El referéndum de los originarios

Nosotros somos étnicamente mestizos, culturalmente occidentales. Hablamos el idioma de
España, profesamos la religión de Roma, nos vestimos como europeos, nuestra arquitectura
es anglosajona e igualmente nuestra ciencia. Poco han logrado esfuerzos loables como los
del Dr. Gracián Rondón, quien promueve la medicina y la farmacopea natural -
extensamente occidentales- emulando a los ancestros indígenas. O de Fruto Vivas, quien
propuso tomar la arquitectura nativa como modelo. Los guyaneses también son colonizados
en todo eso, solo que hablan otro idioma europeo. Por eso no tiene nada de raro que los
habitantes originales y actuales del Esequibo sean muy poco tomados en cuenta cuando se
aborda ese complejo tema y el diferendo que se tiene con la República Cooperativa de
Guyana. Para nosotros ellos son “los indios” y nos interesan sobre todo como datos para los
estudios antropológicos o como referencia obligada para la demagogia política. Nuestra
visión es parecida a la de los conquistadores europeos de estas tierras: los indígenas existen,
pero no tanto como nosotros. Por ello parece importarnos un bledo lo que piensan los
dueños originales de ese territorio en disputa.

¿Por qué son ellos los dueños, los despojados, y no nosotros, ni Guyana? La historia del
Esequibo no empieza en la segunda mitad del siglo XV, como pretenden los colonialistas y
nosotros sus herederos culturales. Ese territorio está ahí desde tiempos inconmensurables y
sus pobladores desde hace decenas de miles de años.

Antes de que otras potencias europeas hubieran hecho incursiones en estas tierras, el
Imperio Español ya había declarado la propiedad de esta región, según el Tratado de
Tordesillas. El tratado no fue firmado ni reconocido por otros colonialistas, como
los holandeses y los ingleses que se insertaron en las Guayanas entre áreas reclamadas por
el Imperio español y el Imperio portugués. Pero hay más: de manera similar, los pueblos
indígenas de las Américas no reconocieron el tratado como fundamento legal de la doctrina
del descubrimiento.​ Se consideró nulo por el hecho de que los pueblos indígenas ya habían
descubierto y colonizado las tierras antes de la llegada de los europeos. (y de la aparición
de nosotros, los venezolanos, y la de ellos, los guyaneses).

Voy a tomarme el atrevimiento de recordar parte de un artículo con mi firma publicado en
Aporrea.org el 7 de marzo pasado, titulado “Verdades sobre la Rebelión de Rupununi en el
Esequibo”. Tal rebelión ocurrió el 2 de enero de 1969, en la región del Alto Tacuto-Alto
Esequibo, y los días subsiguientes. La mayoría de los insurrectos eran indígenas lokonos,
wapisahnas y makushis, parte de la etnia caribe. Son ellos los dueños originales de ese
vasto territorio, el cual recorrían sobre todo por vía fluvial, desde tiempos inmemoriales.
Sin embargo, buena parte de los jefes de la insurrección, que conformaban un pequeño
grupo de ganaderos privilegiados, eran mestizos. Algunos eran descendientes de Harry
Melville, de ascendencia blanca escocesa-jamaicana, otros de Basil "Ben" Hart,

estadounidense, y algunos otros que se habían establecido allí poco antes de principios del
siglo XIX y más tarde.

Los matrimonios entre los Melville, los Hart, las mujeres brasileñas y los nativos
wapishanas produjeron ese clan de ganaderos de “sangre mixta” relativamente ricos. Entre
los jefes rebeldes se puede mencionar a Harry Hart, Elmo Hart, Dick Hart, Edward "Teddy"
Melville, Averell John Melville, Harold Melville y, por supuesto, Valerie Hart, quien fue la
líder principal, nombrada por los rebeldes como Presidenta del “Estado Libre del
Esequibo”.

