Discriminación en dos momentos

Una ciudad decente es aquella que no desprecia al ser humano, una sociedad es segura, cuando las personas que la forman no son despreciadas.

En la primera etapa (o primer momento) de la formación de la sociedad venezolana, la existencia de nuestros indígenas y nuestra población negra fue marcada por la humillación de su persona y el desprecio de su cultura, modo de vida incluido; hoy a cinco generaciones de la esclavitud la estigmatización y la exclusión social han cerrado las puertas de las ofertas de la modernidad (como expresión de progreso y desarrollo), para los descendientes de nuestros ancestros indo-africanos.

Cuando intentamos comprender el por qué las luchas en nuestra guerra independentista fueron menos crueles de parte de los humillados para con los colonizadores, la explicación que encontramos es asociada a la condición de DISMINUCIÓN ÉTNICA; la cual, socio culturalmente, a nuestros negros e indios, no les permitió formarse el espíritu de la venganza como marco de toda justicia aspirada, por todo el pueblo humillado. Tal vez, la vergüenza étnica propiciada por las cuestiones mágicoreligiosas de la pretendida fe superior de los conquistadores, es básica para entender esta conducta de baja crueldad de nuestro pueblo hacia sus despreciadores (y depredadores).

Por lo contrario, si aspiráramos explicarnos el por qué tanta crueldad de parte de los conquistadores, colonizadores (criollos y extranjeros) hacia nuestros grupos étnicos, originarios y sus descendientes, creemos que un factor importante sería la práctica del desprecio, humillación y hasta negación de la condición humana que estos colonizadores tenían (¿y aún tienen?), para con nuestros pueblos. Así, al no ser la segregación y discriminación, los sentimientos menos humillantes en el trato que nuestra etnia sufría de parte de los conquistadores es la negación de su condición humana lo que justificó a los conquistadores a asumir el matar, asesinar, violar, esclavizar, como parte del mundo de relaciones que normalmente debían establecer los explotadores con seres cuya condición asignada les ubicaba en la animalidad.

En la Venezuela del Siglo XX

El crecimiento económico experimentado por el Estado Venezolano en la década de los 70-80, con incremento en los niveles de pobreza en el Estado Carabobo, aún en las regiones más próspera del país. Es un indicativo de la promoción de la exclusión social de un gran sector de la población, cuya marginalidad y condiciones de pobreza se ha convertido en una rémora para alcanzar una economía más sana y una estabilidad social más equilibrada.

Una mayor productividad y una mayor equidad son las constantes que marcaron el discurso de la dirigencia de la Venezuela del Siglo XX. Ellas se difuminaron más que como eslogan, cómo simples tendencias, sin mecanismos ejecutorios de un Estado Rico Promotor de Pobreza.

El proceso industrialista basado en grandes empresas trasnacionales y en el consumo de tecnologías sofisticadas, que se estableció en Venezuela a mediados del siglo XX, se hizo desconociendo o minusvalorando a los demás sectores de la economía, así como también a las demás tipos de industrias, pequeña y mediana, que hacen vida en la región económica de cualquier región.

Esta Política de feudo-industrias extranacionales promovió la subordinación de la vida de los espacios sociales, culturales y naturales a los requerimientos empresariales para la producción así como también a las demás ramas de la economía para la producción, ignorando la dinámica de todo capitalismo moderno, identificando a la sociedad venezolana con un capitalismo salvaje.

Así como también generó una estructura obrero-patronal de sumisión intraempresarial y discriminadora extraempresa, es así como los actores de las grandes empresas trasnacionales (gerentes, ejecutivos, técnicos medios) y los mismos trabajadores obreros asumieron la estigmatización como una marca descalificativa socialmente para los miembros de la pequeña y mediana industria entre otras organizaciones y del llamado sector informal. Así fue como se conformaron las elites de colectivos de grandes empresas trasnacionales.

También se puede indicar que esta política de feudo –industrias conspiró contra la aspiración, no de un desarrollo sostenido no permitiendo ni siquiera un crecimiento decente de la economía y de las ciudades donde se estableció el industrialismo.

bello.freddy@gmail.com


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Freddy Bello Profesor de la Universidad de Carabobo


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