discusión, apenas un ex rector ucevista se ha echado sobre sus hombros la “non santa” tarea de hacer oposición al pueblo venezolano en su aspiración de un nuevo modelo educativo basado en valores tales como: “la democracia participativa y protagónica, la responsabilidad social, la igualdad entre todos los ciudadanos y ciudadanas, sin discriminaciones de ninguna índole, la formación para la independencia, la libertad y  la emancipación, la valoración y defensa de la soberanía, la formación de una cultura para la  paz, la justicia social, el respeto a los derechos humanos, la práctica de la equidad y la inclusión; la sustentabilidad del desarrollo, el derecho a la igualdad de género, el fortalecimiento de la identidad nacional, la lealtad a la patria e integración latinoamericana y caribeña…” (LOE, Artículo 3).

  Como ha quedado evidenciado, la oposición universitaria a la LOE se limita solo a cuestionar el artículo 34 de dicha Ley, que desarrolla los principios de la Autonomía Universitaria,  lo que, por cierto, desmiente  una gran mentira del  oposicionismo  apátrida, en el sentido de que la LOE eliminaría la Autonomía Universitaria.  Pues bien, el numeral 3  de dicho artículo de la LOE, es el que ha levantado tanta roncha entre la oligarquía profesoral, que ve, en nuestras  instituciones universitarias, un manjar muy exquisito, que debe ser degustado, solo por ese sector de la comunidad universitaria, hasta egoístas son los susodichos. Para justificar, tamaño exabrupto, han ideologizado  el  término: “académico”, dándole al mismo, el significado de templo de la sabiduría, el edén de los sabios, y por ahí se van esos eruditos del oposicionismo, que han  convertido nuestros centros de educación superior, en verdaderos partidos de oposición al Gobierno Revolucionario, valga decir, todo lo contrario a lo que debieran ser nuestras instituciones universitarias. No miento, si les dijera que, para ingresar como profesor a alguna universidad, de esas que están muy activas en su oposición a la LOE,  requisito fundamental es, ser militante de alguno de los grandes partidos de oposición (AD o Copei); incluso, hay  Facultades que al revisar su plantilla profesoral se puede identificar, sin equívocos el pensamiento  político predominante, llámese: social demócrata o demócrata cristiano. Y es  a  eso, a lo que  llaman  “academia”.

  Quizás, el reto que tenemos, en lo inmediato, sea desmontar ese  mito creado por la oligarquía profesoral,  para justificar su dominación sobre el resto de los miembros de las comunidades universitarias, argumento que le ha permitido adueñarse de nuestras instituciones universitarias por cerca ya,  de casi dos siglos; desde que nuestro Libertador, Simón Bolívar, decretara los Estatutos Republicanos, desplazando del poder a la oligarquía eclesiástica, incondicional de la corona española, hasta entonces.

   Algunos recopiladores de anécdotas cuentan que cierta vez, mientras Aristóteles caminaba con sus discípulos por los jardines del templo de Apolo Liceo, en Atenas, uno de ellos le preguntó: “Maestro ¿qué es la verdad?, a lo que Aristóteles  respondió: “la verdad es la concordancia del juicio con la realidad que enuncia. ¡Mira: no porque yo diga que tú eres blanco, eres blanco; sino porque tú eres blanco, y yo digo: “eres blanco”, eres blanco…!”, esto que pareciera un trabalenguas de Aristóteles, encierra en sí mismo, una definición, ya que la fuente de la verdad no arranca del juicio que emitamos sobre las cosas, sino de las cosas que el juicio refleja en nosotros, nosotras. Será la práctica o acción sobre la realidad reflejada, la que nos confirme la certeza o el error del concepto que hemos enunciado, en concordancia con Marx, en su  octava tesis sobre Feuerbach (1845): “la vida social es, en esencia, práctica. Todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo, encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esta práctica…”

