En el Proyecto de Reforma Constitucional Bolivariana presentado por el Presidente Chávez en uso de sus facultades, están planteados en su totalidad una verdadera revolución social, societal, económica, política, moral y cultural, a ello nos referiremos en varias entregas. Asi, en el tema que nos ocupa, el diputado Carlos Escarrá lo expresó acertadamente que ¨ la propuesta tiene por finalidad cambiar el esquema perverso de desarrollo del país que fue impuesto por el capitalismo, donde solamente fue concebida importante la división del territorio por intereses económicos, pero nunca en razón del bienestar del pueblo…¨
En lo que ha ordenación del territorio se refiere, una lectura cualitativamente diferente, se presenta con la modificación del artículos 11. 16 y 18. Es Venezuela hoy una formación histórico-social y además, como lo expresa el Presidente Chavez, geográfica y se ha partido de la premisa que, todo cambio integral debe tocar la relación entre el Capital –relaciones de generación y concentración de riqueza material- y el territorio o espacio territorial.
En efecto, en toda producción del espacio territorial, casi ha eternizado a la naturaleza solo como objeto, que ha servido de sustrato para a reproducción de este tipo de relaciones. Desde la conquista y colonización, precisamente con la llegada de Cristobal Colón es cuando se inicia la mundialización, el intercambio desigual y la acumulación originaria de capital, íntimamente relacionado esto con la futura instauración de un sistema global en Occidente y sus asimetrías, desequilibrios y el bienestar para pocos generado.
Es por eso que, el espacio vital, el asentamiento humano, no puede ahora ser tomado como dato fijo, de allí la Reforma Constitucional Bolivariana se abre a otras valoraciones para darle al espacio otro concepto, con infinitas posibilidades, pues lo eleva al nivel de medios y fines: el distribuir, conformar, crear, convivir, preservar, desarrollar. Eso es un cambio de paradigma pues donde se desenvuelven la especie, el ecosistema, el hombre sus circunstancias y ser colectivo e imaginario social debe incidirse en un verdadero cambio estructural y con ello obtendremos un cambio de rumbo y alejarnos de los modelos donde opera la relación espacio y generación de capital.
En el modelo civilizatorio europeo, a pesar de los intentos en políticas sociales, de diversos de los gobiernos y grupos privados, en ciudades como Lisboa, Paris, Madrid, y Berlín se reproducen una relación proporcional entre desarrollo urbanístico y acumulación capitalista que desaparece el ciudadano ¨de la polis griega¨ y solo emerge un rostro de grandes contrastes de belleza, opulencia por un lado y pobreza y miseria por el otro, golpea desde la supervivencia de sus propias tradiciones y prácticas culturales no institucionalizadas hasta la reinserción socio-productiva de la masa migratoria cada vez más creciente y depauperada por el neoliberalismo salvaje. Lamentablemente, en esas ciudades europeas publicitadas por el turismo global, paisajes culturales e idílicos de otros tiempos hoy son zonas convertidas en supermercado de marcas, lujo y pesadilla para los pobres sin trabajo.A las afueras de estas grandes mega-polis, no vemos un paisaje propiamente idílico sino el reflejo de la globalización avasallante y unidimensional. No son favelas ni ranchos claro está, pero si un ciudadano que ya no es, abrumado por la irracionalidad convertida en ¨organización¨ y estrategia del gendarme regional y los servicios, ya el capital distribuyó los espacios, las ventajas y oportunidades. El inmigrante vive su continua amenaza de salir del purgatorio.
Enfocando a Venezuela, aparentemente, a los nostálgicos de la Cuarta República y de ese enfoque de descentralización (que no es desconcentración descentralizada) han saltado en contra del Proyecto de Reforma, a ellos les podemos decir que aquella insistencia en la transferencia de competencia del poder central al poder regional, en muchos de los casos, no fue una verdadera revolución en el pensamiento y la acción organizacional. Reducida a una trasferencia de recursos económicos, aquella descentralización, que fue incluso ¨la piedra filosofal¨ de algunos partidos políticos (el llamado liderazgo regional) en los 80-90 del siglo XX, terminó en detrimento del costo de la vida, la inflación. Gobernaciones, Municipios y Alcaldías pujantes terminaron reproduciendo el desastre, el desequilibrio regional y los vicios, las deformaciones e inequidades sociales, económicas y culturales del poder central de la Cuarta República.
Estamos viviendo un momento crucial, y es importante que esta serie de artículos no toman como indicador de progreso solo la atracción a los negocios, las inversiones extranjeras, el alto gasto estatal. Esta Reforma Constitucional Bolivariana resuelve el desconcierto territorial, y la disonancia heredada de la Cuarta República. Subyacente en la Reforma el principio de la perfectibilidad, la elaboración de una serie de artículos nuevos en la concordancia sobre ejes directrices claros: fundamentos en el derecho internacional, la re-lectura de la geografía humana como disciplina académica y científica, la imbricación veraz de lo político y territorial, el desarrollo endógeno sustentable.
Sobre todo el artículo 16 propuesto ahonda acerca de la visión y la realidad: desde lo territorial, lo regional y lo local para tocar aspectos claves que hagan de ese espacio geográfico y humano construido por la revolución un paisaje ajeno a lo que generó ese ¨sueño mal realizado¨ (como diría Hegel) esa descentralización de la Cuarta República.
Esa nueva concepción, ajena a la opulencia, las altas rentas y ganancias especulativas, la cartelización y el monopolio empresarial, dependencia tecnológica, y sobre todo capitales excedentarios (que en aquella época de la Cuarta República) algunas veces eran presuntamente vistos de origen o producto del blanqueo de dinero, amén de los constructores o más bien depredadores del hábitat rural y el medio ambiente.
Preparemos para apoyar la propuesta en bloque y recordar que ella incluye una verdadera descentralización. Estamos presenciando que desde 1999 emergió un nuevo actor social (el pueblo). Esta plataforma de articulo se revitaliza la ciudadanía en el marco del espacio, el poder popular, la dimensión ético-política necesaria, la salvaguarda del territorio y la concordia en el aprovechamiento equitativo de los bienes y lo que deviene universalmente de la naturaleza como fuente protectora y su adecuado uso.
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