Con derechos reconocidos pero no ejercidos, los pueblos indígenas de Venezuela “festejan” con más penas que glorias otra vez un nuevo 8 de Agosto, Día de la Resistencia Indígenas; y las razones siguen siendo de carácter internas y externas.
Razones internas porque sus organizaciones se han venido lentamente transformando en la mayoría de los casos en una especie de franquicias electorales o agencias de empleo necesarias para llenar las nuevas vacantes ofertadas desde la burocracia estadal, sean o no parlamentaria o del ministerio indígena; posteriormente los dirigentes indígenas en dichos curules o en su nuevo estatus de funcionarios se encuentran con la cruda realidad que por temor a perder los privilegios generados por su cargos otorgados los hacen por lo tanto proclives a aceptar el ordenamiento de los intereses políticos nacionales impuestos por el Gobierno o por la oposición. Colocándose así fuera de los intereses de su pueblo, y muchas veces enfrentados a ellos.
Esta realidad política de la mayoría de las organizaciones indígenas hacen que el Gobierno no sientan por ellas, o por algunos de sus dirigentes respeto alguno, pues éste sabe que han perdido su autonomía e iniciativa política, y por ende el contacto o el respeto de sus bases, que la mayorías de las veces solos siguen peleando sin mayores esperanzas de triunfo dados todos los obstáculos que esta nueva realidad les impone.
Las razones externas vienen generadas por los intereses del Estado Colonial vía al Socialismo, que ha pesar de haber reconocido derechos indígenas en su constitución y otros textos jurídicos nacionales e internacionales, los 500 o 200 años de colonialismo y neocolonialismo pesa mucho en la conciencia y en el imaginario colectivo, pero desde luego en los usos y costumbres de los sectores nacionales mayoritarios que dirigen en Venezuela la vida política, jurídica, cultural, educativa, militar, policial, religiosa, y paren de contar. Estas razones no permiten la implementación de la educación indígena, o intercultural bilingüe, el reconocimiento y el ejercicios del derecho a poseer territorio libre de terceros en los espacios originales autodemarcados por los pueblos indígenas, la aplicación en dichos territorios de las distintas jurisdicciones indígenas existentes, la autonomía o su autogobiernos, el uso de sus recursos, o la prohibición del aprovechamiento de éstos por parte de terceros al negárseles el derecho al consentimiento previo.
La debilidad de las organizaciones indígenas y la imposición de los intereses del sector mayoritario nacional que domina y se impone desde el Estado Nación Colonial hacen hoy que los indígenas no ven cumplidos sus interés y sueños de naciones diferenciadas, al contrario viven ahora de manera acelerada la merma de la conciencia indígena autónoma, de sus instituciones sociales y la reducción de sus territorios o, lo que es lo mismo, la titularización como su hábitat de los espacios reducidos dejados por la violencia anterior cuarta republicana, por lo tanto cualquier manifestación colonial degradante al genero humano es posible de encontrar en nuestro país, ya sea expresada en la contaminación por mercurio a pobladores de comunidades indígenas Saname y Yecuanas en la intervenida y contaminada cuenca del Caura, pese a que en el 2006 ya lo había advertido 19 académicos del Centro de Investigación Ecológicas y Antropología de la Universidad Nacional Experimental de Guayana y la Fundación La Salle de Ciencias Naturales, o los 115 Yukpa entre ellos 60 niños que como animales fueron encerrados por afear la ciudad por el Ministerio Indígena entre láminas de zinc en Maracaibo por vivir en casa de desechos alrededor del Hospital General del Sur, originado dicho desplazamiento o el éxodo la necesidad de alejarse dichas familias del abandono y el hambre en que han sido sometidos por los Gobiernos desde hace 60 años o la matanza a la que son víctimas hoy en día en las tierras de la cuenca del río Yaza por paramilitares asalariados de ganaderos y parceleros invasores a su territorio original.
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