Algo está claro: en el origen del conflicto privaron las razones económicas (como suele
suceder), aunque también las hubo de índole racial (los indígenas se sentían discriminados
ante otros grupos raciales guyaneses mayoritarios, como los afrodescendientes). Jimmy
Hart (quien se casó con quien fue probablemente su pariente, Valerie Hart), ya huido a
Venezuela, explicó que la decisión de los rebeldes fue tomada después de que el gobierno
de Guyana negó a los ganaderos una solicitud de 25 años de arrendamiento de las tierras
que ocupaban y por su temor a que los agricultores llegados de Jamaica y Barbados
tomaran sus tierras.

El lenguaje, uno de los factores culturales más reveladores en las sociedades humanas, da
indicios de las verdaderas intenciones de los rebeldes de Rupununi. El nombre que pusieron
a lo que esperaban los insurrectos fuese su territorio fue “Estado Libre de
Rupununi/Esequibo”. Era, pues, un movimiento independentista, no “venezolanista”.

Por supuesto, el gobierno de Guyana vendió, convenientemente, la matriz de que la revuelta
fue apoyada por Venezuela con dinero, armas y entrenamiento, lo que nunca ha podido ser
probado. Incluso llegó a hacer la denuncia ante la ONU.

Lo cierto es que los rebeldes, una vez derrotados, pidieron, como último recurso o patada
de ahogado, que Venezuela los respaldará y se anexara el Esequibo, lo cual fue rechazado
de plano y correctamente por el gobierno de Raúl Leoni. La solicitud de los alzados fue una
acción oportunista y a destiempo, una vez que las armas de Guyana los aplastaron en
apenas tres días y los obligaron a huir, los que pudieron, a Brasil y Venezuela. En efecto,
tanto la petición de los rebeldes como el rechazo de Venezuela se efectuaron el 5 de enero,
un día después de la total derrota de la Rebelión de Rupununi. Ese mismo día el gobierno
de Guyana cursó su acusación ante las Naciones Unidas.

Quienes huyeron a Venezuela pidieron reunirse con Leoni, pero este se los encomendó al
canciller Ignacio Irribaren Borges, con el mensaje de que nuestro país no sería parte del
conflicto, aunque sí recibiría a los refugiados como compatriotas y, de hecho, se les
extendió cédula de identidad venezolana a 120 de ellos. Además, se les ubicó en 3
asentamientos en el sur del estado Bolívar (San Ignacio de Yuruaní en la Gran Sabana, La
Churuata en Las Claritas y San Martín de Turumbán en el municipio Sifontes).
Por su parte, Valerie Hart y su esposo no quisieron quedarse en Venezuela (es claro que no
se sentían venezolanos) e inmediatamente desaparecieron del mapa, marchándose a Estados
Unidos, donde se quedaron el resto de sus vidas. Valerie Hart murió el 26 de febrero de
2021, a los 87 años, en Vero Beach, Florida, Estados Unidos de América.

Hablaré ahora de los makushi y los wapishanas, quienes están entre los principales
protagonistas de la rebelión, etnias dueñas ancestrales del Esequibo, y quienes sufrieron las
peores consecuencias de la derrota. Los makushis son nativos de la región entre el monte
Roraima y la cuenca de los ríos Branco y Rupununi. Su territorio se extiende por dos áreas
ecológicamente distintas: al norte, una área de selva donde predominan sierras y; al sur, los
campos de la planicie. Sus vidas son del todo distintas a las nuestras, los originarios del
Esequibo son muy diferentes a nosotros. La población makushi se reúne en aldeas durante
los meses secos del verano, pero se dispersa en pequeños grupos durante la estación
lluviosa y cada hogar va a vivir a los bosques de la sierra, con los alimentos producidos en
los cultivos familiares y los recolectados en la selva serrana. Durante los meses de invierno,
el agua de las lluvias torrenciales hace crecer los ríos y quebradas e inunda gran parte de los
campos, con excepción de algunos lugares más altos en las planicies, que se convierten en
pequeñas islas.

