Arrancarlos de raíz, convertirlos en plomo fundido.
No es una guerra, es una masacre que avergüenza al género humano: la inmensa mayoría de las víctimas de la invasión israelí a la Franja de Gaza son civiles indefensos, y de ellos prácticamente la mitad son niños. Las cifras oficiales de la ONU hablan de 700 muertos al 6 de Enero, y en esa cantidad se incluyen a más de trescientos fallecidos menores de 15 años. Sólo ese día fueron asesinados (de otro modo no se puede llamar) más de cuarenta civiles palestinos que se protegían dentro de una escuela de la ONU para refugiados, y que buscaban allí guarecerse de los ataques indiscriminados de los tanques judíos y del terror que se vive en las calles de Gaza.
Desgraciadamente, no tuvieron ninguna suerte. Un misil hebreo (a pesar de ser un edificio claramente identificado como de la ONU), fue disparado contra la escuela. Es la segunda escuela para refugiados que es atacada en los avances israelíes de los últimos días.
No sabemos cuantos fueron los niños que allí murieron. Pero los que hayan sido, como sus familiares, tuvieron un macabro día de Reyes.
Pero todo esto no es la primera vez que ocurre. Debemos tener buena memoria. En la última invasión al Líbano de 2006, el Ejército judío realizó el mismo tipo de ataques sin ningún tipo de miramientos. Baste recordar tan sólo lo ocurrido en la ciudad de Caná (lugar donde Jesucristo realizó su primer milagro) que quedó irreconocible en sus ruinas de destrucción y muerte, teñidas de sangre inocente, luego de los bombardeos israelíes que asesinaron a 57 víctimas civiles que allí vivían, y que nada tenían que ver con la milicia de Hezbollá a la que supuestamente se perseguía. De esos 57 indefensos seres humanos que fueron masacrados por las bombas hebreas, 37 eran niños. El resto eran casi todas mujeres (las propias madres de esos niños), que murieron abrazadas a sus hijos tratando de protegerlos de toda esta insana demencia de aniquilamiento, sin mirar a quien, que ha caracterizado a las acciones bélicas judías, desdichadamente, desde siempre.
Legítima defensa o crímenes de guerra. A pesar de todo esto, el primer ministro Ehud Olmert y todo el Gobierno israelí siguen justificando las acciones del ejército hebreo en términos de la legítima defensa.
Pero, ¿hasta dónde llega la legítima defensa?
¿Es legítima defensa ordenar esta desproporcionada acción bélica de bombardear indiscriminadamente desde el cielo y desde el mar sobre población civil y avanzar con decenas y decenas de tanques por los barrios de la Franja de Gaza?
¿Es legítima defensa disparar contra escuelas de refugiados de la ONU, contra las ambulancias que van a socorrer a los heridos, o contra los hospitales, o contra un convoy de la ONU con ayuda humanitaria?
¿Es legítima defensa asesinar a un dirigente de Hamas junto a su esposa y sus dos hijos pequeños en la azotea de su casa, en vez de ser detenido y juzgado, si es que hubiera cometido algún delito?
¿Es legítima defensa que el fuego judío ya haya matado a más de 300 niños?
No señores del Gobierno de Israel: esto que se está haciendo en Gaza sólo tiene un nombre: crímenes de guerra. Es así como lo vemos todos los hombres de bien de todo el Mundo y de todas las religiones.
Incluso, este debería ser el clamor de la mayoría del pueblo judío al reclamar, de una vez por todas, que se debe optar por la Paz, ya que no se puede vivir permanentemente en guerra. Pero, desafortunadamente, no es así, ni mucho menos. La inmensa mayoría de los ciudadanos israelíes apoyan toda esta barbarie. Algo anda muy mal, también, en el pueblo elegido de Dios.
Es tiempo de acabar con los eufemismos del discurso dominante y con las justificaciones que disfrazan tanta bestialidad insana: en Gaza el Ejército Judío está cometiendo una masacre mediante aberrantes crímenes de guerra. Es hora de que le llamemos a las cosas por su nombre.
Y desgraciadamente, cada nuevo día que pasa, nos sorprende con un acto de crueldad mayor. ¿Hasta cuando va a seguir esto sin que la ONU, o quien sea, le ponga freno?
Una Patria y una tierra para los palestinos. Y hablando de llamarle a las cosas por su nombre, y de no confundirnos, por siglos, árabes y judíos han sabido convivir en Paz la mayoría del tiempo. Sin embargo, todo cambió a partir de la acción del Movimiento Sionista Internacional que durante las primeras décadas del siglo XX reclamó por muy variados métodos (incluyendo atentados terroristas, ataques guerrilleros y asentamientos ilegales) una Patria para los judíos en la Tierra Prometida.
