Debido a que el gobierno parece desconocerlo, creemos sea nuestra obligación hacerle saber por este medio, a él y a quienes dentro del mismo integran el gabinete económico, que pese al anunciado plan de emergencia destinado a combatir la grave crisis que en este campo está viviendo el país, que el desabastecimiento se ha incrementado y junto con él, como es lógico que suceda, los precios de artículos tan esenciales e imprescindibles como el azúcar. Para ser francos, no abrigamos ninguna esperanza de ser escuchados. Tal se debe a la escasa capacidad auditiva que han mostrado padecer los círculos gobernantes. Sobre todo, en relación con aquellas observaciones que no emanen del estrecho y muy selectivo entorno oficial. No obstante, eso no nos debe impedir que, con el mejor espíritu de colaboración, alertemos sobre situaciones que tienden a complicar las cosas mucho más de lo qué aun están
En relación con el producto mencionado, o sea, con el azúcar, tan bestial ha sido el alza de este rubro en el mercado negro, donde únicamente se puede encontrar, que ayer en la mañana tenía un increíble precio de 160 bolívares el kilo, y ya para la tarde se había disparado tanto que lo estaban expendiendo a 200, algo tan alucinante, que realmente desafía la tolerancia humana.Sin embargo, cuando los alarmados consumidores creían que este producto había tocado techo, que era imposible que siguiera aumentando más, ocurre que en los dos escasos días siguiente el azúcar vuelve a experimentar un nuevo incremento y ahora lo están vendiendo a 230, ¿por cuánto tiempo? La verdad es que no conocemos, nadie en este país lo sabe, cuáles son las prioridades del flamante cuarteto ministerial recientemente nombrado con el fin de emprender una cruzada contra estos dos siniestros jinetes apocalípticos, escasez y altos precios, que están devastando el presupuesto de las familias de medianos y pequeños recursos. Pero pensamos que en sus planes más inmediatos y urgentes debe estar el de atender con carácter de extrema urgencia la escasez del azúcar y sus elevados precios, que ya le están amargando el cafecito cordial a muchas personas en este país.
Pero se dirá, "pero bueno, este sujeto, en lugar de estar halando idioteces, por qué no denuncia a los bachaqueros , a quienes están vendiendo "clandestinamente" el azúcar a esos precios especulativos". En primer lugar, porque en caso de que las autoridades quisieran actuar, no les sería muy difícil dar con esta gente. De manera que si no lo ha hecho es porque no lo ha querido hacer. Y en segundo término, porque resultaría peor el remedio que la enfermedad. Porque llegaría la policía, se llevaría presos a estos atracadores y las personas se quedaría sin azúcar. Es decir, sucedería lo mismo que ocurrió con los buhoneros. Como se sabe, estos comerciantes vendían leche con unos precios muy por encima de la regulación. El gobierno decidió que eso no podía ser y les prohibió seguir vendiendo el producto. Resultado, que la gente que les compraba a estos comerciantes la leche, porque era la única parte donde podía conseguirla, se quedó sin el alimento.
Pues bien, lo realmente curioso, lo verdaderamente incomprensible es que este constante e indetenible aumento de los precios tiene lugar, pese a que existe una legislación que fue creada con el deliberado propósito de impedir que sigan su impetuoso viaje al espacio exterior: el decreto de Precios Justos. En relación con esto, redactamos dos meses antes de las elecciones el siguiente texto, que no sé si ya lo dimos a conocer, pero por las dudas, creemos conveniente volverlo a publicar: "¿Qué sentido tiene, nos preguntábamos entonces, mantener en pie una medida como el control de precios, que como ha quedado demostrado no controla nada, que ha resultado un rotundo y estrepitoso fracaso y que más bien ha servido para aumentar desorbitadamente el costo de la vida, provocar el desabastecimiento y ahuyentar a quienes podrían estar interesados en invertir en Venezuela? Estos controles -únicos en el mundo- como lo ha estado demostrando la experiencia, deben ser, por fracasados, definitivamente suprimidos. Y hacerse, en el marco de una política de incentivos a las inversiones y atractivos estímulos a la producción". ¿Qué le habrá podido impedir a nuestros gobernantes derogar un decreto que no ha podido lograr los objetivos que con él se perseguían? ¿Qué al contrario de eso, en lo que se ha constituido, junto con el otorgamiento masivo de pensiones, es en la causa de la horrorosa crisis en la que nos encontramos inmersos?