  Y filosofamos un poco, con toda la intención, los oposicionistas universitarios definen las instituciones universitarias como académicas, por lo tanto, deben ser dirigidas por académicos, valga decir, profesores o profesoras. Esto lo convierten en una verdad absoluta, irrefutable. Algo parecido a eso que le gusta mucho a ellos acusar al Comandante Presidente, Hugo Chávez, el pensamiento único. La realidad, como criterio práctico de la verdad, no hace más que desenmascarar esa verdad absoluta, que esa oligarquía profesoral nos vende como criterio irrefutable, con solo leer en la Ley de Universidades, aún vigente, las atribuciones de las autoridades universitarias (del Rector, Art. 36; del Vicerrector Administrativo, Art. 39; del Secretario, Art. 40) se podrá verificar, que dichas atribuciones son eminentemente administrativas, todas desde la primera hasta la última, excepción debemos hacer, de las atribuciones del Vicerrector Académico, Art. 38, que son eminentemente académicas, esas sí, allí sí encaja  ese  discurso  academicista. Del análisis de dichos  articulados, se podrá concluir que, efectivamente, los empleados y obreros universitarios, podrán optar por dichos cargos, en un futuro mediato, solo les faltará cumplir el requisito legal de los doctorados, y  la nueva Ley de Universidades, deberá adecuarse a esa nueva realidad que se vive, hoy en día, en nuestras universidades, en la que muchos empleados y obreros universitarios, cuentan con sus títulos de doctor, en sus respectivas profesiones.

  En el terreno práctico, ya empleados y obreros, ejercen  altos  cargos  de  dirección en dependencias fundamentales para el normal desempeño de la institución universitaria, como Presupuesto, Administración, Recursos Humanos, Mantenimiento o Servicios Básicos, Transporte, Bibliotecas, Deportes, Cultura, Información, Extensión, entre otras dependencias que conforman la “academia”, y añado que, por muchos de estos cargos han pasado honorables académicos, y su torta bien puesta la pusieron, hasta la Contraloría General de la República  los inhabilitó, y si quieren ver los casos entren a la página web de ese poder del Estado Revolucionario y vean sus nombres. Este hecho, por sí solo, da un mentís a quienes se refugian en el academicismo como instrumento justificador del mantenimiento en el poder universitario, excluyente, de la oligarquía profesoral.  En el terreno gremial, también es comparable los niveles de competencia para el ejercicio del gobierno universitario, compárese la pésima gestión de las directivas académicas de las cajas de ahorros profesorales y la de los trabajadores y trabajadoras, por ejemplo: el caso de la UCV, una Caja de Ahorros, recibida por la actual directiva encabezada por la camarada Hilda Pino, endeudada y casi quebrada (1.500 millones de Bs de los viejos en pérdidas) por las gestiones integradas por militantes del oposicionismo apátrida, quienes se enriquecieron a costillas de los socios de dicha Caja de Ahorros, el caso está en Fiscalía y todavía se está a la espera que se haga justicia, pues bien, a un poco más de 5 años de ejercicio financiero de esa Junta Directiva Revolucionaria, la CAPSTUCV se ha convertido en la primera Caja de Ahorros del país, distribuyendo entre sus socios en el período 2001-2008,  dividendos por BsF  37.959.276,95.  Muy pocas Cajas de Ahorros, dirigidas por connotados académicos han repartido un monto  medianamente  parecido. Nos preguntamos entonces, esa camarada no pudiera ser en un futuro mediato una excelente Vice Rectora Administrativa, exitosa como ha sido en  su gestión al frente de una Caja de Ahorros tan compleja, como lo es, la de los trabajadores y trabajadoras de la UCV.

  El caso de los estudiantes es similar al de los trabajadores y trabajadoras universitarias, la experiencia adquirida por éstos en la administración de las Providencias Administrativas Estudiantiles, fue exitosa a finales de los 80 y mediados de  los  90, una ejecución transparente y honesta de dichos recursos fue la pauta en esos años; en contraposición, a los años que corren, en que dicha administración fue transferida a los académicos, quienes manejan esos recursos a su discrecionalidad, y el estudiante ni se entera en qué se gastan los recursos dirigidos a su bienestar personal. En aquellos años se demostró que el poder estudiantil si puede administrar, con honestidad y transparencia, los recursos dirigidos a garantizar su bienestar personal, sí pueden dirigir la universidad. Esta es la verdad verdadera en  las universidades y como tal, debe ser reflejado en la nueva Ley de Universidades, próxima a discutirse. Ya basta del monopolio exclusivo y excluyente del poder político en las universidades públicas, más y mejor democracia, eso es la esencia del Socialismo verdadero, avancemos hacia allá, ello es posible. 
 

Caracas, 22  de septiembre de 2009



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Henry Escalante


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