En la época de apareamiento el alacrán va en busca de su alacrana. Una vez que la ubica comienza un cortejo, la toma en sus “brazos” y comienzan a dar, durante 10 minutos, mas o menos, “un pasito pa’ lante y un pasito para atrás”. Demás está decir que este baile es el cenit del erotismo de los alacranes. Luego de esta danza de neto contenido sexual, el alacrán deposita en el suelo un receptáculo en forma de ampolla con esperma y maniobra con su alacrana para que su “cosita” se encuentre con esa ampolla, que al sufrir una ligera presión se produce la liberación de la masa espermática, que es “tomada” por la hembra. Luego se separan y cada quien anda por su lado. La fecundación, sin embargo, no ocurre en ese mismo instante, sino que puede tener lugar días o incluso meses después.
Descrito someramente el baile de los alacranes, tal como se presenta en la vida de esos “bichitos”, pasamos a tratar de lucubrar sobre las declaraciones de Henry Ramos, porque de verdad verdad, ese compatriota nos desconcierta cada vez que habla por esa boca. Cuando dice que la oposición se ha convertido en un baile de alacranes ¿a qué se refiere? No lo se, pero trataré de inferir de la siguiente manera: Los compatriotas de la oposición son bailarines. Cuando alguien se encuentra con una “carajita”, la toma en los brazos, le muestran una chequera, comienzan a “pulir la hebilla” y luego de unos escarceos de claro contenido erótico, la invitan a “hacer algo” y la fecundan, no necesariamente en el mismo momento, porque puede ser después. Pero algo anda mal en este análisis, porque resulta que los chavistas también son dados a esta clase de baile, a esas prácticas de contenido erótico, por lo que esta conclusión no es válida y hay que descartarla de inmediato.
Pasé mucho tiempo pensando en lo que quiso decir Henry, y nada que me pasaba por la cabeza. Hoy, una de mis nietas, de apenas cinco años de edad, estaba viendo una película sobre la vida animal. Me llamó la atención que reía gustosamente al ver, precisamente, un baile de alacranes. Indagué con mi nieta la razón por la cual reía con tanto placer, y me contestó de inmediato que le parecía muy cómico que esos animalitos, de apariencia agresiva, como en efecto lo son, estuvieran bailando y sus pasos eran uno hacia delante y otro hacia atrás. De inmediato se me prendió el bombillo, eso es, y yo que no daba con el contenido subliminal del mensaje de Henry. La oposición da un pasito para adelante y otro pasito para atrás. Unas veces dicen una cosa y otras veces dicen otra. Tan simple, tan sencillo.
El mismo Henry Ramos es un ejemplar único que hay que tener en consideración para este breve análisis. Después del referendo revolcatorio del 2004, anunció con la voz en cuello y con todo lo que le permitían sus ya desgastados y senectos pulmones, que se había cometido un fraude y que aportaría de inmediato las pruebas de sus dichos, y que desgraciadamente aún no ha cumplido. Puedo atribuirle el hecho de que cierta oposición se haya tenido que calar a Chávez, es a la negligencia de Henry en no haber consignado los elementos probatorios, los cuales, habrían, ¡quién sabe!, impedido que Chávez hubiera seguido ejerciendo su cargo de Presidente. ¡Qué vaina Henry, y pensar que tuvimos el mismo profesor de Derecho Probatorio en la Universidad de Carabobo! ¿Te recuerdas de lo que nos enseñó?
La oposición es así. Unas veces guerrean, reciben su merecido y se calman. Después de esta inédita campaña electoral, saboreada por la clara intervención de los Estados Unidos, imponiéndoles el “Pacto de Puerto Rico”, matizada por una cuantiosa inversión de dólares que se fueron a un fondo perdido, después que juraron que sacarían a Chávez “cueste lo que nos cueste”, ahora vienen a “pedir cacao”, haciendo proposiciones francamente indecorosas e inaceptables. Cuando Chávez indicó que tendería un puente, la señal que dio fue muy clara: “Vengan a mí que tengo flores”. Nunca les dijo que iba a hacer un pacto, ni nada por el estilo. Acepten su derrota y reconozcan al vencedor. Ayer rechazaron dialogar, al renunciar ir a la Asamblea Nacional, y hoy la pelea es a cuchillo por tratar de llegar allí. ¿Quién los entiende?
Allí precisamente, está la diferencia en ese baile de alacranes. En las filas de la revolución, los pasos son cuidados, estudiados, acompasados, bajo una sola guía. En la oposición, más que un baile de alacranes, ¿no será mejor hablar de un saco de gatos?
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