Por estos días de crímenes que quieren ser amnistiados y jóvenes universitarios que deberían ser la conciencia moral de una sociedad seducida por la banalidad del mal, en la línea Hannah Arendt (1906-1975) atropellan así no más a agentes policiales como si estuvieran en un frente de guerra donde todo vale; entonces uno se pregunta qué pasa en nuestras familias y su rol orientador y el aparato escolar, en particular el universitario. El por qué nuestra juventud pierde el respeto por la vida, que es el valor superior en el ordenamiento jurídico, como reza nuestra Constitución (1999).
Como sostendría cualquier sociólogo en Venezuela ha venido brotando en el marco de la conflictividad actual algunos signos de anomia social y muchos de quienes actúan como lumpen no son precisamente gente de los barrios bajos, como antes se decía. Sino de los sectores de la llamada clase media que parece ha recibido todo el veneno ideológico que se inyecta a través de mecanismos viciosos de la socialización, medios de comunicación y redes sociales incluidas, por gente bien.
Algo habrá que hacer. Las tradicionales fuentes de la sana adquisición de valores, familia, iglesia, escuela, grupos de iguales y el resto de la institucionalidad del Estado-Nación tendrán que actuar, recomponerse o replantear sus funciones y roles, ello en el marco de grandes acuerdos consensuados. Semejante a ese ya casi insólito que lograron hacer recientemente en la Asamblea Nacional a propósito de la exhortación del Papa francisco sobre la necesidad de diálogo, que deberían extender a otras áreas de la vida social, económica y cultural, por ardua que pueda ser esa labor, de lo contrario recordando al Dr. Antonio Pérez Esclarín lo que queda es la sobrevivencia.
Ahora, no se sabe si es que los líderes formales de la política venezolana no advierten la gravedad de este asunto, porque de lo que se desprende de unas declaraciones del diputado Juan Requesens, es que como eran estudiantes de una institución controlada por chavistas, pues, eran personas violentas la oposición hacía lo de Poncio Pilatos, ergo. No quieren asumir que unos y otros, más unos que otros no quieren asumir sus responsabilidades como promotores de actitudes banales frente a la vida, como si estuvieran en la realidad virtual de los juegos de computadora (Contra Strike virtual).
Algo habrá qué hacer. Y ya los cuerpos de seguridad del Estado detuvieron a los estudiantes de la falsa moral cristiana, porque seguro se les pregunta y responderán ellos y sus familiares que esos chicos eran miembros de honorables familias de misa y hoya, en una región como la andina donde la tradición nos dice que la paideia cristiana, por así decir, los valores e ideales de una sociedad occidental judío-cristiana predominan, según testimonios y hasta la observación participante que se ha tenido por otros motivos particulares; pero resulta que esa zona fronteriza desde hace ya buen tiempo ha sido alterada con eventos sobrevenidos, por una violencia inusitada; que ha sobrepasado los llamados controles sociales, institucionales y/o morales . Se ha roto el ethos fundante de aquella sociedad cuyas figuras ideales estaba representada por la madre y la familia, el cura y el maestro, agentes de la moralidad y la civilidad, (al respecto hay una investigación del Dr. José pascual Mora García, donde habla de las estructuras geomentales, "La dama, el cura y el maestro", en. www.saber.ula.ve/../reseña1.pdf).
Estructuras mentales y de valores o viceversa, que siendo de larga duración provienen seguramente de los procesos de la fundación hispana de pueblos, ciudades y villas y que ya en el tiempo actual que bien se pudieran llamar de la transmodernidad (Rosa María Rodríguez Magda, dixit) subsisten varios proyectos difusos y contradictorios, sin un gran relato cohesionador en el marco del capitalismo tardío y la modernidad líquida de Bauman, de donde se tiene que nuestras juventud padece una inversión de valores; así, atropellar a sus otros coetáneos policías viene a ser un juego virtual en que la violencia campea, además de que ciertas propuestas de los sectores políticos más virulentos en Venezuela (Juan Requesens, Gaby Orellana et all) propician que ciertos sectores juveniles en contextos límite de una protesta vulgar (y hasta necesaria porque, la verdad sea dicha, nadie en Venezuela aguanta estos nuevos aumentos del pasaje urbano y extraurbano y de todos los artículos de primera necesidad) lamentablemente pierdan el control, no midan las consecuencias de sus acciones, acaben con la vida de esa otra juventud que también tiene sueños y esperanzas desde la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad, UNES.
Finalmente, creemos que en nuestras casas de estudios, escuelas, liceo, colegios y universidades conviene hacer amplios debates y reflexiones sobre estos asuntos, desde todas las perspectivas y en particular desde la filosofía y la ética material, esas asignaturas inútiles (¿?) aparentemente que lamentablemente en el nuevo diseño curricular que van a implementar desde 2017, fueron eliminadas del pensum o van a malvivir solo como materias optativas, porque lo más importante en la razón instrumental es la técnica.
Luego la nación tendrá muchos buenos técnicos con una relación sujeto-objeto objetivista, de la acción utilitaria que cosifica a la persona; objetos en vía, sigue habiendo gente sin apenas tener en cuenta la relación humana, sentida y potenciada. La vida como valor superior, de tal visión pragmática no escapan las casas de estudios fundadas en los 17 años de la revolución bolivariana, así por ejemplo, uno no observa que en Misión Sucre tenga Programas de Formación en Humanidades, Artes, Letras y Filosofía, o que sepa este cronista. El Dr. Pedro Enrique Calzadilla propuso al presidente Maduro en la UPT del estado Lara el inicio de los estudios en Historia y Ciencias Sociales pero eso no se ha concretado, tampoco lo señalado por el comandante Chávez acerca círculos de estudio, escuelas de formación política permanentes, o se han quedado en estado larvario, la razón instrumental nos tiene acogotados.