Pasadas las elecciones del 26 de Septiembre me atrevo a asegurar que no nos fue mejor porque:
Se ha dicho -con sobrada razón- que silenciar lo que sabemos, nos hace cómplices y encubridores de una situación que, por no denunciarla, indefectiblemente se agrava. Además, ¿qué estoy escondiendo?, ¿no es acaso lo que todo el mundo sabe y comenta en voz baja?. El silencio es traición a la Revolución, al Socialismo y al Presidente, quien reiteradamente ha dicho que se investiguen y sancionen las ineficiencias, negligencias, fallas y errores de quienes, en nombre del pueblo, gobiernan para el pueblo. “Que se acuse a todos, a mi el primero, y todo se corregirá”, así lo pensaba el Libertador Bolívar, así lo repito yo.
Errores y faltas hay y habrá en todos los sectores de la vía social, por cuanto son innatos, propios de la persona humana. Por supuesto que también en política encontraremos situaciones indeseables, y mientras más poder se tiene, más se hierra. Si bien pues las faltas se encuentran en cualquier nivel -público o privado- en la administración nacional y regional -como en la municipal- hoy vamos a referirnos a esta última, a la gestión local, por estar más cerca de la gente, lo que de alguna manera afecta más nuestra calidad de vida.
Las Alcaldías, órgano ejecutivo de la estructura municipal, concentran el mayor poder en la localidad al ser órgano ejecutivo con manejo de recursos económicos y facultad de decidir administrativamente. Chávez se ha quejado -sin que le falte razón- de Alcaldes convertidos en reyecitos que pretenden concentrar en sus manos todas las decisiones, y el manejo de la totalidad de los recursos, olvidando el Poder Popular y la participación ciudadana. Son ese tipo de Alcalde que pretenden someter a los concejales, bozalearlos para tener puerta abierta en el manejo sin control de los recursos, lo que termina de facilitar la Contraloría Municipal complaciente: ciega, sorda y muda.
La primera falla general en casi todos los Municipios, es pretender hacer de los órganos de participación ciudadana -particularmente de los Consejos Comunales- apéndices de la Alcaldía, instrumentos políticos del Señor Alcalde o, según el caso, de la Señora Alcaldesa. Son esos burgomaestres que no bajan los recursos, o que sólo lo hacen bajo su criterio y para administrarlos como ellos dicen, y no como la comunidad decide. Son esos funcionarios que no permiten que los Consejos Comunales se comuniquen entre sí, para mantenerlos divididos, y ver siempre grande su poder personal, sabiendo aquello de que “divide y vencerás”.
El Alcalde, su tren ejecutivo y, en general, los funcionarios públicos están para servir, no para servirse del tesoro municipal. Es frecuente ver Alcaldes y sus entornos con señales inocultables de riquezas, administrando alcaldías pobres. Tremenda injusticia, Alcaldes ricos en Municipios pobres. ¿Qué sentido tiene silenciar de manera cómplice lo que todos sabemos, lo que son gritos silenciosos entre la ciudadanía?. ¿O es que en el pueblo nadie sabe del carro nuevo, de la casota, de las instalaciones en la playa, de restaurantes y hoteles, de viajes, ropas, y gastos absolutamente desproporcionados con los modestos ingresos del funcionario?. Allí el silencio no es sólo complicidad, es una estupidez. La gente, que lo sabe todo, profundamente indignada con el Alcalde o funcionario municipal traidor a la Revolución y al pueblo, se indigna igualmente con el Partido Socialista Unido de Venezuela, que es y debe ser canal de participación política de la Revolución, y su molestia termina afectando igualmente su relación con el Líder del proceso en marcha.
Denunciar de buena fe -por amor a la Revolución y para salvarla del deterioro moral político- es una obligación de los revolucionarios. Para hacer contraloría social y ser vocero de aquellos a quienes cuesta denunciar, o no saben cómo hacerlo, está naciendo el Frente Socialista del Bien Común, cuyo Comité Promotor me honro en coordinar. Estamos a la orden para canalizar su denuncia, dando su nombre, o reservándolo plenamente de manera garantizada, según su voluntad, porque lo importante es canalizar la investigación y sanción de las irregularidades, para que florezca el proceso. Escribanos, háganos conocer sus quejas sobre servicios públicos que no funcionen, sobre funcionarios flojos que practican el nepotismo o que manejan arbitrariamente los recursos de todos. Estamos para servir a la Revolución.
Como diría en días pasados José Ovalles en Aporrea: (cito)“ Estoy convencido que como nunca, estamos en el mejor momento para acelerar la ofensiva revolucionaria, solo revisemos, rectifiquemos y reimpulsemos las gestiones locales y de base tanto gubernamentales como del equipo político.”
Esta es una simple Razón más, Por la cual no nos fue mejor el 26S.
El silencio más que complicidad es estupidez.
(*)Municipalista y luchador
cesar.dorta62@gmail.com