El niño palestino, ve su muerte viniendo ineluctable, pero, le pasa por la mente, y
se acuerda de las niñas y los niños viendo la televisión, viendo la alienación flagrante y descarada, de los magnates de estos medios, que acorralan, como acorralar a un animal indefenso, qué viendo la avalancha, de sandeces trasmitidos por estos medios, se pregunta ¿Quién le pondrá coto, a estos asesinos de conciencia, que nos acorralan con toda su paciencia?
Entonces, algún día, nos vamos a salvar, nada ganamos con echarnos a llorar; la vida del niño palestino es un escondite, un escondite donde esconde su sueños y esperanzas para que no sean acribilladas, por gigantes que disponen de la vida de mi madre, de la vida de tu madre, de la vida de mi hermano, de la vida de tu hermana, cuando a ellos le da su real gana.
El niño palestino, a escasa distancia del fusil de un asesino de sangre fría. Asesino este que acecha sus movimientos, a cada minuto, a cada hora, a cada día, sin altibajos de ningún tipo, con la única misión de cumplir, con la inconsciente orden de matar, independientemente sea, un niño de Arabia, Turquía, Palestina ó Qatar.
El niño palestino, asechado por este inconsciente asesino, frunce su frente, acompañado, de su angelical rostro del niño, preocupado por no haber hecho sus tareas de colegio, matemática, lenguaje en casa, que queda cerca del río, le cambia su imagen, su rostro, como la mañana con su pertinaz rocío.
El niño palestino, de clara conciencia, y de inmenso corazón; no sabe, porque existen conciencias tan oscuras, llenas de tanto rencor, rencor este que viene del más allá, con la desfachatez, de no darle vuelta atrás, sin tomar en cuenta el pantalón del niño, mojado por sentir impotencia, por no poder hacer algo, en contra de estas grandes potencias.
El niño palestino, claro, como que tiene sus diez dedos de sus manos, y sus diez dedos de sus pies, antes de asesinarme, nuestro asesino debería habérselo pensado más de una vez, lo voy a matar, es bueno saber si sabe deletrear, que nos costaría saber deletrear, si tengo chorreados los pantalones, porque me van a matar, la chorreada de mis pantalones, no es por miedo, sencillamente es porque, con los otros niños, no vuelvo a jugar.
El niño palestino, esta consciente que esa Palestina suya, debe ser libre sin temor a equívocos, es por eso, que aunque haya más muertos de los que precisan los noticieros; su corazón, su conciencia, fabricada por lo más fuerte, que haya existido, que no es otra cosa, que Amor, no dormirá nunca, pero seguirá soñando junto a su pueblo, Palestina, con más conciencia de libertador.
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