Es evidente que algunos comerciantes venezolanos están haciendo negocios fraudulentos con los dólares preferenciales que entrega el gobierno a través de las instituciones pertinentes. Pero también es obvio que esa mala práctica no pudiera darse sin la complicidad de altos funcionarios del estado que tienen discrecionalidad en el manejo de esos recursos económicos. De allí que resulta risible. y paradójica a la vez, que muchos de esos funcionarios salgan a avalar dicha denuncia a través de los medios de comunicación, como si ellos no fueran responsables y cómplices de esa gran estafa que está sufriendo el país.
Cuando un ministro, u otro representante de esas instituciones encargadas de administrar los recursos del pueblo venezolano sale a declarar, por ejemplo, que a tal o cual “empresario” le dieron divisas para comprar medicina y lo que importó fue basura camuflada en containers, lo que está aceptando es que el gobierno ha sido incapaz de ejercer los controles mínimos necesario para que eso no ocurra con tanta frecuencia.
Hace algunos meses un emblemático representante del chavismo encargado de las finanzas públicas dio unas declaraciones que no sabemos por qué razón, extrañamente pasaron desapercibidas para una prensa venezolana y extranjera, casi subversiva y desestabilizadora, que siempre anda husmeando en el más mínimo detalle para criticar muchas veces injustificadamente al gobierno.
En esa oportunidad con respecto a los miles de millones de dólares Cadivi que se han robado las empresas de maletín, el funcionario en cuestión señaló públicamente, sin ni siquiera inmutarse, que había sido engañado por quienes recibieron los verdes. Qué tragedia Sancho, el funcionario quintorrepublicano se le escapó la mismísima confesión que dejó colar el ex presidente adeco Jaime Lusinchi cuando supuestamente fue burlado por el Fondo Monetario Internacional.
Es una muy mala estrategia política - comunicacional que el gobierno salga a cada rato a justificar vergonzosamente su propia incapacidad y su propia corrupción, cuando lo que debería es actuar y resolver los problemas. De qué le sirve al pueblo que los funcionarios reconozcan que los empresarios se roban los dólares, que las mafias contrabandean la gasolina a Colombia, que los carros valen diez veces más en el país que en Argentina, que los pasajes internacionales aumentaron 300 por ciento en tan solo un mes, o que el cemento no se consiga. Al fin y al cabo eso se sabe. Lo que se quiere es una respuesta contundente.