Las elecciones municipales venezolanas 2013 han sido vistas de distintas perspectivas. En primer lugar, existe una legítima aspiración de los habitantes y ciudadanos de contar con autoridades gubernamentales locales capaces de atender y resolver distintas problemáticas y situaciones propias de la vida comunitaria: la abundancia de los desechos sólidos y basuras con su disposición en marcos ambientales seguros y confiables, la distribución y servicio del agua potable con sistemas cloacales que garanticen salubridad, la vialidad y el transporte, la electrificación e iluminación, la seguridad y protección ciudadana entre tantas demandas; ya son suficiente en sí mismas para concentrar la gobernabilidad y el mayor sumo de esfuerzo de los alcaldes y concejales.
Los ciudadanos y el pueblo en general tienen conciencia que esos temas y las soluciones ante distintos problemas, va más allá del debate ideológico y sus embates. Muchas realidades comunitarias requieren aportes y soluciones fuera de sus fronteras distritales; lo cual amerita que las autoridades elegidas sepan lidiar no solo con las demandas de la ciudadanía, también sepan canalizar las contradicciones implícitas en la distribución del poder local y la creciente participación de los electores en la gestión municipal. Estos elementos de la vida pública de los municipios son un autentico desafío para fortalecer la democracia protagónica y participativa de la República Bolivariana. El Gobierno Revolucionario del Presidente Maduro ha propuesto sin distingo, compartir estas responsabilidades y soluciones junto a los alcaldes y gobernadores. Muy poco pueden hacer los alcaldes y sus cámaras edilicias, si no cuentan con el decidido apoyo nacional y regional; por estas razones el Gobierno nacional ha decidido responsablemente participar en esta configuración firme del poder de la república.
En otra perspectiva, captamos los rezagos de las elites dominantes del pasado, que han querido imponer que las elecciones municipales sean un plebiscito a la gestión presidencial; olvidándose de las apremiantes necesidades comunitarias en las distintas localidades. Con ello expresan su alocado dilema de deslegitimación del poder nacional. Se han olvidado que el pueblo venezolano tiene conciencia que su vida comunitaria es popular; que tiene carácter político como sujeto histórico colectivo del poder comunal; que tiene trascendencia en tiempo y espacio para la construcción de su entorno local y que no va aceptar triquiñuelas para desatender su aquiescencia republicana y constitucional. Intentar desestabilizar la nación con estas intenciones, expresa no solo sus intenciones incoherentes ante la creciente demanda de la participación política del resto de la población, también olvidan la soberanía popular en el ejercicio de la democracia participativa y la preservación del Estado Bolivariano y el estamento constitucional. Ante la locura: Unidad, lucha, batalla y victoria. Venceremos.
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