En días pasados conversaba con un grupo de amigos de manera intempestiva, todos militantes de izquierda, quienes en sus respectivos momentos tuvieron destacada participación en la construcción del proceso revolucionario venezolano dado a conocer por el ejemplarizante rol de Hugo Chávez, quien gracias a un robustecido liderazgo mantuvo viva la esperanza de hacer un país de justicia social, inclusivo, libre en lo económico de las amarras del neoliberalismo por lo que, muchos conocemos, debió cruzarse con un proceso constituyente y que no trajo otra cosa que la conformación del Poder Popular.
En notas leídas y que ya forman parte del archivo, uno de esos objetivos que debía lograrse gracias a la construcción del Poder Popular era precisamente una sociedad equitativa, donde todos nos reflejáramos en una clase media. Y esto era creíble dada las condiciones externa e internas de un país como Venezuela. Primero, por su ubicación geográfica en el continente suramericano y lo segundo, por cuanto se trataba de un país rico en minerales, especialmente petróleo, con grandes extensiones de tierra fértil para la producción agrícola y ganadera, no muy poblado y con un sector industrial capaz de promover el desarrollo de productos nacionales a través del procesamiento de materia prima, actividad en la que el mismo gobierno revolucionario apoyaría inyectando recursos.
Es decir, había una perspectiva en la tarea política en aquel entonces de evidentes cambios en la conducción del país y que a la hora de organizarse cada quien desde un sector comunitario buscaba la manera de sumar a la causa patriótica. Recuerdo que aquellos temas de animadas movilizaciones siempre en apoyo al proceso revolucionario lo hacíamos en lugares muy modestos y tomando en cuenta el valor de nuestras principales figuras libertarias cuyas vidas fueron ofrendadas a favor de la independencia de la España monárquica, pero ahora lo hacíamos en una plaza precisamente homónima a uno de esos héroes caídos en batalla (Manuel Cedeño, Carabobo, 24 de junio de 1821) en la que una vez restaurada su atractivo o concepto es distinto.
Pues, bien, mis amigos y yo tratábamos el tema del Poder Popular y en cada rostro se dibujaba la desilusión y el amargo sabor de la división de los partidos. En este caso todos fuimos a elecciones unidos a las tarjetas del MVR y luego Psuv, desde luego las mieles en cada victoria electoral se saboreaban dulcemente. El asunto al cual hacemos referencia es el desplazamiento de actores por quienes en años reciente vienen dirigiendo un país con un esquema que ciertamente luce desbalanceado hacia lo que hoy en día debíamos haber logrado o esa era la meta: un país más productivo.
La crisis política interna y el bloqueo comercial impuesto por el gobierno de Estados Unidos nos ha llevado a plantarnos en otras discusiones cuyas experiencias actuales escribimos muy sufridamente y en un plano muy distinto a las trazadas en tiempos pasados. Esto no quiere decir dejemos a un lado los procesos históricos que marcaron pauta en revoluciones como las de Rusia, China o Cuba. Sin embargo, notamos ciertos desvíos al Plan de la Patria original.
Tomemos en cuenta, pues, desde una plaza popular transformada en tiempos de pandemia para disfrute, recreación y consumo de propios y extraños de la localidad, ahora nos tocaba discutir qué sucedería a futuro con el Socialismo -sin poder consumir dado lo irrazonable de sus precios- una vez votemos este 21 de noviembre en las megalecciones para gobernadores y alcaldes en la que cada entidad parece manejarse bajo la figura de pequeños caudillos en donde el Poder Popular deberá seguir cediendo terreno a la voluntad del poder constituido.
Ante tal situación se coincidió es necesario identificar baluartes deportivos y culturales para que ante esta escalada de políticos neocolonizadores se comprometan a la causa de mantener vivas las tradiciones y manifestaciones que tanto nos identifica como país caribeño y venezolano. Solo así pensamos el Poder Popular podrá mantenerse con vida oxigenada en la defensa de la patria. Mientras tanto sobrevivamos para contarla.
(*)bridator2@gmail.com
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