El 6D un descontento ciego con ansias de castigar se confabuló para que la mentira derrotara la verdad. Ese día el desabastecimiento inducido y una engañosa oferta de "cambio" arrastró a los electores a cometer la torpeza de elegir a sus verdugos, pues ahora es que van a saber que no era verdad tanta belleza, y en consecuencia pagaran muy caro por dejarse pintar pajaritos en el aire por esa cáfila de desaforados ambiciosos que les importa un carajo la suerte del país.
Esta vez, viene la oposición con las pilas más cargadas, dispuesta a maquillar sus errores del pasado, pues su fin ulterior no es buscarle la vuelta al asunto para corregir entuertos, sino tratar de comerse el pastel completo. De modo que no aconsejamos hacerse ilusiones por el hecho que la MUD haya acordado disfrazarse de conciliador, porque conociendo el pájaro por la cagada, lo menos que podemos intuir es que el lobo decidió disfrazarse de cordero para ir por la presa.
Sin pecar de profeta del desastre, podemos vaticinar que detrás de esas fingidas poses de la MUD ofreciéndose como "arregladores de todo" se oculta planes perversos, porque sus antecedente los delata como enjambre de desaforados que obedecen a EEUU y que solo persigue echarle diente a la burocracia y a la riqueza fácil que fue costumbre durante el puntofijismo.
En verdad quisiéramos estar equivocado, pero todo parece indicar que vienen tiempos de tempestad. Imagínense un parlamento en manos de fariseos que van al extranjero a solicitar que nos invadan las potencias del mundo occidental. Que puede esperarse de quienes dieron golpe de Estado, paro petrolero, guarimbas, paramilitarismo y ahora intentan entregarnos en brazos de Morfeo al FMI y el Banco Mundial para que vengan a raspar la olla. ¿Sera que quieren preñarnos de contradicciones para que estalle otro caracazo?
Por lo pronto, habrá que estar muy alertas al desarrollo de una agenda oculta que sigilosamente persigue que las trasnacionales del petróleo vuelvan hacer esguace con un recurso que ha sido bendición de la madre naturaleza, pero también una maldición por su carga de brollos y traiciones que aparecen registrados en la historia contemporánea.
Total, el 6D en vez de castigar a los verdaderos culpables de la carestía, resultó que pagaron los platos rotos aquellos benefactores que con todos sus errores han puesto empeño de que en Venezuela haya justicia social. ¡Qué tal!