En cuanto a los Wapishana, habitan en el sur de Guyana y en el estado de Roraima, Brasil,
en las Tierras Indígenas de São Marcos, Anaró y Muriruh. Los Wapishana obtienen los
recursos para su sobrevivencia principalmente de la agricultura tradicional. También son
pescadores, cazadores y ganaderos. Ciertamente, son gente como nosotros ¿entonces por
qué los ignoramos, cuando tienen miles de años viviendo en una tierra que siempre ha sido
de ellos por derecho natural?

Para los Wapishana, Udorona es el principio vital, que se encuentra en la palabra, en la
sangre, en la respiración. El mundo de hoy es el resultado de la ruptura del orden
primordial. Originalmente el cielo estaba cerca de la tierra y la palabra era eficaz, tenía
fuerza para cambiar las cosas, creaba. Fue por la palabra que aparecieron ríos, montañas y
plantas. Para ellos, el ser humano madura cuando aprende a hablar y discernir, y entonces
puede dialogar con sus semejantes. Los chamanes hablan y cantan las palabras para curar o
enfrentar los enemigos. Algo tan lógico como curioso: entre ellos, nadie sabe qué pasará
con las personas después de la muerte. Es verdad, son gente como tú y como yo, caro
lector. Pero nadie les pregunta qué quieren hacer con la tierra donde viven: donde sufren y
gozan, donde paren a sus vástagos, donde se enferman y se curan, donde reposan los huesos
milenarios de sus ancestros.

Hay otros grupos indígenas que allí habitan, todos de la familia de los caribes, como los
waraos, que van y vienen de un lado a otro: las familias viven de ambos lados del río sin
importar si es Guyana o Venezuela.

La actual Zona en Reclamación es un territorio habitado y con dinámicas sociales
desconocidas para la mayoría de los venezolanos. Allí hay casas, carreteras y personas que
han ejercido el derecho a habitar esta tierra desde tiempos ancestrales.

En la actualidad hay aproximadamente 12 mil waraos que viven en la zona del Esequibo y
se desplazan libremente para acceder a servicios básicos.

Los que viven del lado de Venezuela cruzan a comprar comida y vender sus cosechas,
mientras que los que viven del lado guyanés cruzan para recibir tratamientos contra la
malaria, por ejemplo.

Así como ocurre en la Guajira, los indígenas waraos y arawacos que habitan el territorio no
conocen de fronteras: estas fueron creadas por los colonialistas, pero ellos se mueven por
toda esa región con libertad.

De todo esto viene mi propuesta que considero tan justa como imposible. Propongo que
haya un acuerdo entre Venezuela y Guyana, con la anuencia de las Naciones Unidas, para
realizar un referendo en el Esequibo, donde voten los indígenas que allí habitan, y solo
ellos. Este referéndum tendría tres preguntas: 1) ¿Aprueba usted que el Esequibo sea
reconocido como territorio venezolano? 2) ¿Aprueba usted que el Esequibo sea reconocido
como territorio guyanés? 3) ¿Aprueba usted que el Esequibo sea declarado una nación
indígena independiente (el Estado Libre del Esequibo, como quisieron los olvidados
rebeldes de Rupununi) después de un proceso de transición acordado por Venezuela y
Guyana, y con el acuerdo y supervisión de las Naciones Unidas? ¡Ah, si esto último pasara!
¡Imagine el lector la primera nación kariña de América! No sé si sería algo bueno o malo
¡Pero qué interesante!¡qué novedoso! ¡qué revolucionario!

Por supuesto, un referéndum tal no se va a realizar. No son más que vainas mías. Como es
vaina mía que no pienso decidir por ellos: aunque sea por una vez en mi vida no quiero
comportarme como el occidental colonizado y colonialista que me dejaron adentro.



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Néstor Francia


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