Los representantes de las culturas autóctonas de América son “ciudadanos de segunda clase”…

Increíble: Alan García, presidente de Perú, a la altura de los ideólogos del año del señor 1.600

“Nueve policías y un número indeterminado de civiles murieron en la recuperación por parte del Estado de una carretera que había sido tomada hace diez días por indígenas al norte del Perú, informó el alcalde de la población de Bagua, Perú, Luis Núñez Terán”.

Por allá, tal vez durante el “Año del Señor” de 1600, ya asesinados millones de “indios”, como llamaban los invasores y saqueadores españoles a los representantes de las culturas autóctonas, para no hablar de los ingleses, dos imperios muy representativos de la “Civilizada Europa”, ya asesinados – repetimos – directa o indirectamente debido a las infecciones que traían, a la par que su brillante cosmovisión, los cultos europeos, y sometidos todos estos pueblos, insistimos, por la espada, la gonorrea o la ideología representada por los misioneros católicos, los invasores entendieron que podían dedicarse a lo que habían venido, es decir, a saquear, para lo cual necesitaban, sencillamente, mano de obra.

Pero los incas, en el caso del Perú, se morían en el intento de someterlos como esclavos a trabajos forzados en las minas. Había algunos “misioneros” excepcionales, como Bartolomé de las Casas, a quienes les quedaba algo de compasión y protestaron en favor de esos seres humanos, para quienes la libertad era un ejercicio de conciencia… o sintieron, desde su preconsciente de invasores, como lo sostiene, brillantemente, Ludovico Silva en su Plusvalía Ideológica, la necesidad compulsiva de lavarse las manos, produciendo una pregunta que comenzó a tomar forma lentamente, instalándose en medio de su inconsciencia: ¿y si estos indios no tuvieran alma?... ¡Por supuesto, eso es: NO TIENEN ALMA!, ¡claro! ¡SON ANIMALES!...

Es bueno recordar, que gracias a esa iluminación que los inspiró de repente, los conquistadores instalados en lo que hoy es la República del Perú, un buen día, decidieron buscar mano de obra a lo Jalisco y en una incursión en busca de “esclavos indios”, antes de volver sus inmorales rostros hacia los “esclavos negros”, capturaron, en la Isla de Pascua, durante una redada malhadada, al rey de la Isla con toda su corte y sus escribas, quienes murieron fustigados en alguna oscura mina peruana, gracias a lo cual, hoy, las tablillas con la escritura rongorongo, que nos permitiría comprender el misterio de las estatuas y el enigma del Dios Pájaro, permanecen mudas… Caso parecido al del malhadado fraile franciscano Diego de Landa, quien decidió quemar, en julio de 1562 en la ciudad maya de Maní, "en nombre de la fe", todos los códices mayas que estuvieron a su alcance, en un hecho incalificable.

Pues bien, 300 años después, el brillante ciudadano que preside esa misma nación, declara absurdamente, para justificar su matanza, que los 400 Mil indios implicados en la protesta eran ciudadanos de segunda clase, pues ellos, los blancos, son – creo – 27 millones de ciudadanos, todos de primera, ¡como si los descendientes de los Incas, ya iniciado el Siglo XXI, aun permanecieran sin alma!

"El presidente Alan García es un genocida", denunció Alberto Pizango, líder de la protesta, quien negó que los nativos hayan provocado la muerte de los policías que fallecieron por heridas de bala, según el ministerio del Interior”.

mpazb53@hotmail.com


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Miguel Paz Bonells


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