Ahora, el gobierno nos anuncia un plan destinado a superar la alarmante situación económica en el que se debate el país, y que se caracteriza fundamentalmente por la baja producción de nuestro proceso económico. Y lo hace , invitando a incorporarse a esta importante tarea solo a la mediana y pequeña empresa. En torno de esta actitud, que excluye inexplicablemente a la gran empresa, escribimos, en un amistoso y cordial intercambio de ideas con un amigo de una elevada calificación académica, lo siguiente:
"Nos parece un garrafal error que el gobierno, para los efectos de su plan de emergencia económica, haya tomado únicamente en cuenta la mediana y pequeña empresa e ignorado a los grandes productores, o sea, a la gran empresa. Nos parece un gran error, repetimos, porque siendo la necesidad de producir en términos masivos y urgente una tarea inaplazable en estos momentos, se haya preferido sólo a un sector del empresariado que si por algo se caracteriza es por su marcada ineficiencia productiva -por algo es mediana y pequeña empresa. Lo que tiene necesariamente que traducirse en costos relativamente elevados y , por consiguiente, en relativamente elevados precios también al consumidor. Lo cual no ocurre con la gran empresa, cuya elevada eficiencia, producto de la intensiva automatización en todos los procesos productivos, le permite operar con costos relativamente bajos. Lo cual, no es necesario ser un Keynes para saberlo, se traduce necesariamente también, en bajos costos para el consumidor".
Y en otro comentario sobre este importante tema dijimos: "En relación con la mediana y pequeña industria, tampoco creo muy pertinente asimilar las de países desarrollados a las nuestras. La situación de ambas por supuesto que son completamente diferentes. Aunque sí debemos observar que por muy eficientes que sean esas empresas, le aseguro, pese a que desconozco su participación en el Producto Interno Bruto de sus respectivas naciones, que ellas no están en capacidad de abastecer en su totalidad el mercado de los países a los que pertenecen, como el presidente Maduro cree que las de aquí sí pueden hacerlo. Y si eso no lo logran esas empresas, que se encuentran mucho más tecnificadas que las de aquí y, por consiguiente, con una mayor productividad y con una disciplina y hábitos productivos mucho más perfeccionados que las nacionales, ¿cómo esperar que éstas cumplan ellas solas la urgente función de abastecer plenamente el mercado nacional en el menor tiempo posible? ¿Es decir, una función que no espera mañana?
De manera que, o aparecen los productos en un lapso de un mes o mes y medio, o el gobierno pasará muchos apuros para mantenerse en el poder. Así que Luis Salas, en lugar de estar inventando, lo que debe hacer es tratar de enterarse de lo que abajo está sucediendo. Sobre todo, con el azúcar, que hace tiempo desapareció y los únicos que la venden son los bachaqueros y eso a 160 bolívares el kilo. De allí la necesidad de desideologizar la solución al problema del desabastecimiento e incorporar a la erradicación del mismo a todos los sectores productivos del país, grandes, medianos y pequeños. Para lo cual debe hacerse todo lo que se tenga que hacer. Incluyendo la eliminación de los controles de precios que, como lo está demostrando lo que se está cobrando por este rubro, vuelvo a decirlo, no controlan nada.
NOTA: La oposición, en la Asamblea Nacional, está proponiendo una ley que le conceda a los pensionados un bono de 10.000 bolívares. Desde luego, que se trata de una propuesta con inocultables fines políticos. Porque si aquí existe alguien enemigo incluso de las pensiones es la misma oposición. La respuesta a esta perversa triquiñuela no puede ser otra que decirle al país que debido a la estrepitosa caída de los precios petroleros, el gobierno no estás en condiciones de satisfacer esa demanda, como en otras circunstancias estaría dispuesto a tomarla en cuenta. Que de la única manera que podría hacerlo sería devaluando, y aumentando brutalmente las tarifas eléctricas, del agua, de los teléfonos, fijos y móviles, de inernet, en fin, de todo los servicios, lo cual causaría un terrible impacto en las condiciones de vida de toda la población, incluyendo a los propios pensionados. ¿Estaría dispuesto el país a correr con ese sacrificio? Ahora, si los diputados de la oposición consideran muy urgente concederle este beneficio a los viejitos, por qué no proponen que la Asamblea disponga de la mitad de su presupuesto para financiar el mencionado bono? O que ellos, que disfrutan de elevados sueldos, no renuncian a la mitad de los mismos para hacer efectiva su propuesta. La fracción del GPP está dispuesta a hacerlo.