Finalmente tuvieron éxito y en 1948, por mandato de la ONU, se fundó el Estado de Israel en Palestina. A partir de allí el nuevo Estado Judío comenzó a desplazar de su hogar a los palestinos mediante la violencia. Esto originó la primera guerra árabe-israelí. Pero esto no se quedó ahí. En los sucesivos conflictos armados que fueron varios, Israel fue ocupando y anexando nuevos territorios de sus vecinos árabes (Nazaret, los altos del Golán, la franja de Gaza, la parte árabe de Jerusalén, Cisjordania y el desierto del Sinaí, que luego de los acuerdos de Camp David devolvió a Egipto). Los territorios actualmente ocupados de sus vecinos árabes han aumentado prácticamente en un 50% el territorio original de Israel fijado por la ONU en 1948.
¿Cómo se puede lograr la Paz con el mundo árabe con esta actitud beligerante e invasora que ha caracterizado al Estado de Israel desde su fundación, que ocupa por la fuerza de las armas los territorios de sus vecinos y que expulsa a los palestinos de sus tierras originarias? De este modo, obviamente que es imposible.
Mientras tanto el pueblo palestino hace 60 años que sigue penando por la creación de un Estado independiente y soberano donde pueda vivir, cosa que nunca se ha podido concretar por la férrea oposición de Israel y de sus aliados.
Desde 1948, entonces, el pueblo palestino ha sido sistemáticamente expulsado de la tierra en la que había habitado en paz durante siglos. Para ello se han utilizado todos los medios posibles: la violencia, la guerra, la segregación, y hasta el sometimiento por el atraso económico y la pobreza extrema. Tanto es así que la propia ONU reconoce a los palestinos como la población de refugiados más grande y más antigua del Mundo: en Gaza viven un millón y medio de palestinos, pero son más de cinco millones los que viven en campos de refugiados en Cisjordania, en el Líbano, en Siria y en Jordania básicamente. Algunos de dichos campos de refugiados tienen seis décadas de constituidos.
A partir de 2005 Israel reconoce una autonomía muy restringida para los palestinos en la Franja de Gaza. Al poco tiempo esos mismos territorios autónomos son cercados por inmensas murallas controladas por el Ejército israelí que aíslan y marginan a esas zonas hasta convertirlas en verdaderos ghettos (sobre todo desde que la Autoridad Palestina es asumida por Hamás) donde la pobreza, la desocupación y la falta de servicios crecen a pasos agigantados y lleva a que los palestinos estén viviendo en condiciones paupérrimas, mucho peores aún a las ya de por sí deplorables condiciones previas.
La propia Nación Judía que ha sufrido en carne propia la segregación, la marginación y el exterminio en épocas muy oscuras para la Humanidad cuando el nazismo se ensañó contra su pueblo, debería reconocer que estas formas de convivencia sólo pueden encubar mayores odios. Desafortunadamente también, esta guerra sin sentido, colmada de actos de destrucción y de barbarie, conduce inevitablemente a abonar aún más la sed de venganza de un pueblo desde siempre agredido.
El toque electoral. Pero, para colmo de males, estamos ante la inminencia de un nuevo período electoral en Israel que complica mucho más las cosas. La extrema derecha hebrea y muchos grupos ultra religiosos judíos están pidiendo una solución definitiva a este tema (vaya casualidad que se utilice los mismos términos que usaran los nazis para definir al exterminio del pueblo judío) mediante el uso indiscriminado del poderío bélico israelí que aplaste todo tipo de resistencia palestina y que sojuzgue y ponga de rodillas definitivamente a ese pueblo.
Y los nombres que se le ha dado a esta operación militar van muy bien con el tono de lo que pretenden dichos estamentos judíos (tan poderosos como retrógrados) que sueñan con que los palestinos sean arrancados de raíz de su tierra y convertidos en plomo fundido. Es muy duro, pero debemos reconocer que es así. Toda la insana saña de estos días no hace más que confirmarlo.
Ahora bien, estos grupos judíos de extrema derecha, son los que mueven los resortes más belicistas del Gobierno israelí, y también son los que en definitiva van a asegurar, gracias a sus votos, otro período en el poder al KADIMA. Grupos que, además, por ser tan fervientemente religiosos, bien convendría que le recordáramos al menos un pasaje de la Torá o del Antiguo Testamento, según se prefiera: cuando Abraham suplicó a Dios que evitara la destrucción de Sodoma y Gomorra, Dios prometió que salvaría las ciudades si el padre de los hebreos podía encontrar tan sólo a diez hombres justos. Abraham no pudo conseguir a ninguno y Dios cumplió su promesa y las ciudades desaparecieron bajo una lluvia de azufre y fuego. En este presente tan ingrato de “Plomo Fundido” la Franja de Gaza, donde para el Gobierno judío se encierran todos los pecados, también está siendo destruido por una lluvia de azufre y fuego. No lo está haciendo la ira de Dios, si no la ira de un Gobierno genocida para el que su crueldad no tiene límites.
Pero de seguir así, mientras se continuen matando a niños inocentes, nunca podrán crecer los diez hombres justos que eviten la destrucción y traigan la Paz a la región.
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