El gobierno llama a una Constituyente y de esta manera reconoce la profunda crisis que padecemos y su incapacidad para solucionarla dentro de las reglas de la normalidad democrática burguesa que él profesa. La solución que propone es inútil, es un aullido a la luna, más que solución es un componente fundamental de la crisis.

Hoy la crisis se expresa con fuerza en esa convocatoria a la constituyente, allí están presentes sus elementos principales. Veamos.

Primero, se evidencia una inmensa improvisación que se genera en la ambigua ideología del gobierno que pretende una mezcla de socialismo con capitalismo, ser chavista en la imagen y capitalista en la práctica. Así el gobierno se encuentra amarrado entre la necesidad de
una apariencia chavista, socialista, y las exigencias del capitalismo; entre favorecer a los obreros, a los humildes despojados de su trabajo, y facilitar a los capitalistas las condiciones para ese despojo; entre decirse obrero y construir motores con los capitalistas, entregar la Faja y el Arco y  simultáneamente hablar de antiimperialismo. He allí el núcleo de todas las contradicciones de hoy.

La convocatoria tiene dos niveles: uno, el nivel demagógico para satisfacer la imagen de chavista, y el otro, lo que se pretende en la realidad, el motivo de la convocatoria para fortalecer al capitalismo.

Desechemos el nivel del engaño, se habla de las misiones, de favorecer a la juventud, de eso y otras confituras. Pero vayamos al centro que mueve la propuesta. Habrá intenciones de favorecer directamente al capitalismo, facilitar la entrega de la Patria, eso se verá cuando se desarrolle el esperpento. Analicemos ahora las razones más urgentes del gobierno.

Hay una realidad: el gobierno no tiene mayoría, ese es un dato confirmado por la elección parlamentaria, por las encuestas y por lo que se respira. En una situación de democracia burguesa normal, se harían elecciones y se recompondría el cuadro de dominación capitalista, el gobierno serviría de fusible al sistema. No es esa la situación. La cúpula gobernante se niega a cualquier sustitución, permanecer es su meta. De lo anterior se deduce que la convocatoria tiene el objetivo de convertir una minoría en mayoría, ya el ser una elección tutelada, casi a dedo, muestra el truco de la magia. Puede ser que el hechizo le dé resultado, el trópico es mágico, pero cuál es el precio de la solución, qué riesgos corre el gobierno.

La jugada no va a las causas de la crisis, por lo tanto ésta seguirá profundizándose en lo moral y en lo material. La constituyente convocada de acuerdo a las necesidades del gobierno produce un profundo rechazo en la oposición nacional e internacional, permite el agrupamiento de los opositores, da nuevas razones a los opositores que ahora tienen fuertes razones para movilizarse. Ya esto sería suficiente para calificar la convocatoria de un error.

Ahora bien, el gobierno que está débil, reconoce en la práctica que vivimos un vacío, confiesa que la Constitución de Chávez necesita ser superada, es decir, le quitó la fuerza al pacto social, y no existe la nueva Constitución, el nuevo pacto. Hoy vivimos en una especie de limbo, en espera del producto de la nueva Constituyente. Este interregno necesita un gobierno fortísimo, de lo contrario la constituyente traerá un periodo de ingobernabilidad. Todo es transitorio, débil, se difuminan los bandos, aparecen nuevas tendencias, el caos amenaza, la situación es propicia para la insurgencia. La crisis buscará las vías que el estamento político no le puede dar.

La solución verdadera a la crisis está en regresar al Socialismo, al mandato de Chávez, cumplir el Plan de la Patria. Los chavistas auténticos dentro del gobierno y en el PSUV, que dicho sea de paso quedó fuera de la convocatoria, deben, tienen, esa responsabilidad histórica.